/ miércoles 4 de noviembre de 2020

Andanzas | Hasta que se entienda

La pandemia del coronavirus trae al mundo de cabeza por el repunte de casos en algunos países de Europa, en Estados Unidos, en México, por supuesto, al grado que ya dos entidades volvieron al semáforo rojo: Chihuahua y Durango.

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A veces parece una batalla perdida, como nadar contra corriente ante tantas personas que insisten en hacer caso omiso a las disposiciones oficiales. Es inconcebible que algo tan sencillo como lavarse las manos, usar gel antibacterial y cubrebocas nos tenga todavía como al inicio y como cuando la crisis por la aparición de la influenza AH1N1.

La higiene es básica. La gente necia, la que cree que no le pasará nada reta su propia salud y lo hace a costa de todas las personas con quienes interactúa sin protegerse. Como los hombres que se rehúsan a utilizar condón al tener relaciones sexuales “porque no se siente igual”, pasando por alto el riesgo de contagiar o contagiarse de alguna enfermedad o de embarazar a su pareja.

Habemos quienes tenemos desde marzo sin salir de la ciudad, sin ver a nuestros seres queridos que viven fuera, porque no sabemos si en ese momento somos asintomáticos y podemos contagiarlos, mientras que otros van y vienen con singular alegría, algunos ya con consecuencias fatales por llevar el coronavirus a sus familiares.

Cubrebocas obligatorio, pero…

¿Para qué tanto brinco estando el piso tan parejo? En el Congreso de Sonora se aprobó por mayoría el uso obligatorio del cubrebocas “en espacios públicos o de uso común, en el interior de establecimientos ya sea de comercio, industria o servicios, centros de trabajo de cualquier ramo, centros comerciales, considerados como esenciales o no esenciales; así como para usuarios, operadores y conductores de los servicios de transporte de pasajeros y transporte de carga en las modalidades señaladas en la ley de la materia”.

Claro que esto quedó plasmado como algo complementario, que no suple a otras medidas como la sana distancia y la higiene con el lavado de manos, sólo que, al no haberse establecido algún tipo de sanción, ni económica ni de servicio comunitario, de poco servirá, porque no pasará de un simple regaño o la negativa a ingresar a algún negocio.

Parece más bien una oportunidad perdida de las y los legisladores locales. ¿Puede más el miedo al enojo de los irresponsables, en plena coyuntura electoral que el bien mayor, que es la salud de toda la población? Le temblaron las corvas para aplicarse, porque está visto que, para muchas personas, si no les duele en el bolsillo, nomás no hacen caso.

Y luego está el subsecretario de Salud federal, Hugo López-Gatell, que ya cayó de mi gracia y sigue en su plan de mula, quizá creyendo que es darles gusto a los adversarios del presidente Andrés Manuel López Obrador el uso del cubrebocas y por eso se niega a que ambos pongan el ejemplo utilizándolo en todo momento. Ya sólo queda aplicar el “sálvese quien pueda”, literal.

Si no queremos que Sonora se convierta en la siguiente entidad en volver al semáforo rojo, la solución es sencilla: acatar el protocolo de salud: cubrebocas, sana distancia, lavado frecuente de manos con agua y jabón, uso de gel antibacterial, respetar el aforo establecido por las autoridades sanitarias en supermercados, centros comerciales y todo tipo de negocios.

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Todo es cuestión de voluntad. Sin eso, esto va a continuar hasta que las famosas vacunas en proceso prueben que no causan daños colaterales y sólo así, quizá la tendencia al alza en los contagios y las muertes logre detenerse.

Hasta el próximo miércoles.

La pandemia del coronavirus trae al mundo de cabeza por el repunte de casos en algunos países de Europa, en Estados Unidos, en México, por supuesto, al grado que ya dos entidades volvieron al semáforo rojo: Chihuahua y Durango.

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A veces parece una batalla perdida, como nadar contra corriente ante tantas personas que insisten en hacer caso omiso a las disposiciones oficiales. Es inconcebible que algo tan sencillo como lavarse las manos, usar gel antibacterial y cubrebocas nos tenga todavía como al inicio y como cuando la crisis por la aparición de la influenza AH1N1.

La higiene es básica. La gente necia, la que cree que no le pasará nada reta su propia salud y lo hace a costa de todas las personas con quienes interactúa sin protegerse. Como los hombres que se rehúsan a utilizar condón al tener relaciones sexuales “porque no se siente igual”, pasando por alto el riesgo de contagiar o contagiarse de alguna enfermedad o de embarazar a su pareja.

Habemos quienes tenemos desde marzo sin salir de la ciudad, sin ver a nuestros seres queridos que viven fuera, porque no sabemos si en ese momento somos asintomáticos y podemos contagiarlos, mientras que otros van y vienen con singular alegría, algunos ya con consecuencias fatales por llevar el coronavirus a sus familiares.

Cubrebocas obligatorio, pero…

¿Para qué tanto brinco estando el piso tan parejo? En el Congreso de Sonora se aprobó por mayoría el uso obligatorio del cubrebocas “en espacios públicos o de uso común, en el interior de establecimientos ya sea de comercio, industria o servicios, centros de trabajo de cualquier ramo, centros comerciales, considerados como esenciales o no esenciales; así como para usuarios, operadores y conductores de los servicios de transporte de pasajeros y transporte de carga en las modalidades señaladas en la ley de la materia”.

Claro que esto quedó plasmado como algo complementario, que no suple a otras medidas como la sana distancia y la higiene con el lavado de manos, sólo que, al no haberse establecido algún tipo de sanción, ni económica ni de servicio comunitario, de poco servirá, porque no pasará de un simple regaño o la negativa a ingresar a algún negocio.

Parece más bien una oportunidad perdida de las y los legisladores locales. ¿Puede más el miedo al enojo de los irresponsables, en plena coyuntura electoral que el bien mayor, que es la salud de toda la población? Le temblaron las corvas para aplicarse, porque está visto que, para muchas personas, si no les duele en el bolsillo, nomás no hacen caso.

Y luego está el subsecretario de Salud federal, Hugo López-Gatell, que ya cayó de mi gracia y sigue en su plan de mula, quizá creyendo que es darles gusto a los adversarios del presidente Andrés Manuel López Obrador el uso del cubrebocas y por eso se niega a que ambos pongan el ejemplo utilizándolo en todo momento. Ya sólo queda aplicar el “sálvese quien pueda”, literal.

Si no queremos que Sonora se convierta en la siguiente entidad en volver al semáforo rojo, la solución es sencilla: acatar el protocolo de salud: cubrebocas, sana distancia, lavado frecuente de manos con agua y jabón, uso de gel antibacterial, respetar el aforo establecido por las autoridades sanitarias en supermercados, centros comerciales y todo tipo de negocios.

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Todo es cuestión de voluntad. Sin eso, esto va a continuar hasta que las famosas vacunas en proceso prueben que no causan daños colaterales y sólo así, quizá la tendencia al alza en los contagios y las muertes logre detenerse.

Hasta el próximo miércoles.