/ viernes 9 de noviembre de 2018

Visión económica | Un nuevo aeropuerto para todo México

Igual que la gran mayoría de los mexicanos, no somos expertos en aeronáutica ni en la construcción, o logística ni operación de aeropuertos.

Empero, al igual que el millón de compatriotas que, mediante la pasada consulta nacional, opinaron sobre la construcción del Nuevo Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México, NAIM, en el Lago de Texcoco; en esta entrega nos permitimos compartir información que comentábamos con mi amigo y colega doctor Tommassinni Herrera de la Universidad de Guadalajara y aquí en la cátedra de la Unison.

Siguiendo con los recurrentes antagonismos y la nefasta tradición mexicana de dividirnos, contradecirnos y polarizarnos frente al análisis y solución de los grandes problemas nacionales, la edificación del nuevo aeropuerto del siglo XXI que el país requiere con urgencia, nos vuelve a dividir entre quienes quieren construir el nuevo NAIM impulsado por el Gobierno saliente en el Lago de Texcoco; y otros del Gobierno entrante encabezados por el Presidente electo, que lo quieren erigir en la base militar de Santa Lucía en el Estado de México.

Así siempre politizamos y emponzoñamos las soluciones a los grandes retos nacionales, que deberíamos enfrentar alejados de la nuestra mala costumbre de dañinas pugnas y luchas provocadas por los intereses económicos y comerciales, de los políticos de todos colores, casi siempre alimentados y corrompidos por el tráfico de influencias e intereses de los influyentes emporios empresariales nacionales e internacionales.

Después de varios años de discusiones, aún no se sabe a ciencia cierta cuáles serían los costos totales del nuevo aeropuerto en Texcoco, pero tampoco los de Santa Lucía y sus agregados del actual Benito Juárez y el de Toluca; y aquí habría que precisar que tenemos que considerar todos los costos, no sólo económicos sino que también los ambientales, demográficos y los sociales que son importantísimos.

Por lo que respecta al proyecto que el Gobierno saliente ha venido trabajado durante el sexenio, según la ONG denominada “Poder” en su publicación www.torredecontrol.org, en su reciente estudio financiero del caso, se estima que el costo del paquete inicial de deuda pública del NAIM, sería de 60 mil millones de pesos o tres mil millones de dólares, que fueron comprometidos por el gobierno saliente, para subsidiar a sólo cinco poderosos e influyentes grupos empresariales que hacían las obras en Texcoco.

Según “Poder”, sus costos financieros son inmensos, opacos y confusos, y la evaluación costo beneficio y la tasa interna de retorno social que se estudian en todo proyecto no son positivas. No pasan ni siquiera la prueba del ácido. De los 60 mil millones iniciales, Hacienda estima que se aumentan a 168 mil millones. El Grupo Aeroportuario de la CdMx, calcula su costo en 285 mil millones. En consecuencia, según diversas fuentes, los costos se incrementan de manera exponencial, no sólo por la complejidad de la fastuosa obra sino también por la opacidad con que se ha venido manejando el proyecto sobre un lago.

Ahora bien, de la alternativa de Santa Lucía, tampoco se ofrece un proyecto completa e integralmente elaborado e implica un gran número de aspectos negativos; así que en realidad seguimos supeditados a los sesgos políticos e ideológicos de los burócratas que nunca toman las mejores decisiones apegadas única y exclusivamente a los mejores indicadores técnicos, sociales y económicos de los proyectos. Finalmente, como lo analizamos en la cátedra, ¿por qué no dejar atrás la necia terquedad de las dos alternativas negativas, y no pensar en una óptima y quizás mejor ubicación demográfica, ecológica, social y geoeconómica en Querétaro o en Guanajuato, para un aeropuerto moderno que sirva a todo el país?

Internacionalista. Maestro de Negocios Internacionales y de Relaciones México-USA en la Unison.

Correo: lugallaz51@gmail.com


Igual que la gran mayoría de los mexicanos, no somos expertos en aeronáutica ni en la construcción, o logística ni operación de aeropuertos.

Empero, al igual que el millón de compatriotas que, mediante la pasada consulta nacional, opinaron sobre la construcción del Nuevo Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México, NAIM, en el Lago de Texcoco; en esta entrega nos permitimos compartir información que comentábamos con mi amigo y colega doctor Tommassinni Herrera de la Universidad de Guadalajara y aquí en la cátedra de la Unison.

Siguiendo con los recurrentes antagonismos y la nefasta tradición mexicana de dividirnos, contradecirnos y polarizarnos frente al análisis y solución de los grandes problemas nacionales, la edificación del nuevo aeropuerto del siglo XXI que el país requiere con urgencia, nos vuelve a dividir entre quienes quieren construir el nuevo NAIM impulsado por el Gobierno saliente en el Lago de Texcoco; y otros del Gobierno entrante encabezados por el Presidente electo, que lo quieren erigir en la base militar de Santa Lucía en el Estado de México.

Así siempre politizamos y emponzoñamos las soluciones a los grandes retos nacionales, que deberíamos enfrentar alejados de la nuestra mala costumbre de dañinas pugnas y luchas provocadas por los intereses económicos y comerciales, de los políticos de todos colores, casi siempre alimentados y corrompidos por el tráfico de influencias e intereses de los influyentes emporios empresariales nacionales e internacionales.

Después de varios años de discusiones, aún no se sabe a ciencia cierta cuáles serían los costos totales del nuevo aeropuerto en Texcoco, pero tampoco los de Santa Lucía y sus agregados del actual Benito Juárez y el de Toluca; y aquí habría que precisar que tenemos que considerar todos los costos, no sólo económicos sino que también los ambientales, demográficos y los sociales que son importantísimos.

Por lo que respecta al proyecto que el Gobierno saliente ha venido trabajado durante el sexenio, según la ONG denominada “Poder” en su publicación www.torredecontrol.org, en su reciente estudio financiero del caso, se estima que el costo del paquete inicial de deuda pública del NAIM, sería de 60 mil millones de pesos o tres mil millones de dólares, que fueron comprometidos por el gobierno saliente, para subsidiar a sólo cinco poderosos e influyentes grupos empresariales que hacían las obras en Texcoco.

Según “Poder”, sus costos financieros son inmensos, opacos y confusos, y la evaluación costo beneficio y la tasa interna de retorno social que se estudian en todo proyecto no son positivas. No pasan ni siquiera la prueba del ácido. De los 60 mil millones iniciales, Hacienda estima que se aumentan a 168 mil millones. El Grupo Aeroportuario de la CdMx, calcula su costo en 285 mil millones. En consecuencia, según diversas fuentes, los costos se incrementan de manera exponencial, no sólo por la complejidad de la fastuosa obra sino también por la opacidad con que se ha venido manejando el proyecto sobre un lago.

Ahora bien, de la alternativa de Santa Lucía, tampoco se ofrece un proyecto completa e integralmente elaborado e implica un gran número de aspectos negativos; así que en realidad seguimos supeditados a los sesgos políticos e ideológicos de los burócratas que nunca toman las mejores decisiones apegadas única y exclusivamente a los mejores indicadores técnicos, sociales y económicos de los proyectos. Finalmente, como lo analizamos en la cátedra, ¿por qué no dejar atrás la necia terquedad de las dos alternativas negativas, y no pensar en una óptima y quizás mejor ubicación demográfica, ecológica, social y geoeconómica en Querétaro o en Guanajuato, para un aeropuerto moderno que sirva a todo el país?

Internacionalista. Maestro de Negocios Internacionales y de Relaciones México-USA en la Unison.

Correo: lugallaz51@gmail.com