/ martes 15 de octubre de 2019

Salud y bienestar || Así qué tiene que ver

En días pasados, la Cámara de Diputados, donde tiene mayoría Morena, aprobó por decisión unánime que los consumidores mexicanos sepan con detalle y con claridad los contenidos de grasa, azúcar, sodio, colorantes y otros elementos que pueden dañar su salud. Esto se supone que ya estaba incluido en los envases sin embargo como sucedió a las tabacaleras, fue necesario colocar un pulmón con una “mancha negra” y ratas, que nada le hizo a sus ingresos.

La alimentación es afectada por diferentes factores biológicos, psicológicos, económicos y sociales. El alto consumo de bebidas endulzadas y alimentos ricos en energía (procesados y ultraprocesados) en países latinoamericanos debe ser un tema en la agenda de salud, en el que no sólo se evalúe el impacto de estos productos en la salud, sino también la producción, distribución y venta para ayudar a desincentivar su consumo.

En esta ocasión se atendió el etiquetado “claro y comprensible” sobre los contenidos de cada producto y —course— sin llegar a ser publicidad engañosa, pero ese es otro tema. En México y Estados Unidos se venden versiones que contienen jarabe de maíz de alta fructosa en su formulación. La absorción y el metabolismo diferenciado de la glucosa y la fructosa se han asociado con exceso de peso y desarrollo de dislipidemias, ya que, al ser trasladada dentro de la célula por un transportador independiente de insulina, interviene con las señales de saciedad, es decir: te da más hambre.

Por lo tanto, la evidencia sugiere que el sobreconsumo de bebidas endulzadas contribuye al incremento del sobrepeso y la obesidad, así como de sus comorbilidades asociadas, independientemente del endulzante que contengan. Entre ellas están refrescos, bebidas refrescantes de fruta, bebidas de fantasía, jugos, néctares, bebidas para deportistas y energéticas.

Pero esto ¿se incluirá en el etiquetado? Debería. Durante años, y especialmente en los dos últimos sexenios, organizaciones de la sociedad civil, acompañadas por organismos e instituciones internacionales incluso la Organización Mundial de la Salud (OMS) lucharon por que en México, un país con los mayores índices de obesidad y diabetes en el mundo, se tuviera un etiquetado claro.

La poderosa industria de la comida chatarra, los legisladores y los gobiernos federales protegieron a los grandes corporativos, en su mayoría trasnacionales, por lo que luchadores sociales denunciaron durante años contubernio y corrupción entre funcionarios y empresas, lo que les permitió un negocio de ganancias multimillonarias, sin necesidad de advertir a los consumidores qué es lo que se llevaban a la boca.

Los diputados federales aceleraron sus labores y aprobaron en días pasados la iniciativa sobre el etiquetado, luego de que con 455 votos a favor y sólo tres abstenciones, ya que nadie estuvo en contra, la Cámara Baja aprobó en lo general y en lo particular la reforma de la Ley General de Salud para que etiquetas de alimentos y bebidas industrializadas incluyan información clara de los contenidos dañinos a la salud.

“El etiquetado frontal de advertencia deberá hacerse en forma separada e independiente a la declaración de ingredientes e información nutrimental, para indicar los productos que excedan los límites máximos de contenido energético, azúcares añadidos, grasas saturadas, sodio y los demás nutrimentos críticos e ingredientes que establezcan las disposiciones normativas competentes”, establece la reforma en mención. Posteriormente fue enviada al Senado de la República para su análisis. Así qué tiene que ver que trabajen, caray.

Dr. César Álvarez Pacheco

cesar_ap@hotmail.com

@cesar_alvarezp

Huatabampo, Sonora.

En días pasados, la Cámara de Diputados, donde tiene mayoría Morena, aprobó por decisión unánime que los consumidores mexicanos sepan con detalle y con claridad los contenidos de grasa, azúcar, sodio, colorantes y otros elementos que pueden dañar su salud. Esto se supone que ya estaba incluido en los envases sin embargo como sucedió a las tabacaleras, fue necesario colocar un pulmón con una “mancha negra” y ratas, que nada le hizo a sus ingresos.

La alimentación es afectada por diferentes factores biológicos, psicológicos, económicos y sociales. El alto consumo de bebidas endulzadas y alimentos ricos en energía (procesados y ultraprocesados) en países latinoamericanos debe ser un tema en la agenda de salud, en el que no sólo se evalúe el impacto de estos productos en la salud, sino también la producción, distribución y venta para ayudar a desincentivar su consumo.

En esta ocasión se atendió el etiquetado “claro y comprensible” sobre los contenidos de cada producto y —course— sin llegar a ser publicidad engañosa, pero ese es otro tema. En México y Estados Unidos se venden versiones que contienen jarabe de maíz de alta fructosa en su formulación. La absorción y el metabolismo diferenciado de la glucosa y la fructosa se han asociado con exceso de peso y desarrollo de dislipidemias, ya que, al ser trasladada dentro de la célula por un transportador independiente de insulina, interviene con las señales de saciedad, es decir: te da más hambre.

Por lo tanto, la evidencia sugiere que el sobreconsumo de bebidas endulzadas contribuye al incremento del sobrepeso y la obesidad, así como de sus comorbilidades asociadas, independientemente del endulzante que contengan. Entre ellas están refrescos, bebidas refrescantes de fruta, bebidas de fantasía, jugos, néctares, bebidas para deportistas y energéticas.

Pero esto ¿se incluirá en el etiquetado? Debería. Durante años, y especialmente en los dos últimos sexenios, organizaciones de la sociedad civil, acompañadas por organismos e instituciones internacionales incluso la Organización Mundial de la Salud (OMS) lucharon por que en México, un país con los mayores índices de obesidad y diabetes en el mundo, se tuviera un etiquetado claro.

La poderosa industria de la comida chatarra, los legisladores y los gobiernos federales protegieron a los grandes corporativos, en su mayoría trasnacionales, por lo que luchadores sociales denunciaron durante años contubernio y corrupción entre funcionarios y empresas, lo que les permitió un negocio de ganancias multimillonarias, sin necesidad de advertir a los consumidores qué es lo que se llevaban a la boca.

Los diputados federales aceleraron sus labores y aprobaron en días pasados la iniciativa sobre el etiquetado, luego de que con 455 votos a favor y sólo tres abstenciones, ya que nadie estuvo en contra, la Cámara Baja aprobó en lo general y en lo particular la reforma de la Ley General de Salud para que etiquetas de alimentos y bebidas industrializadas incluyan información clara de los contenidos dañinos a la salud.

“El etiquetado frontal de advertencia deberá hacerse en forma separada e independiente a la declaración de ingredientes e información nutrimental, para indicar los productos que excedan los límites máximos de contenido energético, azúcares añadidos, grasas saturadas, sodio y los demás nutrimentos críticos e ingredientes que establezcan las disposiciones normativas competentes”, establece la reforma en mención. Posteriormente fue enviada al Senado de la República para su análisis. Así qué tiene que ver que trabajen, caray.

Dr. César Álvarez Pacheco

cesar_ap@hotmail.com

@cesar_alvarezp

Huatabampo, Sonora.