/ miércoles 26 de febrero de 2020

A propósito | Verdaderas hordas femeninas

Usted amable lector, ya conoce la forma respetuosa de pensar de quien esto escribe, respecto al feminismo y otras cosas más. Soy un convencido de que al sordo hay qué gritarle.

Y cuando ese sordo es el Gobierno, con mayor razón hay que decirle que aquí estamos, inconformes por la conducta de los funcionarios y empleados cuando no cumplen con su encomienda.

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En lo que no estoy de acuerdo es en utilizar la violencia como instrumento de inconformidad, y mucho menos el vandalismo. No se justifica de ninguna manera que los ciudadanos se manifiesten con odio y provocando perjuicios para hacer sentir su presencia.

Sin embargo, habría qué hacer una seria reflexión sobre todos aquellos casos en que el Gobierno, sobre todo de Sonora, ha hecho oídos sordos y ha dejado que transcurra el tiempo miserablemente para que la gente olvide los hechos y no resolver conforme lo exige la Ley.

Allí están los casos de la Guardería ABC; la confortabilidad que da la impunidad a Guillermo Padrés Elías sin que devolviera un solo centavo; el malestar año con año en contra del transporte público que no enciende los aires acondicionados; y los asesinatos sin resolver; las casetas y tramos carreteros tomados.

Allí están también los casos de los oídos sordos de la presidenta municipal capitalina acerca de los baches en calles y caminos; las altas tarifas del agua; el problema del Fraccionamiento Villa Bonita por la autorización para la instalación de una empresa industrial en una zona netamente residencial.

Y así muchos casos más que sería prolijo enumerar. Son las autoridades quienes tienen una gran dosis de culpa de que las cosas se salgan de control como fue el caso de las féminas que en número de mil quinientas se arremolinaron en el edificio del Supremo Tribunal de Justicia del Estado de Sonora, para protestar en pleno domingo, día inhábil para ello.

No entiendo la actitud de un grupo de mujeres que al más puro estilo masculino, —quienes cubren su cobardía con pasamontañas—, se dieron a la tarea de destruir los contenidos de dicho Tribunal. Perdone usted, eso no es combatir la violencia de género. El mismo odio se apoderó de las mujeres.

¿Pero odio por qué? ¿Qué tiene que ver un edificio que en domingo se encuentra solo? El motivo se convierte en absurdo y estúpido. No justifica el vendaval que arrasó a dicho inmueble.

Vandalizan todo a su paso, gimen, gritan, chillan, y emiten sonidos raros que dan la exacta dimensión de encontrarse en una verdadera selva.

No había motivo aparente. No se estaba reclamando a ningún funcionario. Era domingo y las instalaciones se encontraban solitarias. El daño está hecho. ¿Qué sacaron las féminas involucradas? ¿Por qué esa consigna en Sonora, y tan focalizada en Hermosillo?

O usted, ¿qué opina amable lector?

El autor es abogado postulante por la UNAM, ha sido catedrático universitario en varios Estados y articulista en diversos periódicos del país.

(6621) 57.7114 celular

primalex2010@hotmail.com

Usted amable lector, ya conoce la forma respetuosa de pensar de quien esto escribe, respecto al feminismo y otras cosas más. Soy un convencido de que al sordo hay qué gritarle.

Y cuando ese sordo es el Gobierno, con mayor razón hay que decirle que aquí estamos, inconformes por la conducta de los funcionarios y empleados cuando no cumplen con su encomienda.

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En lo que no estoy de acuerdo es en utilizar la violencia como instrumento de inconformidad, y mucho menos el vandalismo. No se justifica de ninguna manera que los ciudadanos se manifiesten con odio y provocando perjuicios para hacer sentir su presencia.

Sin embargo, habría qué hacer una seria reflexión sobre todos aquellos casos en que el Gobierno, sobre todo de Sonora, ha hecho oídos sordos y ha dejado que transcurra el tiempo miserablemente para que la gente olvide los hechos y no resolver conforme lo exige la Ley.

Allí están los casos de la Guardería ABC; la confortabilidad que da la impunidad a Guillermo Padrés Elías sin que devolviera un solo centavo; el malestar año con año en contra del transporte público que no enciende los aires acondicionados; y los asesinatos sin resolver; las casetas y tramos carreteros tomados.

Allí están también los casos de los oídos sordos de la presidenta municipal capitalina acerca de los baches en calles y caminos; las altas tarifas del agua; el problema del Fraccionamiento Villa Bonita por la autorización para la instalación de una empresa industrial en una zona netamente residencial.

Y así muchos casos más que sería prolijo enumerar. Son las autoridades quienes tienen una gran dosis de culpa de que las cosas se salgan de control como fue el caso de las féminas que en número de mil quinientas se arremolinaron en el edificio del Supremo Tribunal de Justicia del Estado de Sonora, para protestar en pleno domingo, día inhábil para ello.

No entiendo la actitud de un grupo de mujeres que al más puro estilo masculino, —quienes cubren su cobardía con pasamontañas—, se dieron a la tarea de destruir los contenidos de dicho Tribunal. Perdone usted, eso no es combatir la violencia de género. El mismo odio se apoderó de las mujeres.

¿Pero odio por qué? ¿Qué tiene que ver un edificio que en domingo se encuentra solo? El motivo se convierte en absurdo y estúpido. No justifica el vendaval que arrasó a dicho inmueble.

Vandalizan todo a su paso, gimen, gritan, chillan, y emiten sonidos raros que dan la exacta dimensión de encontrarse en una verdadera selva.

No había motivo aparente. No se estaba reclamando a ningún funcionario. Era domingo y las instalaciones se encontraban solitarias. El daño está hecho. ¿Qué sacaron las féminas involucradas? ¿Por qué esa consigna en Sonora, y tan focalizada en Hermosillo?

O usted, ¿qué opina amable lector?

El autor es abogado postulante por la UNAM, ha sido catedrático universitario en varios Estados y articulista en diversos periódicos del país.

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