/ domingo 19 de febrero de 2023

Andanzas | Prisión perpetua, misoginia y LGBT-fobia

La sentencia de prisión perpetua que se esperaba en Argentina para Magdalena Espósito Valenti y Abigail Páez, por el asesinato del niño Lucio Dupuy, hijo biológico de la primera e hijastro de la segunda, se confirmó el 17 de febrero al conocerse la decisión en ese sentido de los jueces y la jueza a cargo.

Un par de semanas antes habían sido declaradas culpables, la madre por homicidio triplemente calificado por el vínculo, alevosía y ensañamiento, mientras que su novia por homicidio doblemente calificado por alevosía y ensañamiento, en concurso real con el delito de abuso sexual agravado, al tratarse de la guardadora y haberse cometido contra un menor de 18 años, aprovechando la situación de convivencia preexistente, como delito continuado.

La sentencia, sin duda, responde a la gravedad del caso, así como a la presión de la opinión pública y la familia paterna de Lucio, principalmente los abuelos, quienes insisten en que se trató de un crimen de odio al género masculino y en que la madre también debe ser condenada por el abuso sexual.

Reacciones de odio y cambios necesarios

En casos de violencia protagonizada por mujeres, como este atroz crimen, la derecha y los grupos ultraconservadores tratan de capitalizar los hechos desde su profunda misoginia incitando al odio hacia el movimiento feminista, al que casi culpan de todos los males sociales.

Si en lugar de polarizar más a la opinión pública al culpar al feminismo y proferir un sinfín de insultos hacia la comunidad Lgbti, por los hechos de dos mujeres, se despojaran de prejuicios, surgirían más propuestas como la llamada “Ley Lucio”, aprobada en la Cámara de Diputados del país sudamericano, que obligaría a los funcionarios públicos a capacitarse sobre violencia contra niños y adolescentes.

Esta iniciativa todavía debe pasar la aduana del Senado y sería importante que, al igual que el mensaje que se envía con la sentencia de prisión perpetua, se hicieran las adecuaciones legales necesarias para establecer protocolos de actuación cuando se detecte en cualquier ámbito un posible maltrato a un menor. Y eso sería sólo un primer paso.

Cambio de cultura

Quizá porque acá en México y particularmente en Sonora, desafortunadamente, la violencia intrafamiliar y la violencia de género están a la orden del día es que se ha “normalizado” y es común ver en las noticias casos de madres e hijos maltratados —o maltratadores—, hijos abusados, o jovencitas desaparecidas, cuyos cuerpos luego son encontrados con signos de violencia.

Hay avances importantes y abundaré en ellos en otro momento, pero esto sucedido en Argentina no deja de ser una alerta más y seria.

La juventud necesita de padres y madres que entiendan que, en buena parte las hijas, los hijos repiten lo que ven en casa, si son actitudes racista y clasistas, si es el odio hacia quienes son distintos en origen étnico, religioso, orientación sexual, clase social. Y también es lo que ven en su entorno, si no les ponen un alto, cuando se cruzan los límites del respeto a la dignidad de las otras personas.

Me queda claro que los grupos conservadores van a seguir impulsando su agenda de mantener un sistema patriarcal que ha probado hasta el cansancio ser el responsable de tanta violencia y del resquebrajamiento social, atizando odio hacia lo que ellos llaman ‘ideología de género’, un concepto creado por ellos mismos para atacar la lucha del movimiento feminista y de los derechos LGBT.

Toca a la sociedad misma no caer en ese juego y separar bien las cosas.

Las sentencias de prisión perpetua en los asesinatos de Lucio Dupuy y Fernando Báez Sosa son ejemplares y ojalá quedaran firmes en la siguiente instancia, donde los defensores de las y los condenados buscarán reducir y hasta dejar sin efecto las penas. Ya se verá.

Por lo pronto, Máximo Thomsen, Luciano Pertossi, Ciro Pertossi, Enzo Comelli y Matías Benicelli —quienes recibieron sentencia de prisión perpetua—, Lucas Pertossi, Ayrton Viollaz y Blas Cinalli —15 años de prisión—, todos por homicidio doblemente agravado por el concurso de dos o más personas en perjuicio de Fernando Báez, deberán enfrentar las consecuencias de la brutalidad con que actuaron.

De la misma forma que Magdalena Espósito y Abigail Páez estarán por el resto de sus vidas por la tortura y crueldad con que asesinaron al pequeño Lucio.

El día que el sistema judicial en México se conduzca así, con estricto apego a derecho, dejaremos de ver cómo dejan en libertad a feminicidas, a violadores, a pederastas, a autores materiales de crímenes de odio. La pelota está en su cancha.

Hasta la próxima.

Maestra en Ciencias Sociales con especialidad en Políticas Públicas por El Colegio de Sonora y Licenciada en Ciencias de la Comunicación por la Universidad de Sonora.

Twitter: @AlvaradoVMarce


La sentencia de prisión perpetua que se esperaba en Argentina para Magdalena Espósito Valenti y Abigail Páez, por el asesinato del niño Lucio Dupuy, hijo biológico de la primera e hijastro de la segunda, se confirmó el 17 de febrero al conocerse la decisión en ese sentido de los jueces y la jueza a cargo.

Un par de semanas antes habían sido declaradas culpables, la madre por homicidio triplemente calificado por el vínculo, alevosía y ensañamiento, mientras que su novia por homicidio doblemente calificado por alevosía y ensañamiento, en concurso real con el delito de abuso sexual agravado, al tratarse de la guardadora y haberse cometido contra un menor de 18 años, aprovechando la situación de convivencia preexistente, como delito continuado.

La sentencia, sin duda, responde a la gravedad del caso, así como a la presión de la opinión pública y la familia paterna de Lucio, principalmente los abuelos, quienes insisten en que se trató de un crimen de odio al género masculino y en que la madre también debe ser condenada por el abuso sexual.

Reacciones de odio y cambios necesarios

En casos de violencia protagonizada por mujeres, como este atroz crimen, la derecha y los grupos ultraconservadores tratan de capitalizar los hechos desde su profunda misoginia incitando al odio hacia el movimiento feminista, al que casi culpan de todos los males sociales.

Si en lugar de polarizar más a la opinión pública al culpar al feminismo y proferir un sinfín de insultos hacia la comunidad Lgbti, por los hechos de dos mujeres, se despojaran de prejuicios, surgirían más propuestas como la llamada “Ley Lucio”, aprobada en la Cámara de Diputados del país sudamericano, que obligaría a los funcionarios públicos a capacitarse sobre violencia contra niños y adolescentes.

Esta iniciativa todavía debe pasar la aduana del Senado y sería importante que, al igual que el mensaje que se envía con la sentencia de prisión perpetua, se hicieran las adecuaciones legales necesarias para establecer protocolos de actuación cuando se detecte en cualquier ámbito un posible maltrato a un menor. Y eso sería sólo un primer paso.

Cambio de cultura

Quizá porque acá en México y particularmente en Sonora, desafortunadamente, la violencia intrafamiliar y la violencia de género están a la orden del día es que se ha “normalizado” y es común ver en las noticias casos de madres e hijos maltratados —o maltratadores—, hijos abusados, o jovencitas desaparecidas, cuyos cuerpos luego son encontrados con signos de violencia.

Hay avances importantes y abundaré en ellos en otro momento, pero esto sucedido en Argentina no deja de ser una alerta más y seria.

La juventud necesita de padres y madres que entiendan que, en buena parte las hijas, los hijos repiten lo que ven en casa, si son actitudes racista y clasistas, si es el odio hacia quienes son distintos en origen étnico, religioso, orientación sexual, clase social. Y también es lo que ven en su entorno, si no les ponen un alto, cuando se cruzan los límites del respeto a la dignidad de las otras personas.

Me queda claro que los grupos conservadores van a seguir impulsando su agenda de mantener un sistema patriarcal que ha probado hasta el cansancio ser el responsable de tanta violencia y del resquebrajamiento social, atizando odio hacia lo que ellos llaman ‘ideología de género’, un concepto creado por ellos mismos para atacar la lucha del movimiento feminista y de los derechos LGBT.

Toca a la sociedad misma no caer en ese juego y separar bien las cosas.

Las sentencias de prisión perpetua en los asesinatos de Lucio Dupuy y Fernando Báez Sosa son ejemplares y ojalá quedaran firmes en la siguiente instancia, donde los defensores de las y los condenados buscarán reducir y hasta dejar sin efecto las penas. Ya se verá.

Por lo pronto, Máximo Thomsen, Luciano Pertossi, Ciro Pertossi, Enzo Comelli y Matías Benicelli —quienes recibieron sentencia de prisión perpetua—, Lucas Pertossi, Ayrton Viollaz y Blas Cinalli —15 años de prisión—, todos por homicidio doblemente agravado por el concurso de dos o más personas en perjuicio de Fernando Báez, deberán enfrentar las consecuencias de la brutalidad con que actuaron.

De la misma forma que Magdalena Espósito y Abigail Páez estarán por el resto de sus vidas por la tortura y crueldad con que asesinaron al pequeño Lucio.

El día que el sistema judicial en México se conduzca así, con estricto apego a derecho, dejaremos de ver cómo dejan en libertad a feminicidas, a violadores, a pederastas, a autores materiales de crímenes de odio. La pelota está en su cancha.

Hasta la próxima.

Maestra en Ciencias Sociales con especialidad en Políticas Públicas por El Colegio de Sonora y Licenciada en Ciencias de la Comunicación por la Universidad de Sonora.

Twitter: @AlvaradoVMarce