/ jueves 15 de octubre de 2020

El columnario | Carta a Ramón Hinostroza

Parece que fue ayer (a principios de 1999), cuando en los pasillos del Centro Regional INAH vi a esa figura que portaba una guayabera blanca, pantalones color café, con un sombrero Panamá blanco y bigote obscuro, distintivos muy particulares de una personalidad entregada a la cultura; coincidimos una mañana de lunes, nos saludamos cordialmente, pediste me llevaran una taza de café mientras esperaba la cita programada para mi persona, ya que el motivo de mi visita a esa institución se debía en gran parte a la gestión para llevar a cabo la exposición individual que estaría presentando en el año 2000 y que llevaría por título “Entre las Hijas del Desierto y el Niño del espejo”, sin embargo, mis visitas al lugar datan de tiempo antes, cuando en 1999 me encontraba realizando el respectivo papeleo para llevar a cabo dicha muestra pictórica.

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Cabe señalar que Adelaida Bustamante Ortega estaría coordinando todo lo relacionado a mi exposición, por lo que lógicamente me tocaría otra administración; registrando que tu gestión al frente del Centro INAH Sonora fue de (1996 a 1999), siendo esta por demás destacada e indiscutiblemente sobresaliente. Aún recuerdo la tarde en que se llevó a cabo la inauguración de esa exposición, siendo esta una de las más emblemáticas en mi trayectoria como artista plástico, ahí pudimos coincidir y entablar una interesante conversación junto al doctor Armando Augusto Castro Bollio, psiquiatra de profesión, quien realizaría el corte de listón del acto inaugural y quien hablaría sobre aspectos más profundos encontrados en mi obra evocando a F. Nietzsche, así como otros aspectos mencionados por el periodista cultural Juan Diego González y que escribiría para la prensa de aquel tiempo y del cual he citado en uno de mis primeros “Columnarios”; dicha conversación recuerdo se extendió por un tiempo considerable mientras departíamos con un buen vino merlot al exterior de la sala lúdica.

Así como de aquella crítica que me hiciste en su momento (2006), sobre la obra “Educación Filosófica” en la Unidad de Posgrado de la universidad del Valle de México y que se encontraba colgada en uno de los muros de esa institución, (que cabe mencionar en ese tiempo eras maestro de la referida institución educativa). Por lo que, más que elogios, fueron comentarios por demás asertivos, reflexivos y sensatos.

Actualmente hemos debatido en charlas de café sobre temas que ciertamente son complejos (debido a su temática y naturaleza), dejando de lado la parte ideológica, sin embargo, lo anterior no ha sido motivo ni de diferencias, ni mucho menos de disentimientos desde lo literario, conceptual o filosófico de los contenidos, aunque paradójico el asunto. Considero se ha abordado siempre con el más absoluto respeto y la madurez que nos caracteriza a ambos.

No obstante, una de las particularidades en torno a la cultura (dicho sea, la oficialista), por llamarle de alguna manera, ha cambiado considerablemente, razón por la cual, la manera y la forma, no son las mismas a las que la sociedad tenía asimiladas y acostumbradas, hasta hace poco tiempo. Lo anterior no tiene una significación como una verdad absolutista desde la perspectiva romántico-filosófica, si no por el contrario, tampoco obedece a características propias de lo globalmente reconocido y aceptado, (ya que se supone el fin de esa tendencia). Uno de los aspectos que ciertamente reconozco en tu persona, es que nunca te has entregado a intereses "mezquinos", llevando siempre la frente en alto, así como la asertividad en cuanto a reconocer aspectos de la conducta y la condición humana, al igual que como la hace un “chamán”, en este caso desde el ámbito artístico y cultural desde tu particular enfoque metafísico-filosófico-racionalista, que te caracteriza desde siempre, al igual que tu preocupación por los temas de la identidad latinoamericana, lo filosófico, la mexicanidad y sus raíces, así como los aspectos de la antropología cultural.

Por otra parte, la retórica y la contrarréplica como principales facultades en razón de los educativo y filosófico, (muy por encima de lo académico y acartonado que resultan en la actualidad), surcando terrenos de la verdadera cultura, no la “Cultura Superficial”, lo autodidacta por encima de lo académico, la primer señal de la substancia y el origen del ser, diría Heidegger, mientras para Spinoza, existe sólo la naturaleza que es causa de sí misma (causa sui) y no necesita para su ser nada más, como “naturaleza creadora” es “substancia”.

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Sin embargo, lo anterior no es coincidencia mi estimado Ramón, ni supone causalidades, simplemente son razones naturales por las cuales el arte se ha hecho manifiesto en proyectos de índole tanto transversales, así como cargados de una vasta riqueza cultural, imponiendo se grandeza dentro del estado del arte, cosa que ya hemos platicado con anterioridad. Sobre lo complejo que pudiera parecer el panorama actual, amigo mío, lo único que puedo mencionarte es que a pesar del tiempo y la memoria que tengamos, no afectará la historia de los pueblos, eso ya es parte de su pasado; por el contrario, debemos preservar la historia contemporánea a la cual pertenecemos. Los pueblos de Latinoamérica coexisten en nuestra memoria, continente en el cual habita la mayor riqueza tanto cultural, como artística, heredada desde los orígenes. No hay derroteros, ni mucho menos caben las suposiciones pesimistas, solamente queda el confluir y transcurrir de la línea creativa que se encuentra en nuestras venas y que nos fortalece día a día como todo gran creador. Te mando un gran abrazo “Coyote”.

Con el afectísimo respeto de tu siempre amigo y colega: Benjamín Rosales.

Hermosillo, Sonora a 12 de octubre de 2020.

Es cuánto. Nos vemos la próxima entrega…

Parece que fue ayer (a principios de 1999), cuando en los pasillos del Centro Regional INAH vi a esa figura que portaba una guayabera blanca, pantalones color café, con un sombrero Panamá blanco y bigote obscuro, distintivos muy particulares de una personalidad entregada a la cultura; coincidimos una mañana de lunes, nos saludamos cordialmente, pediste me llevaran una taza de café mientras esperaba la cita programada para mi persona, ya que el motivo de mi visita a esa institución se debía en gran parte a la gestión para llevar a cabo la exposición individual que estaría presentando en el año 2000 y que llevaría por título “Entre las Hijas del Desierto y el Niño del espejo”, sin embargo, mis visitas al lugar datan de tiempo antes, cuando en 1999 me encontraba realizando el respectivo papeleo para llevar a cabo dicha muestra pictórica.

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Cabe señalar que Adelaida Bustamante Ortega estaría coordinando todo lo relacionado a mi exposición, por lo que lógicamente me tocaría otra administración; registrando que tu gestión al frente del Centro INAH Sonora fue de (1996 a 1999), siendo esta por demás destacada e indiscutiblemente sobresaliente. Aún recuerdo la tarde en que se llevó a cabo la inauguración de esa exposición, siendo esta una de las más emblemáticas en mi trayectoria como artista plástico, ahí pudimos coincidir y entablar una interesante conversación junto al doctor Armando Augusto Castro Bollio, psiquiatra de profesión, quien realizaría el corte de listón del acto inaugural y quien hablaría sobre aspectos más profundos encontrados en mi obra evocando a F. Nietzsche, así como otros aspectos mencionados por el periodista cultural Juan Diego González y que escribiría para la prensa de aquel tiempo y del cual he citado en uno de mis primeros “Columnarios”; dicha conversación recuerdo se extendió por un tiempo considerable mientras departíamos con un buen vino merlot al exterior de la sala lúdica.

Así como de aquella crítica que me hiciste en su momento (2006), sobre la obra “Educación Filosófica” en la Unidad de Posgrado de la universidad del Valle de México y que se encontraba colgada en uno de los muros de esa institución, (que cabe mencionar en ese tiempo eras maestro de la referida institución educativa). Por lo que, más que elogios, fueron comentarios por demás asertivos, reflexivos y sensatos.

Actualmente hemos debatido en charlas de café sobre temas que ciertamente son complejos (debido a su temática y naturaleza), dejando de lado la parte ideológica, sin embargo, lo anterior no ha sido motivo ni de diferencias, ni mucho menos de disentimientos desde lo literario, conceptual o filosófico de los contenidos, aunque paradójico el asunto. Considero se ha abordado siempre con el más absoluto respeto y la madurez que nos caracteriza a ambos.

No obstante, una de las particularidades en torno a la cultura (dicho sea, la oficialista), por llamarle de alguna manera, ha cambiado considerablemente, razón por la cual, la manera y la forma, no son las mismas a las que la sociedad tenía asimiladas y acostumbradas, hasta hace poco tiempo. Lo anterior no tiene una significación como una verdad absolutista desde la perspectiva romántico-filosófica, si no por el contrario, tampoco obedece a características propias de lo globalmente reconocido y aceptado, (ya que se supone el fin de esa tendencia). Uno de los aspectos que ciertamente reconozco en tu persona, es que nunca te has entregado a intereses "mezquinos", llevando siempre la frente en alto, así como la asertividad en cuanto a reconocer aspectos de la conducta y la condición humana, al igual que como la hace un “chamán”, en este caso desde el ámbito artístico y cultural desde tu particular enfoque metafísico-filosófico-racionalista, que te caracteriza desde siempre, al igual que tu preocupación por los temas de la identidad latinoamericana, lo filosófico, la mexicanidad y sus raíces, así como los aspectos de la antropología cultural.

Por otra parte, la retórica y la contrarréplica como principales facultades en razón de los educativo y filosófico, (muy por encima de lo académico y acartonado que resultan en la actualidad), surcando terrenos de la verdadera cultura, no la “Cultura Superficial”, lo autodidacta por encima de lo académico, la primer señal de la substancia y el origen del ser, diría Heidegger, mientras para Spinoza, existe sólo la naturaleza que es causa de sí misma (causa sui) y no necesita para su ser nada más, como “naturaleza creadora” es “substancia”.

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Sin embargo, lo anterior no es coincidencia mi estimado Ramón, ni supone causalidades, simplemente son razones naturales por las cuales el arte se ha hecho manifiesto en proyectos de índole tanto transversales, así como cargados de una vasta riqueza cultural, imponiendo se grandeza dentro del estado del arte, cosa que ya hemos platicado con anterioridad. Sobre lo complejo que pudiera parecer el panorama actual, amigo mío, lo único que puedo mencionarte es que a pesar del tiempo y la memoria que tengamos, no afectará la historia de los pueblos, eso ya es parte de su pasado; por el contrario, debemos preservar la historia contemporánea a la cual pertenecemos. Los pueblos de Latinoamérica coexisten en nuestra memoria, continente en el cual habita la mayor riqueza tanto cultural, como artística, heredada desde los orígenes. No hay derroteros, ni mucho menos caben las suposiciones pesimistas, solamente queda el confluir y transcurrir de la línea creativa que se encuentra en nuestras venas y que nos fortalece día a día como todo gran creador. Te mando un gran abrazo “Coyote”.

Con el afectísimo respeto de tu siempre amigo y colega: Benjamín Rosales.

Hermosillo, Sonora a 12 de octubre de 2020.

Es cuánto. Nos vemos la próxima entrega…