/ lunes 8 de enero de 2024

ElCrítico21 | Saltburn: Los ricos, ¿también lloran?

“¿Ya viste Saltburn?” se ha convertido en pregunta obligada a partir del estreno de esta película en Amazon Prime Video. La cinta, comedia negra de producción británica, contiene escenas eróticas y escatológicas —y por lo tanto, provocativas— que le han devuelto al cine, por un instante, su capacidad para conectar con pulsiones humanas.

Saltburn (Emerald Fennel, 2023) es otra “hermosa venganza”. Aunque en esta ocasión cambia el sexo y el origen social del sicópata.

Oliver Quick (Barry Keoghan), desde su primer día como becario en la Universidad de Oxford, pone su mirada en Félix Catton ( acob Elordi), aristócrata heredero de una enorme fortuna. La fascinación que Oliver muestra por Félix, ¿es envidia por sus evidentes privilegios o es atracción sexual que despierta sin demasiado pudor? Pronto la aclaración será revelada.

El destino une a ambos jóvenes y Félix invita a Oliver a pasar el verano de sus sueños en Saltburn, la mansión feudal de los Catton. Ahí conoceremos a sus excéntricos y decadentes habitantes: Lady Elsphet (Rosamund Pike), la sigilosa e hipócrita matriarca; Sir James (Richard E. Grant), jefe de familia en aparente distanciamiento de todo y de todos; Venetia ( Alison Oliver ), hermana de Félix y Farleigh (Archie Madekwe), primo de la familia.

Oliver se convierte en la pieza principal de un ajedrez palaciego de manipulación y deseo sostenido por ambas partes: todos subestiman a Quick y éste juega aprovechando esa percepción. Así, la movilidad social será posible solo porque la clase dominante se siente en control.

Por eso Saltburn exhibe, en su argumento, un juicio sumario: los de abajo son capaces de hacer cualquier cosa por escalar y. los de arriba, son tan ingenuos y vacíos que merecen ser las víctimas de sus trepadores, tal y como ya quedó demostrado en Parásitos (Bong Jon-Hoo, 2019), o, más atrás, en Barry Lyndon (Stanley Kubrick, 1975).

“¿Y viste la escena de la bañera?”, será la siguiente interrogante, ya que, insertas con precisión entre exteriores idílicos de la campíña inglesa y suntuosos interiores muy al estilo neoclásico, aparecen perturbadoras secuencias que desnudan los verdaderos motivos detrás del embeleso de Oliver hacia Félix.

El gran conflicto que hoy significa la injusta distribución de la riqueza en un mundo tecnificado y globalizado, ha despertado a la bestia que clama revancha. Es por eso que Saltburn, al ser una evidente reinterpretación de El Talentoso Sr. Ripley (Anthony Minghella, 1999) pretende ir un poco más allá al revelar las bajezas de ricos y pobres.

Luis Buñuel debe estar sonriendo.

Seductora, sucia, osada y sensual, Saltburn no es una obra maestra, pero constituye el primer entretenimiento verdadero para público adulto que ha llegado a nuestras pantallas en años, sin importar si somos ricos, pobres o “aspiracionistas”.

¿Qué leer antes o después de la función?

Rojo y Negro, de Stendhal. Julien Sorel, por su inteligencia y alcances intelectuales, está decidido a ascender en las esferas sociales francesas durante el siglo XIX. Julien parece obsesionado con la figura de Napoleón de quien se inspira en sus ambiciones por dejar la pobreza que le rodea.

El nombre de la novela hace alusión a la realidad profesional de la que Sorel se empeña en escapar: el rojo, por la casaca de soldado y el negro, por la sotana sacerdotal.

“¿Ya viste Saltburn?” se ha convertido en pregunta obligada a partir del estreno de esta película en Amazon Prime Video. La cinta, comedia negra de producción británica, contiene escenas eróticas y escatológicas —y por lo tanto, provocativas— que le han devuelto al cine, por un instante, su capacidad para conectar con pulsiones humanas.

Saltburn (Emerald Fennel, 2023) es otra “hermosa venganza”. Aunque en esta ocasión cambia el sexo y el origen social del sicópata.

Oliver Quick (Barry Keoghan), desde su primer día como becario en la Universidad de Oxford, pone su mirada en Félix Catton ( acob Elordi), aristócrata heredero de una enorme fortuna. La fascinación que Oliver muestra por Félix, ¿es envidia por sus evidentes privilegios o es atracción sexual que despierta sin demasiado pudor? Pronto la aclaración será revelada.

El destino une a ambos jóvenes y Félix invita a Oliver a pasar el verano de sus sueños en Saltburn, la mansión feudal de los Catton. Ahí conoceremos a sus excéntricos y decadentes habitantes: Lady Elsphet (Rosamund Pike), la sigilosa e hipócrita matriarca; Sir James (Richard E. Grant), jefe de familia en aparente distanciamiento de todo y de todos; Venetia ( Alison Oliver ), hermana de Félix y Farleigh (Archie Madekwe), primo de la familia.

Oliver se convierte en la pieza principal de un ajedrez palaciego de manipulación y deseo sostenido por ambas partes: todos subestiman a Quick y éste juega aprovechando esa percepción. Así, la movilidad social será posible solo porque la clase dominante se siente en control.

Por eso Saltburn exhibe, en su argumento, un juicio sumario: los de abajo son capaces de hacer cualquier cosa por escalar y. los de arriba, son tan ingenuos y vacíos que merecen ser las víctimas de sus trepadores, tal y como ya quedó demostrado en Parásitos (Bong Jon-Hoo, 2019), o, más atrás, en Barry Lyndon (Stanley Kubrick, 1975).

“¿Y viste la escena de la bañera?”, será la siguiente interrogante, ya que, insertas con precisión entre exteriores idílicos de la campíña inglesa y suntuosos interiores muy al estilo neoclásico, aparecen perturbadoras secuencias que desnudan los verdaderos motivos detrás del embeleso de Oliver hacia Félix.

El gran conflicto que hoy significa la injusta distribución de la riqueza en un mundo tecnificado y globalizado, ha despertado a la bestia que clama revancha. Es por eso que Saltburn, al ser una evidente reinterpretación de El Talentoso Sr. Ripley (Anthony Minghella, 1999) pretende ir un poco más allá al revelar las bajezas de ricos y pobres.

Luis Buñuel debe estar sonriendo.

Seductora, sucia, osada y sensual, Saltburn no es una obra maestra, pero constituye el primer entretenimiento verdadero para público adulto que ha llegado a nuestras pantallas en años, sin importar si somos ricos, pobres o “aspiracionistas”.

¿Qué leer antes o después de la función?

Rojo y Negro, de Stendhal. Julien Sorel, por su inteligencia y alcances intelectuales, está decidido a ascender en las esferas sociales francesas durante el siglo XIX. Julien parece obsesionado con la figura de Napoleón de quien se inspira en sus ambiciones por dejar la pobreza que le rodea.

El nombre de la novela hace alusión a la realidad profesional de la que Sorel se empeña en escapar: el rojo, por la casaca de soldado y el negro, por la sotana sacerdotal.