/ martes 25 de agosto de 2020

Salud y bienestar | Sputnik

Cuando el presidente estadounidense John F. Kennedy propuso al Congreso y a los ciudadanos de Estados Unidos el compromiso de enviar astronautas a la Luna, sus motivos eran obvios; Una carrera contra la Unión Soviética. Hoy la carrera fue por una vacuna, y ya se declaró un vencedor.

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La decisión de Kennedy de competir con la Unión Soviética en ser el primero en llegar a la Luna se produjo en respuesta al viaje espacial, el 12 de abril de 1961, de Yuri Gagarin, un cosmonauta soviético.

Rusia había sido el primer país en lanzar un satélite, el Sputnik 1, en octubre de 1957, y había humillado a Estados Unidos en ser el primero en colocar un hombre en la órbita terrestre.

Había mucho en juego: por un lado, la continuidad del liderazgo de Estados Unidos a los ojos de muchos países de Europa y Asia; por otro, la lealtad de los nuevos países independientes de África y otros continentes, que por entonces empezaban a sacudirse su pasado colonial y buscaban una forma de organización de su futuro político y social.

El prestigio internacional que resultaría de tal logro, le aseguraron a Kennedy, sería parte de la batalla que se libraba en el frente difuso de la Guerra Fría.

El impacto del alunizaje del Apolo 11 fue inmediato, mundial y positivo. Incluso hoy, la mayoría de quienes presenciaron o escucharon aquel día la retransmisión de los primeros pasos en la Luna recuerdan perfectamente dónde estaban en ese momento.

Sin duda un evento histórico en la mente de muchos, sin embargo hoy la carrera fue por una vacuna; la vacuna del SarsCov2, mismo que ha causado un impacto mundial desde su propagación en su ciudad de origen, China. Rusia no se quiso quedar atrás y le recordó al mundo su capacidad para ser potencia mundial y mandó un mensaje en el nombre: Vacuna Sputnik V.

El lograr una vacuna contra el Covid-19 se convirtió desde el primer anuncio de la pandemia en la prioridad de cada gobierno y más de 200 laboratorios del planeta trabajan desde entonces contrarreloj para encontrar una solución que termine con esta terrible pandemia.

En estas condiciones, el anuncio del presidente ruso, Vladimir Putin, indicando que el Centro Nacional de Investigación de Epidemiología y Microbiología Gamaleya ha registrado la vacuna rusa contra el coronavirus Sputnik V en el registro estatal de medicamentos del Ministerio de Salud, la cual provocó no sólo alegría, sino también desató estupor y dudas sobre la calidad, eficiencia y seguridad de esta vacuna.

Y no podía ser otra la reacción para quien un país como Rusia, que recién pasó del socialismo al capitalismo, se esperaría no tener la capacidad de convertirse en el primero en el mundo en producir la vacuna contra el temible Covid-19. Sin embargo, el mismo día del anuncio del registro de su vacuna Sputnik V han recibido pedidos por 1,000 millones de vacunas de 20 países.

No hay que olvidar que el mercado mundial farmacéutico es de 1.3 millones de millones de dólares y la misma Johnson & Johnson que está preparando su vacuna contra el Covid-19 ya proyectó obtener en 2020 más de 86,000 millones de dólares. La inesperada entrada de Rusia en este mercado farmacéutico está haciendo peligrar sus cálculos financieros.

Por otro lado, México y Argentina anunciaron la semana pasada un acuerdo con farmacéuticas de ambas naciones para producir de forma conjunta la vacuna que desarrollan la compañía AstraZeneca y la Universidad de Oxford, cuya producción comenzaría en el primer trimestre de 2021.

El gobierno de México, además, ha firmado convenios con un laboratorio de Estados Unidos y dos de China para acoger ensayos clínicos de la fase 3 del protocolo para la vacuna de Covid-19, anunció Ebrard la semana pasada.

Ebrard también se interesó por la vacuna rusa y hasta el mismo Presidente mencionó que sería el primero en aplicársela. No olvidemos que el canciller Ebrard es excelente con las relaciones públicas y por lo mismo le quedó el cargo “como anillo al dedo”. Veremos después el desenlace con la carrera hacia la esperada vacuna.

Cuando el presidente estadounidense John F. Kennedy propuso al Congreso y a los ciudadanos de Estados Unidos el compromiso de enviar astronautas a la Luna, sus motivos eran obvios; Una carrera contra la Unión Soviética. Hoy la carrera fue por una vacuna, y ya se declaró un vencedor.

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La decisión de Kennedy de competir con la Unión Soviética en ser el primero en llegar a la Luna se produjo en respuesta al viaje espacial, el 12 de abril de 1961, de Yuri Gagarin, un cosmonauta soviético.

Rusia había sido el primer país en lanzar un satélite, el Sputnik 1, en octubre de 1957, y había humillado a Estados Unidos en ser el primero en colocar un hombre en la órbita terrestre.

Había mucho en juego: por un lado, la continuidad del liderazgo de Estados Unidos a los ojos de muchos países de Europa y Asia; por otro, la lealtad de los nuevos países independientes de África y otros continentes, que por entonces empezaban a sacudirse su pasado colonial y buscaban una forma de organización de su futuro político y social.

El prestigio internacional que resultaría de tal logro, le aseguraron a Kennedy, sería parte de la batalla que se libraba en el frente difuso de la Guerra Fría.

El impacto del alunizaje del Apolo 11 fue inmediato, mundial y positivo. Incluso hoy, la mayoría de quienes presenciaron o escucharon aquel día la retransmisión de los primeros pasos en la Luna recuerdan perfectamente dónde estaban en ese momento.

Sin duda un evento histórico en la mente de muchos, sin embargo hoy la carrera fue por una vacuna; la vacuna del SarsCov2, mismo que ha causado un impacto mundial desde su propagación en su ciudad de origen, China. Rusia no se quiso quedar atrás y le recordó al mundo su capacidad para ser potencia mundial y mandó un mensaje en el nombre: Vacuna Sputnik V.

El lograr una vacuna contra el Covid-19 se convirtió desde el primer anuncio de la pandemia en la prioridad de cada gobierno y más de 200 laboratorios del planeta trabajan desde entonces contrarreloj para encontrar una solución que termine con esta terrible pandemia.

En estas condiciones, el anuncio del presidente ruso, Vladimir Putin, indicando que el Centro Nacional de Investigación de Epidemiología y Microbiología Gamaleya ha registrado la vacuna rusa contra el coronavirus Sputnik V en el registro estatal de medicamentos del Ministerio de Salud, la cual provocó no sólo alegría, sino también desató estupor y dudas sobre la calidad, eficiencia y seguridad de esta vacuna.

Y no podía ser otra la reacción para quien un país como Rusia, que recién pasó del socialismo al capitalismo, se esperaría no tener la capacidad de convertirse en el primero en el mundo en producir la vacuna contra el temible Covid-19. Sin embargo, el mismo día del anuncio del registro de su vacuna Sputnik V han recibido pedidos por 1,000 millones de vacunas de 20 países.

No hay que olvidar que el mercado mundial farmacéutico es de 1.3 millones de millones de dólares y la misma Johnson & Johnson que está preparando su vacuna contra el Covid-19 ya proyectó obtener en 2020 más de 86,000 millones de dólares. La inesperada entrada de Rusia en este mercado farmacéutico está haciendo peligrar sus cálculos financieros.

Por otro lado, México y Argentina anunciaron la semana pasada un acuerdo con farmacéuticas de ambas naciones para producir de forma conjunta la vacuna que desarrollan la compañía AstraZeneca y la Universidad de Oxford, cuya producción comenzaría en el primer trimestre de 2021.

El gobierno de México, además, ha firmado convenios con un laboratorio de Estados Unidos y dos de China para acoger ensayos clínicos de la fase 3 del protocolo para la vacuna de Covid-19, anunció Ebrard la semana pasada.

Ebrard también se interesó por la vacuna rusa y hasta el mismo Presidente mencionó que sería el primero en aplicársela. No olvidemos que el canciller Ebrard es excelente con las relaciones públicas y por lo mismo le quedó el cargo “como anillo al dedo”. Veremos después el desenlace con la carrera hacia la esperada vacuna.