/ martes 30 de junio de 2020

Salud y bienestar | La vacuna de la esperanza

Es indiscutible a la luz de la historia que las dos medidas más efectivas para prevenir enfermedad, discapacidad y muerte a causa de enfermedades infecciosas, han sido las vacunas y el saneamiento ambiental. Hoy con el miedo de la pandemia que nos azota y cobra vidas día con día, quisiéramos contar con tratamiento y vacunas, pero ¿cuándo será eso?

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Es el comienzo de una nueva era, en la que la vacunación logra un paso indiscutible contra diversos agentes infecciosos que por siglos diezmaron a la población, sobre todo a la infantil, México cuenta con una larga historia sanitaria en materia de aplicación y producción de vacunas.

El prestigio logrado por el programa de vacunación es consecuencia de una serie de eventos que confluyeron en la elaboración de vacunas efectivas, de bajo costo, fácilmente aplicables a gran escala y con efectos protectores duraderos.

No puede dejar de mencionarse que los éxitos no hubieran sido posibles sin el esfuerzo conjunto de los distintos sectores ni la adecuada organización de las instituciones de salud que lograron una participación activa y entusiasta de la sociedad para hacer llegar de manera oportuna los biológicos hasta las zonas de más difícil acceso.

En 1905 se crea el Instituto Bacteriológico Nacional donde se inicia la producción de vacuna antivariolosa, pero fue hasta 1912 que se fundó el primer laboratorio de producción, en Mérida Yucatán.

En 1999 nace Birmex (Biológicos y Reactivos de México) como responsable de las tareas de producir, importar, distribuir y comercializar vacunas, sueros y reactivos para la población mexicana.

Actualmente son ocho los proyectos de creación de una vacuna anti SARS-CoV-2, cuatro de ellos se trabajan en México los cuales se enfocan en explorar proteínas y ácidos nucleicos que podrían servir para neutralizar el virus; uno de ellos es: Iniciativa Jonás Salk, encabezada por el biólogo José Manuel Aguilar Yáñez, en el que están involucrados investigadores del Tecnológico de Monterrey y la Universidad Autónoma de Baja California.

El estudio encontrará para septiembre en fase 1, en donde se aplicará una dosis a un grupo de personas, 15 días después la segunda dosis y en un mes se espera que tengan resultados.

El segundo proyecto es el Instituto de Biotecnología de la UNAM liderado por la doctora Laura Palomares en donde su proyecto se enfoca en las proteínas que le sirven al virus para establecerse en la garganta.

El tercero es de la Universidad Autónoma de Querétaro a cargo de Juan Joel Mosqueda en donde busca utilizar partes del virus como vacuna para generar anticuerpos, es decir, que el virus tenga contacto con la célula pero que no las infecte.

El cuarto proyecto es del Instituto Mexicano del Seguro Social, liderado por el jefe de Unidad de Investigación Médica en Inmunoquímica, Constantino López; en donde su estudio identificó fragmentos del virus que reconoce el organismo en su sistema inmune y que pueden utilizarse como vacuna; se encuentra en fase de producción de antígenos para utilizarse en ratones y posteriormente se produce para distribución.

Un acompañamiento apropiado de las autoridades reguladoras nacionales desde ahora permitirá avanzar en el cumplimiento de las buenas prácticas y los procesos regulatorios a fin de contar con las aprobaciones y licencias correspondientes.

La urgencia es alarmante en nuestro país; el trabajo de todos los actores debe coordinarse a escala mundial y regional, con el apoyo en la Organización Panamericana de la Salud en el cumplimiento de su rol estratégico. En este nuevo milenio el país requiere de una nueva solidaridad pública/privada.

Requiere además, de alianzas estratégicas, socios, e intercambio de ideas entre fabricantes de vacunas e instituciones académicas y de una industria local para garantizar la producción y el abasto futuro de vacunas de relevancia con experiencias locales de investigación y nuevos productos.

Dr. César Álvarez Pacheco cesar_ap@hotmail.com @cesar_alvarezp Huatabampo, Sonora.

Es indiscutible a la luz de la historia que las dos medidas más efectivas para prevenir enfermedad, discapacidad y muerte a causa de enfermedades infecciosas, han sido las vacunas y el saneamiento ambiental. Hoy con el miedo de la pandemia que nos azota y cobra vidas día con día, quisiéramos contar con tratamiento y vacunas, pero ¿cuándo será eso?

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Es el comienzo de una nueva era, en la que la vacunación logra un paso indiscutible contra diversos agentes infecciosos que por siglos diezmaron a la población, sobre todo a la infantil, México cuenta con una larga historia sanitaria en materia de aplicación y producción de vacunas.

El prestigio logrado por el programa de vacunación es consecuencia de una serie de eventos que confluyeron en la elaboración de vacunas efectivas, de bajo costo, fácilmente aplicables a gran escala y con efectos protectores duraderos.

No puede dejar de mencionarse que los éxitos no hubieran sido posibles sin el esfuerzo conjunto de los distintos sectores ni la adecuada organización de las instituciones de salud que lograron una participación activa y entusiasta de la sociedad para hacer llegar de manera oportuna los biológicos hasta las zonas de más difícil acceso.

En 1905 se crea el Instituto Bacteriológico Nacional donde se inicia la producción de vacuna antivariolosa, pero fue hasta 1912 que se fundó el primer laboratorio de producción, en Mérida Yucatán.

En 1999 nace Birmex (Biológicos y Reactivos de México) como responsable de las tareas de producir, importar, distribuir y comercializar vacunas, sueros y reactivos para la población mexicana.

Actualmente son ocho los proyectos de creación de una vacuna anti SARS-CoV-2, cuatro de ellos se trabajan en México los cuales se enfocan en explorar proteínas y ácidos nucleicos que podrían servir para neutralizar el virus; uno de ellos es: Iniciativa Jonás Salk, encabezada por el biólogo José Manuel Aguilar Yáñez, en el que están involucrados investigadores del Tecnológico de Monterrey y la Universidad Autónoma de Baja California.

El estudio encontrará para septiembre en fase 1, en donde se aplicará una dosis a un grupo de personas, 15 días después la segunda dosis y en un mes se espera que tengan resultados.

El segundo proyecto es el Instituto de Biotecnología de la UNAM liderado por la doctora Laura Palomares en donde su proyecto se enfoca en las proteínas que le sirven al virus para establecerse en la garganta.

El tercero es de la Universidad Autónoma de Querétaro a cargo de Juan Joel Mosqueda en donde busca utilizar partes del virus como vacuna para generar anticuerpos, es decir, que el virus tenga contacto con la célula pero que no las infecte.

El cuarto proyecto es del Instituto Mexicano del Seguro Social, liderado por el jefe de Unidad de Investigación Médica en Inmunoquímica, Constantino López; en donde su estudio identificó fragmentos del virus que reconoce el organismo en su sistema inmune y que pueden utilizarse como vacuna; se encuentra en fase de producción de antígenos para utilizarse en ratones y posteriormente se produce para distribución.

Un acompañamiento apropiado de las autoridades reguladoras nacionales desde ahora permitirá avanzar en el cumplimiento de las buenas prácticas y los procesos regulatorios a fin de contar con las aprobaciones y licencias correspondientes.

La urgencia es alarmante en nuestro país; el trabajo de todos los actores debe coordinarse a escala mundial y regional, con el apoyo en la Organización Panamericana de la Salud en el cumplimiento de su rol estratégico. En este nuevo milenio el país requiere de una nueva solidaridad pública/privada.

Requiere además, de alianzas estratégicas, socios, e intercambio de ideas entre fabricantes de vacunas e instituciones académicas y de una industria local para garantizar la producción y el abasto futuro de vacunas de relevancia con experiencias locales de investigación y nuevos productos.

Dr. César Álvarez Pacheco cesar_ap@hotmail.com @cesar_alvarezp Huatabampo, Sonora.