/ viernes 5 de abril de 2024

Bio-Informando | Con gracia y clase

Este viernes me encuentro celebrando un nuevo viaje alrededor del sol y junto con el festejo, evalúo lo bueno y los aprendizajes que he obtenido en este año que concluye y como he logrado incorporar todo en mi persona para ser mejor, compartir las bendiciones que me han llegado así como también poner mis dones al servicio de los demás.

Si bien es cierto que los cumpleaños generalmente nos motivan a idear planes para festejar, también son un recordatorio del paso del tiempo y en algunas ocasiones nos lleva a la introspección sobre el proceso de envejecimiento que todos experimentamos.

Al encontrarme familiarizado en el ámbito de la biología, me sorprende la complejidad y lo interesante de todos los procesos biológicos que se encuentran involucrados en el envejecimiento del cuerpo humano, que aunque cada uno de ellos es distinto, logran unificarse en una sola orquesta e interpretar la etapa de la senectud.

La senescencia celular, la pérdida gradual de la capacidad de una célula para dividirse y proliferar, es un testimonio de la naturaleza finita de nuestra existencia; cada año que pasa, nuestras células experimentan cambios sutiles pero determinantes que provocan una disminución de la regeneración y reparación de los tejidos. Por otra parte, con el paso de los años, nuestro ADN acumula daños, dando lugar a mutaciones y disfunciones celulares.

Aunado a lo anterior, el acortamiento de los telómeros (regiones ubicadas en los extremos de los cromosomas), marca el paso del tiempo con cada división celular, anunciando el inicio de la senescencia y el ocaso de la juventud.

Otros mecanismos que influyen en el proceso de envejecimiento son los epigenéticos regulando la expresión de genes involucrados en enfermedades asociadas a esta etapa así como a procesos vitales celulares como la apoptosis y la reparación del ADN. Uno de los componentes celulares que también paulatinamente comienza a manifestar los efectos del envejecimiento son las mitocondrias, conocidas como las centrales energéticas celulares; a medida que nuestras mitocondrias flaquean, la producción de energía disminuye y el estrés oxidativo empieza a volverse más constante abriéndose paso hacia el declive celular y las enfermedades relacionadas con la edad ya que la cantidad de moléculas inestables, mejor conocidas como radicales libres, sobrepasan a las que poseen capacidad antioxidante volviéndose una tarea titánica el contrarrestar el efecto de las primeras.

Por otro lado, otro proceso que se ve rebasado conforme avanza el envejecimiento es la autofagia, la cual es la responsable de procesar los residuos celulares; a medida que el tiempo va pasando, su eficacia disminuye y los organelos y proteínas dañados se van acumulando, acelerando el ritmo del deterioro celular.

Finalmente (por esta ocasión dado que hay otros procesos involucrados en el proceso de envejecimiento), el agotamiento de las células madre y los cambios hormonales hacen que procesos como el crecimiento, desarrollo, mantenimiento, reparación y regeneración de tejidos se vuelva disminuido y más complejo conforme se va transitando por dicho estadio.

Al reflexionar sobre los procesos biológicos que se van llevando poco a poco en nuestro cuerpo al ir envejeciendo, considero una maravilla el poder ir viviendo cada etapa con lo característico que la representa en forma de retos y oportunidades para seguir creciendo y sin pretender borrar cada arruga pues serán la evidencia de que he vivido plenamente; eso sí, como ya lo hemos mencionado anteriormente, hay cosas que están fuera de nuestro control como el envejecer pero para hacerlo con gracia y clase hay que cuidar nuestros hábitos para que cuando se baje el telón nos sintamos satisfechos con la obra de nuestra vida.

Así que, esta noche al soplar las velas, renovaré mi aprecio y gratitud por el extraordinario viaje de la vida, sabiendo que cada momento es un regalo precioso que hay que atesorar y saborear.

¡Feliz cumpleaños a mí y excelente fin de semana!


Este viernes me encuentro celebrando un nuevo viaje alrededor del sol y junto con el festejo, evalúo lo bueno y los aprendizajes que he obtenido en este año que concluye y como he logrado incorporar todo en mi persona para ser mejor, compartir las bendiciones que me han llegado así como también poner mis dones al servicio de los demás.

Si bien es cierto que los cumpleaños generalmente nos motivan a idear planes para festejar, también son un recordatorio del paso del tiempo y en algunas ocasiones nos lleva a la introspección sobre el proceso de envejecimiento que todos experimentamos.

Al encontrarme familiarizado en el ámbito de la biología, me sorprende la complejidad y lo interesante de todos los procesos biológicos que se encuentran involucrados en el envejecimiento del cuerpo humano, que aunque cada uno de ellos es distinto, logran unificarse en una sola orquesta e interpretar la etapa de la senectud.

La senescencia celular, la pérdida gradual de la capacidad de una célula para dividirse y proliferar, es un testimonio de la naturaleza finita de nuestra existencia; cada año que pasa, nuestras células experimentan cambios sutiles pero determinantes que provocan una disminución de la regeneración y reparación de los tejidos. Por otra parte, con el paso de los años, nuestro ADN acumula daños, dando lugar a mutaciones y disfunciones celulares.

Aunado a lo anterior, el acortamiento de los telómeros (regiones ubicadas en los extremos de los cromosomas), marca el paso del tiempo con cada división celular, anunciando el inicio de la senescencia y el ocaso de la juventud.

Otros mecanismos que influyen en el proceso de envejecimiento son los epigenéticos regulando la expresión de genes involucrados en enfermedades asociadas a esta etapa así como a procesos vitales celulares como la apoptosis y la reparación del ADN. Uno de los componentes celulares que también paulatinamente comienza a manifestar los efectos del envejecimiento son las mitocondrias, conocidas como las centrales energéticas celulares; a medida que nuestras mitocondrias flaquean, la producción de energía disminuye y el estrés oxidativo empieza a volverse más constante abriéndose paso hacia el declive celular y las enfermedades relacionadas con la edad ya que la cantidad de moléculas inestables, mejor conocidas como radicales libres, sobrepasan a las que poseen capacidad antioxidante volviéndose una tarea titánica el contrarrestar el efecto de las primeras.

Por otro lado, otro proceso que se ve rebasado conforme avanza el envejecimiento es la autofagia, la cual es la responsable de procesar los residuos celulares; a medida que el tiempo va pasando, su eficacia disminuye y los organelos y proteínas dañados se van acumulando, acelerando el ritmo del deterioro celular.

Finalmente (por esta ocasión dado que hay otros procesos involucrados en el proceso de envejecimiento), el agotamiento de las células madre y los cambios hormonales hacen que procesos como el crecimiento, desarrollo, mantenimiento, reparación y regeneración de tejidos se vuelva disminuido y más complejo conforme se va transitando por dicho estadio.

Al reflexionar sobre los procesos biológicos que se van llevando poco a poco en nuestro cuerpo al ir envejeciendo, considero una maravilla el poder ir viviendo cada etapa con lo característico que la representa en forma de retos y oportunidades para seguir creciendo y sin pretender borrar cada arruga pues serán la evidencia de que he vivido plenamente; eso sí, como ya lo hemos mencionado anteriormente, hay cosas que están fuera de nuestro control como el envejecer pero para hacerlo con gracia y clase hay que cuidar nuestros hábitos para que cuando se baje el telón nos sintamos satisfechos con la obra de nuestra vida.

Así que, esta noche al soplar las velas, renovaré mi aprecio y gratitud por el extraordinario viaje de la vida, sabiendo que cada momento es un regalo precioso que hay que atesorar y saborear.

¡Feliz cumpleaños a mí y excelente fin de semana!