/ martes 27 de octubre de 2020

Salud y bienestar | Cáncer de mama y los “otros datos”

El Seguro Popular se financió con recursos que el Gobierno federal aportaba según el número de beneficiarios por Estado; ahora se deja a discreción del Ejecutivo la cantidad de dinero destinada a cada Estado, lo que facilita se apoye a los gobiernos de su facción y se castigue a los de oposición. Opacidad propiciará corrupción, es la palabra que tanto le gusta.

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Se eliminó también el Fondo de Protección para Gastos Catastróficos que funcionaba como presupuesto para financiar las enfermedades de alto costo y más complejas como el cáncer, hepatitis, cuidados intensivos neonatales, etc., y que permitía exentar del pago a los beneficiarios, particularmente los más pobres.

Se eliminó todo con la pretensión de que ahora todo será gratuito para todos, y hasta hoy lo único que ha provocado es más desbalances, desabastos, desprotección, y un dolor en las familias de pacientes que han interrumpido sus tratamientos o fallecido por falta de alguno de ellos.

El Seguro Popular implicaba la coordinación entre las distintas autoridades de salud, federales y locales, con demostrados resultados exitosos, según Coneval: pasamos en 2008 de 42.8 millones de mexicanos carentes de acceso a servicios de salud, a 19.1 millones en 2016; el porcentaje de hogares en pobreza extrema sin financiamiento de enfermedades crónicas graves disminuyó del 5.2 % en 2004, al 2% en 2016.

Faltaba mucho por hacer o mejorar, pero el Seguro Popular iba en la dirección correcta. La política es el arte del bien común posible (y de evitar males) a partir de lo real, del aquí y ahora incrementalismo, realismo crítico.

Pero hoy “se tienen otros datos” (¿?) Si desde el proceso de desaparición del Seguro Popular y su transformación en el Instituto de Salud para el Bienestar (Insabi) las mujeres con esta enfermedad ya venían arrastrando problemas, con la llegada del Covid-19 su situación empeoró.

El pasado 19 de octubre se celebró el Día Internacional de la Lucha contra el Cáncer y, aunque hay muchos programas para prevenir esta enfermedad, aún hay grandes brechas en la atención de las mujeres que tienen este padecimiento. Por eso la atención a tiempo resulta clave.

El cáncer de mama es el tumor maligno más frecuente entre las mujeres en el mundo. En México representa la primera causa de muerte por cáncer en las mujeres. Más de cinco mil fallecen a causa de esta enfermedad. Pese a esta evidencia, de acuerdo con un avance de la encuesta que publica la revista The Lancet, se reporta, por ejemplo, que de 142 mujeres, ubicadas en cinco estados, el 58% de quienes se atienden en una institución pública de nuestro país, no ha recibido atención ni tratamiento durante la pandemia.

De las mujeres encuestadas, el 60% afirma que la desaparición del Seguro Popular y la entrada del Insabi ha sido clave en la interrupción de su tratamiento, y 67%, que ha tenido que comprar el medicamento por su cuenta. Mientras que el 33% dijo que no pueden adquirir su medicamento debido a la falta de recursos económicos. Y es que 8 de cada diez mujeres que padecen cáncer de mama en México ha visto interrumpido su tratamiento en el último año debido a la desaparición del Seguro Popular, al desabasto de medicamentos oncológicos y a los estragos de la pandemia.

Actualmente la cifra de decesos por cáncer de mama es de 15 por día, conforme a datos de la Secretaría de Salud y la cifra que proyecta para 2021 es poco alentadora, pues se estima llegue a un promedio 20 muertes diarias, lo que constituiría una cifra histórica en el país.

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Con la llegada de Insabi, también llegaron, la falta de reglas de operación, la falta de acceso a medicamentos, largos procesos y tiempos de espera en hospitales, falta de atención y saturación de los servicios y el desconocimiento de su operación como tal.

Del mismo modo, el 72% de personas no ha presentado quejas porque no saben cómo hacerlas y sólo el 28% de las pacientes las han presentado a través de oficios, directamente con las autoridades, en redes sociales o han promovido amparos. Ojalá se corrija el rumbo.



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Se eliminó también el Fondo de Protección para Gastos Catastróficos que funcionaba como presupuesto para financiar las enfermedades de alto costo y más complejas como el cáncer, hepatitis, cuidados intensivos neonatales, etc., y que permitía exentar del pago a los beneficiarios, particularmente los más pobres.

Se eliminó todo con la pretensión de que ahora todo será gratuito para todos, y hasta hoy lo único que ha provocado es más desbalances, desabastos, desprotección, y un dolor en las familias de pacientes que han interrumpido sus tratamientos o fallecido por falta de alguno de ellos.

El Seguro Popular implicaba la coordinación entre las distintas autoridades de salud, federales y locales, con demostrados resultados exitosos, según Coneval: pasamos en 2008 de 42.8 millones de mexicanos carentes de acceso a servicios de salud, a 19.1 millones en 2016; el porcentaje de hogares en pobreza extrema sin financiamiento de enfermedades crónicas graves disminuyó del 5.2 % en 2004, al 2% en 2016.

Faltaba mucho por hacer o mejorar, pero el Seguro Popular iba en la dirección correcta. La política es el arte del bien común posible (y de evitar males) a partir de lo real, del aquí y ahora incrementalismo, realismo crítico.

Pero hoy “se tienen otros datos” (¿?) Si desde el proceso de desaparición del Seguro Popular y su transformación en el Instituto de Salud para el Bienestar (Insabi) las mujeres con esta enfermedad ya venían arrastrando problemas, con la llegada del Covid-19 su situación empeoró.

El pasado 19 de octubre se celebró el Día Internacional de la Lucha contra el Cáncer y, aunque hay muchos programas para prevenir esta enfermedad, aún hay grandes brechas en la atención de las mujeres que tienen este padecimiento. Por eso la atención a tiempo resulta clave.

El cáncer de mama es el tumor maligno más frecuente entre las mujeres en el mundo. En México representa la primera causa de muerte por cáncer en las mujeres. Más de cinco mil fallecen a causa de esta enfermedad. Pese a esta evidencia, de acuerdo con un avance de la encuesta que publica la revista The Lancet, se reporta, por ejemplo, que de 142 mujeres, ubicadas en cinco estados, el 58% de quienes se atienden en una institución pública de nuestro país, no ha recibido atención ni tratamiento durante la pandemia.

De las mujeres encuestadas, el 60% afirma que la desaparición del Seguro Popular y la entrada del Insabi ha sido clave en la interrupción de su tratamiento, y 67%, que ha tenido que comprar el medicamento por su cuenta. Mientras que el 33% dijo que no pueden adquirir su medicamento debido a la falta de recursos económicos. Y es que 8 de cada diez mujeres que padecen cáncer de mama en México ha visto interrumpido su tratamiento en el último año debido a la desaparición del Seguro Popular, al desabasto de medicamentos oncológicos y a los estragos de la pandemia.

Actualmente la cifra de decesos por cáncer de mama es de 15 por día, conforme a datos de la Secretaría de Salud y la cifra que proyecta para 2021 es poco alentadora, pues se estima llegue a un promedio 20 muertes diarias, lo que constituiría una cifra histórica en el país.

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Con la llegada de Insabi, también llegaron, la falta de reglas de operación, la falta de acceso a medicamentos, largos procesos y tiempos de espera en hospitales, falta de atención y saturación de los servicios y el desconocimiento de su operación como tal.

Del mismo modo, el 72% de personas no ha presentado quejas porque no saben cómo hacerlas y sólo el 28% de las pacientes las han presentado a través de oficios, directamente con las autoridades, en redes sociales o han promovido amparos. Ojalá se corrija el rumbo.



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