/ domingo 12 de febrero de 2023

Andanzas | Sentencias ejemplares y odio por todos lados

Un par de brutales asesinatos en Argentina han sentado un precedente, por su gravedad, por los veredictos en los juicios orales, la movilización ciudadana para exigir justicia y por el papel de los medios de comunicación, que cumplieron, sí, con la responsabilidad social de informar, pero algunos además de lucrar con el dolor de los deudos aprovecharon para irse contra el movimiento feminista.

Primero ocurrió el crimen a golpes y patadas, sobre todo en la cabeza, del joven de 18 años Fernando Báez Sosa, el 18 de enero de 2020 en Villa Gesell, provincia de Buenos Aires, donde vacacionaban él, su novia y sus amigos.

Un grupo de jóvenes con quienes tuvo una rencilla al interior de un bar, del que todos fueron echados, le atacó por la espalda con saña hasta matarlo. El 6 de febrero, cinco de los ocho detenidos fueron sentenciados a prisión perpetua por homicidio doblemente agravado por el concurso de dos o más personas y por alevosía, mientras que el resto recibió una pena de 15 años de prisión.

El 26 de noviembre de 2021 en Santa Rosa, provincia de La Pampa fue asesinado y torturado el niño Lucio Dupuy, de 5 años de edad, también por golpes y patadas en cuerpo y cabeza, que le provocaron fracturas de cadera y costillas, estallamiento de los pulmones y fue abusado sexualmente con un objeto. Según el abuelo paterno, a su nieto además le fueron mutilados sus genitales.

Aunque durante el veredicto el 2 de febrero no se aludió a la presunta mutilación, fueron declaradas autoras materiales y responsables la madre del menor, por homicidio triplemente calificado por el vínculo, alevosía y ensañamiento; así como su novia, por homicidio doblemente calificado más el abuso sexual. La sentencia se dictará en unos días y se espera que sea prisión perpetua.

Barbarie y sueños truncados

El mundo retrocede a gran velocidad a los tiempos de barbarie. Recordar la golpiza a un adolescente al salir de una tardeada en Hermosillo hace un año, a quien otros jóvenes dejaron convulsionándose en la calle. No trascendió si hubo detenidos y sólo se dijo que sobrevivió. Acá más bien hubo silencio y poco rastro hay del hecho en redes sociales, como si se hubiera ordenado borrar toda evidencia.

En Argentina quedó un matrimonio huérfano de su hijo único, Fernando, quien soñaba con ser abogado, así como unos abuelos sumidos en el dolor por el sufrimiento de Lucio, por quien exigen que las responsables sean juzgadas por crimen de odio, al considerar que ser varón fue la razón por la que lo asesinaron.

Aquí es donde algunos medios de ese país se lanzaron contra el movimiento feminista y los activistas pro derechos de la diversidad, pese a que fue una pareja y no toda la comunidad Lgbtti+ la responsable de estas atrocidades.

Qué inhumano destino el que tuvo Lucio, un hijo al parecer no deseado, porque luego de la separación de Cristian y Magdalena, padre y madre, estuvo a cargo de sus abuelos, luego de unos tíos y más delante la madre recuperó su custodia, especulándose que fue por un programa gubernamental del que se beneficiaría.

El padre declaró en una entrevista que formó otra familia y no tenía lugar para llevarse a Lucio con él. Así que muy preocupado, no estaba, sólo los abuelos y bueno, él ya con el revuelo mediático del caso proyectaba otra imagen.

A los ‘rugbiers’, como se conoció en medios a quienes mataron a Fernando —porque varios de ellos jugaban en un equipo de rugby—, y a sus familias esto les cambió la vida para siempre, porque destruyeron su propio futuro y la tranquilidad de sus padres, que a donde vayan serán señalados.

Punto de inflexión

Si este tipo de hechos no generan un punto de inflexión que lleve, aunque suene a cliché, a padres y madres de familia, a docentes, gobierno, iniciativa privada, medios de comunicación a impulsar una verdadera cultura de la paz a fondo y no por encimita, la juventud y las infancias que están creciendo se inclinarán por la violencia como la vía para resolver cualquier conflicto.

De nada habrá valido en la Argentina misma y el resto del mundo el sufrimiento de Fernando y de Lucio si no hay un cambio de ruta dentro y fuera de casa.

Así como el Internet y las redes sociales ponen al alcance de todo el mundo un sinfín de conocimiento útil, también su uso excesivo está creando generaciones que odian por odiar de manera irracional y se refleja en la forma como interactúan fuera de las pantallas de sus celulares, tablets, computadoras y videojuegos.

Hasta la próxima.

Maestra en Ciencias Sociales con especialidad en Políticas Públicas por El Colegio de Sonora y Licenciada en Ciencias de la Comunicación por la Universidad de Sonora.

Un par de brutales asesinatos en Argentina han sentado un precedente, por su gravedad, por los veredictos en los juicios orales, la movilización ciudadana para exigir justicia y por el papel de los medios de comunicación, que cumplieron, sí, con la responsabilidad social de informar, pero algunos además de lucrar con el dolor de los deudos aprovecharon para irse contra el movimiento feminista.

Primero ocurrió el crimen a golpes y patadas, sobre todo en la cabeza, del joven de 18 años Fernando Báez Sosa, el 18 de enero de 2020 en Villa Gesell, provincia de Buenos Aires, donde vacacionaban él, su novia y sus amigos.

Un grupo de jóvenes con quienes tuvo una rencilla al interior de un bar, del que todos fueron echados, le atacó por la espalda con saña hasta matarlo. El 6 de febrero, cinco de los ocho detenidos fueron sentenciados a prisión perpetua por homicidio doblemente agravado por el concurso de dos o más personas y por alevosía, mientras que el resto recibió una pena de 15 años de prisión.

El 26 de noviembre de 2021 en Santa Rosa, provincia de La Pampa fue asesinado y torturado el niño Lucio Dupuy, de 5 años de edad, también por golpes y patadas en cuerpo y cabeza, que le provocaron fracturas de cadera y costillas, estallamiento de los pulmones y fue abusado sexualmente con un objeto. Según el abuelo paterno, a su nieto además le fueron mutilados sus genitales.

Aunque durante el veredicto el 2 de febrero no se aludió a la presunta mutilación, fueron declaradas autoras materiales y responsables la madre del menor, por homicidio triplemente calificado por el vínculo, alevosía y ensañamiento; así como su novia, por homicidio doblemente calificado más el abuso sexual. La sentencia se dictará en unos días y se espera que sea prisión perpetua.

Barbarie y sueños truncados

El mundo retrocede a gran velocidad a los tiempos de barbarie. Recordar la golpiza a un adolescente al salir de una tardeada en Hermosillo hace un año, a quien otros jóvenes dejaron convulsionándose en la calle. No trascendió si hubo detenidos y sólo se dijo que sobrevivió. Acá más bien hubo silencio y poco rastro hay del hecho en redes sociales, como si se hubiera ordenado borrar toda evidencia.

En Argentina quedó un matrimonio huérfano de su hijo único, Fernando, quien soñaba con ser abogado, así como unos abuelos sumidos en el dolor por el sufrimiento de Lucio, por quien exigen que las responsables sean juzgadas por crimen de odio, al considerar que ser varón fue la razón por la que lo asesinaron.

Aquí es donde algunos medios de ese país se lanzaron contra el movimiento feminista y los activistas pro derechos de la diversidad, pese a que fue una pareja y no toda la comunidad Lgbtti+ la responsable de estas atrocidades.

Qué inhumano destino el que tuvo Lucio, un hijo al parecer no deseado, porque luego de la separación de Cristian y Magdalena, padre y madre, estuvo a cargo de sus abuelos, luego de unos tíos y más delante la madre recuperó su custodia, especulándose que fue por un programa gubernamental del que se beneficiaría.

El padre declaró en una entrevista que formó otra familia y no tenía lugar para llevarse a Lucio con él. Así que muy preocupado, no estaba, sólo los abuelos y bueno, él ya con el revuelo mediático del caso proyectaba otra imagen.

A los ‘rugbiers’, como se conoció en medios a quienes mataron a Fernando —porque varios de ellos jugaban en un equipo de rugby—, y a sus familias esto les cambió la vida para siempre, porque destruyeron su propio futuro y la tranquilidad de sus padres, que a donde vayan serán señalados.

Punto de inflexión

Si este tipo de hechos no generan un punto de inflexión que lleve, aunque suene a cliché, a padres y madres de familia, a docentes, gobierno, iniciativa privada, medios de comunicación a impulsar una verdadera cultura de la paz a fondo y no por encimita, la juventud y las infancias que están creciendo se inclinarán por la violencia como la vía para resolver cualquier conflicto.

De nada habrá valido en la Argentina misma y el resto del mundo el sufrimiento de Fernando y de Lucio si no hay un cambio de ruta dentro y fuera de casa.

Así como el Internet y las redes sociales ponen al alcance de todo el mundo un sinfín de conocimiento útil, también su uso excesivo está creando generaciones que odian por odiar de manera irracional y se refleja en la forma como interactúan fuera de las pantallas de sus celulares, tablets, computadoras y videojuegos.

Hasta la próxima.

Maestra en Ciencias Sociales con especialidad en Políticas Públicas por El Colegio de Sonora y Licenciada en Ciencias de la Comunicación por la Universidad de Sonora.