/ viernes 11 de marzo de 2022

Bio-Informando | Mujeres radioactivas

En publicaciones pasadas ya hice mención de dos mujeres grandes en la ciencia: Florence Bell y Rosalind Franklin; ambas involucradas en el desciframiento de la estructura del ADN.

En el marco de las efemérides de días pasados, me gustaría incluir a este dúo otra gran científica: Marie Curie a quien se le atribuye el descubrimiento de los elementos radioactivos polonio y radio haciéndose acreedora de dos Premios Nobel y para ese entonces convertirse en la primera mujer en recibir dicha distinción.

Leyendo las biografías de estas científicas inspiradoras pude detectar que entre ellas hay varias similitudes. La primera de ellas es que dentro de sus trabajos de investigación se vieron expuestas a la radiación. En el caso de Bell y Franklin, recurrieron al uso de rayos X para hacer posible la descripción de la doble cadena del ADN. Por su parte, Marie Curie se vio expuesta también a radiación por la naturaleza de los elementos químicos que descubrió.

El uso de los rayos X, el polonio y el radio es ambivalente, ya que a pesar de ser realmente útiles para varias aplicaciones, la exposición prolongada puede ser perjudicial para la salud del individuo y como evidencia de ello, le pasó factura a Franklin falleciendo de cáncer de ovario a sus 37 años y a Curie al detonársele una anemia perniciosa.

Otra coincidencia que encontré en las tres, fue el ambiente hostil para las mujeres de su tiempo para desenvolverse dentro de la ciencia. En el caso de Marie Curie, una vez que recibió el Premio Nobel de Física junto a su esposo Pierre, a él le llegó la invitación para formar parte de la Academia Francesa de Ciencias mientras que ella no compartió ese reconocimiento por ser mujer.

Por su parte, Florence Bell tuvo que dejar sus investigaciones relacionadas con la descripción de la estructura del ADN ya que fue llamada para servir en la milicia al estallar la Segunda Guerra Mundial en donde contribuyó en el desarrollo del radar; al llegar al final de sus días, de acuerdo a algunas fuentes, su acta de defunción en la sección que dice “ocupación” se escribió: “ama de casa”. Sin duda alguna dicha ocupación es crucial, importante y todo un arte desempeñarla pero ¿cuántas mujeres además de desempeñar esta tarea titánica en su vida cotidiana, marcan la diferencia en la sociedad con sus aportaciones? Las contribuciones de Bell dieron la pauta para que Franklin y eventualmente Watson y Crick pudieran aterrizar sus ideas sobre el ADN.

Finalmente, en el caso de Franklin, la historia resulta un tanto polémica colocándola como víctima a manos de Maurice Wilkins, James Watson y Francis Crick, quiénes cuatro años después de la muerte de Franklin se hicieron acreedores del Premio Nobel al proponer la estructura del ADN basados en los trabajos de la científica; se menciona también que Watson y Crick en su momento le dieron cierto crédito a Franklin pero minimizando el impacto de su aportaciones y además se cuenta que no tuvieron reparado en expresarse de ella de una forma despectiva.

A pesar de todo, la historia les ha hecho justicia al reconocérseles por sus contribuciones y por datos que se conocen de sus vidas personales, se sabe que fueron mujeres sencillas, perseverantes, apasionadas de sus investigaciones y fuente de inspiración para muchos.

Particularmente, he tenido el privilegio de ser guiado por mujeres admirables durante mi formación en la ciencia y no sólo a lo que la profesión engloba, sino también en el forjamiento de mi carácter y calidad humana.

Hay mucho todavía por hacer en materia de derechos humanos, hay que ir derrumbando ideas retrógradas y divisiones para poder ir hombro con hombro con quien tengamos al lado independientemente de todo lo que conforme su ser. Esto será posible si tenemos la suficiente humildad para analizarnos nosotros mismos y evitando polarizarnos en una postura. Por el momento, que no decaiga el ánimo, que aunque se vaya lento, lo importante es ir caminando hacia adelante.

Buen fin de semana.

En publicaciones pasadas ya hice mención de dos mujeres grandes en la ciencia: Florence Bell y Rosalind Franklin; ambas involucradas en el desciframiento de la estructura del ADN.

En el marco de las efemérides de días pasados, me gustaría incluir a este dúo otra gran científica: Marie Curie a quien se le atribuye el descubrimiento de los elementos radioactivos polonio y radio haciéndose acreedora de dos Premios Nobel y para ese entonces convertirse en la primera mujer en recibir dicha distinción.

Leyendo las biografías de estas científicas inspiradoras pude detectar que entre ellas hay varias similitudes. La primera de ellas es que dentro de sus trabajos de investigación se vieron expuestas a la radiación. En el caso de Bell y Franklin, recurrieron al uso de rayos X para hacer posible la descripción de la doble cadena del ADN. Por su parte, Marie Curie se vio expuesta también a radiación por la naturaleza de los elementos químicos que descubrió.

El uso de los rayos X, el polonio y el radio es ambivalente, ya que a pesar de ser realmente útiles para varias aplicaciones, la exposición prolongada puede ser perjudicial para la salud del individuo y como evidencia de ello, le pasó factura a Franklin falleciendo de cáncer de ovario a sus 37 años y a Curie al detonársele una anemia perniciosa.

Otra coincidencia que encontré en las tres, fue el ambiente hostil para las mujeres de su tiempo para desenvolverse dentro de la ciencia. En el caso de Marie Curie, una vez que recibió el Premio Nobel de Física junto a su esposo Pierre, a él le llegó la invitación para formar parte de la Academia Francesa de Ciencias mientras que ella no compartió ese reconocimiento por ser mujer.

Por su parte, Florence Bell tuvo que dejar sus investigaciones relacionadas con la descripción de la estructura del ADN ya que fue llamada para servir en la milicia al estallar la Segunda Guerra Mundial en donde contribuyó en el desarrollo del radar; al llegar al final de sus días, de acuerdo a algunas fuentes, su acta de defunción en la sección que dice “ocupación” se escribió: “ama de casa”. Sin duda alguna dicha ocupación es crucial, importante y todo un arte desempeñarla pero ¿cuántas mujeres además de desempeñar esta tarea titánica en su vida cotidiana, marcan la diferencia en la sociedad con sus aportaciones? Las contribuciones de Bell dieron la pauta para que Franklin y eventualmente Watson y Crick pudieran aterrizar sus ideas sobre el ADN.

Finalmente, en el caso de Franklin, la historia resulta un tanto polémica colocándola como víctima a manos de Maurice Wilkins, James Watson y Francis Crick, quiénes cuatro años después de la muerte de Franklin se hicieron acreedores del Premio Nobel al proponer la estructura del ADN basados en los trabajos de la científica; se menciona también que Watson y Crick en su momento le dieron cierto crédito a Franklin pero minimizando el impacto de su aportaciones y además se cuenta que no tuvieron reparado en expresarse de ella de una forma despectiva.

A pesar de todo, la historia les ha hecho justicia al reconocérseles por sus contribuciones y por datos que se conocen de sus vidas personales, se sabe que fueron mujeres sencillas, perseverantes, apasionadas de sus investigaciones y fuente de inspiración para muchos.

Particularmente, he tenido el privilegio de ser guiado por mujeres admirables durante mi formación en la ciencia y no sólo a lo que la profesión engloba, sino también en el forjamiento de mi carácter y calidad humana.

Hay mucho todavía por hacer en materia de derechos humanos, hay que ir derrumbando ideas retrógradas y divisiones para poder ir hombro con hombro con quien tengamos al lado independientemente de todo lo que conforme su ser. Esto será posible si tenemos la suficiente humildad para analizarnos nosotros mismos y evitando polarizarnos en una postura. Por el momento, que no decaiga el ánimo, que aunque se vaya lento, lo importante es ir caminando hacia adelante.

Buen fin de semana.