/ martes 3 de septiembre de 2019

A propósito | Anarquía mexicana

El apreciable lector ya conoce la relación de respeto conque el suscrito se ha dirigido siempre a la figura del Presidente de México. Puede estar de acuerdo o no en su actuación, pero el respeto es institucional.

Dicho respeto surge sin duda alguna, del marco jurídico de donde proviene la referida figura. Existen leyes que regulan el comportamiento de los mexicanos y justamente por ser el suscrito de profesión abogado, está formado como un hombre de leyes.

Al abrazar esa profesión, quien más está obligado a defender el marco del Derecho, es precisamente el abogado. También las autoridades gubernamentales todas, están obligadas a observar, cumplir y hacer cumplir la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos y todas y cada una de las leyes que de ella emanen, incluyendo a los tratados internacionales de los que México es parte.

Si bien es cierto, el presidente de México Andrés Manuel López Obrador tiene esa obligación constitucional y legal, también lo es que él mismo se ha caracterizado por no ser ningún obediente del Estado de Derecho.

En múltiples ocasiones ha dejado de manifiesto no respetar las leyes ni la Constitución. Y esto no es nada nuevo. Es parte de su naturaleza, creo yo. Cuando era el inaguantable líder social, violento y bravucón, tenía como característica violar permanentemente las leyes de México.

No se ha diferenciado mucho de aquel líder. Sólo que ahora olvida que es Presidente de México, y sigue actuando igual. Bravucón, mentiroso, irrespetuoso de las personas sobre todo de los periodistas, empresarios, banqueros, constructores, universitarios, etcétera.

Se puede recordar que siendo jefe del Departamento del Distrito Federal, un juez de Distrito ordenó cumpliera con un asunto respecto al predio de Santa Fe.

Ello estuvo a punto de costarle el cargo, precisamente por desobedecer un mandamiento judicial federal. Finalmente hubo negociación política y las leyes quedaron burladas.

Actualmente, como en muchos otros casos, deja sentir a los cuatro vientos su rebeldía enfermiza para cumplir con la Ley. El caso de Santa Lucía está a la vista. Muy campante expresó que los amparos promovidos en contra de la construcción de este aeropuerto, sólo son “sabotaje legal”.

O sea, que al señor Presidente no le gusta cumplir y convierte cualquier acto de defensa legal, en cuestiones de burla y desobediencia, calificando como acostumbra, de que cualquier cosa que huela a legalidad y certeza jurídica, él no tiene porqué cumplir y observar.

Esto nos lleva a la condición de que el Presidente no puede estar jugando con tretas malévolas en cuanto se trata de defensas legales, pues da la impresión de que en México no existe un Estado de Derecho, y eso a los mexicanos no les conviene internamente ni exteriormente.

O usted, ¿qué opina amable lector?

El autor es abogado postulante por la UNAM, ha sido catedrático universitario en varios estados y articulista en diversos periódicos del país.

(6621) 57.7114

primalex2010@hotmail.com

El apreciable lector ya conoce la relación de respeto conque el suscrito se ha dirigido siempre a la figura del Presidente de México. Puede estar de acuerdo o no en su actuación, pero el respeto es institucional.

Dicho respeto surge sin duda alguna, del marco jurídico de donde proviene la referida figura. Existen leyes que regulan el comportamiento de los mexicanos y justamente por ser el suscrito de profesión abogado, está formado como un hombre de leyes.

Al abrazar esa profesión, quien más está obligado a defender el marco del Derecho, es precisamente el abogado. También las autoridades gubernamentales todas, están obligadas a observar, cumplir y hacer cumplir la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos y todas y cada una de las leyes que de ella emanen, incluyendo a los tratados internacionales de los que México es parte.

Si bien es cierto, el presidente de México Andrés Manuel López Obrador tiene esa obligación constitucional y legal, también lo es que él mismo se ha caracterizado por no ser ningún obediente del Estado de Derecho.

En múltiples ocasiones ha dejado de manifiesto no respetar las leyes ni la Constitución. Y esto no es nada nuevo. Es parte de su naturaleza, creo yo. Cuando era el inaguantable líder social, violento y bravucón, tenía como característica violar permanentemente las leyes de México.

No se ha diferenciado mucho de aquel líder. Sólo que ahora olvida que es Presidente de México, y sigue actuando igual. Bravucón, mentiroso, irrespetuoso de las personas sobre todo de los periodistas, empresarios, banqueros, constructores, universitarios, etcétera.

Se puede recordar que siendo jefe del Departamento del Distrito Federal, un juez de Distrito ordenó cumpliera con un asunto respecto al predio de Santa Fe.

Ello estuvo a punto de costarle el cargo, precisamente por desobedecer un mandamiento judicial federal. Finalmente hubo negociación política y las leyes quedaron burladas.

Actualmente, como en muchos otros casos, deja sentir a los cuatro vientos su rebeldía enfermiza para cumplir con la Ley. El caso de Santa Lucía está a la vista. Muy campante expresó que los amparos promovidos en contra de la construcción de este aeropuerto, sólo son “sabotaje legal”.

O sea, que al señor Presidente no le gusta cumplir y convierte cualquier acto de defensa legal, en cuestiones de burla y desobediencia, calificando como acostumbra, de que cualquier cosa que huela a legalidad y certeza jurídica, él no tiene porqué cumplir y observar.

Esto nos lleva a la condición de que el Presidente no puede estar jugando con tretas malévolas en cuanto se trata de defensas legales, pues da la impresión de que en México no existe un Estado de Derecho, y eso a los mexicanos no les conviene internamente ni exteriormente.

O usted, ¿qué opina amable lector?

El autor es abogado postulante por la UNAM, ha sido catedrático universitario en varios estados y articulista en diversos periódicos del país.

(6621) 57.7114

primalex2010@hotmail.com