/ jueves 12 de septiembre de 2019

A propósito | Respeto a las fuerzas del orden

Como no he sido militar ni policía, quiero suponer el grado de orgullo conque dichos elementos portan su uniforme, insignias y armas de cargo. También sus reconocimientos a su desempeño, ya sea de valor, de templanza, de protección a la población mexicana.

Ese porte y dignidad, honor y demás valores que el militar y el policía deben tener, no puede tirarse por la borda por ningún motivo o condición.

Andrés Manuel López Obrador ha hecho mofa perniciosa y degradante en contra de las Fuerzas Armadas del país, a grado tal que daba la impresión que en cualquier momento la pugna entre el anterior secretario de la Defensa Nacional y el Presidente, íba a reventarse por lo más delgado.

Lo primero que atacó, fue la presencia de la Guardia Presidencial o Estado Mayor Presidencial compuesto por brillantes elementos del Ejército, con experiencia y conocimientos sólidos en su haber, para cuidar y proteger al presidente y su familia.

Un cuerpo militar de élite que de la noche a la mañana, sin evaluación de por medio, fue incorporado a las filas del ejército a labores ajenas a su preparación institucional.

Después, contrario a lo que sostenía de que el Ejército dejaría las calles para integrarse a los cuarteles, inventó la Guardia Nacional con la participación del Ejército Mexicano y algunos cuerpos policíacos, para combatir dizque el crimen organizado, lo cual a todas luces, no es cierto. No se ve su acción.

Y cómo ver acción, si es el propio Presidente quien dice que abrazos y no balazos, que se porten bien quienes delinquen, y apela al sentimiento maternal de quien se sienta señalado.

Hoy, en todo el país, podemos ver que no es el crimen organizado quien ataca a las Fuerzas Armadas y policíacas, sino el pueblo “bueno y sabio” que exalta el Presidente, configurándose así, el crimen de odio entre los mexicanos.

Si pudiéramos compararlo, diríamos que sufren bullying porque el papá gobierno no les autoriza a repeler con la fuerza los ataques recibidos. Y esto sólo es una pequeña muestra, imagínese usted, amable lector, cuando se enfrente al poderío armado de la delincuencia.

Genera mucho coraje e impotencia ver cómo aquellos que nos protegen de los que se quieren pasar de vivos, son atacados sin misericordia y sin respeto alguno. Lo mismo militares que policía federal o municipal.

Si la actuación de las autoridades es imponerse, es hora de que lo haga. Si el Presidente quiere que pongan en juego todos sus valores agachando la cabeza y poniendo el lomo para recibir los golpes, es otra cuestión.

Dignidad. Sobre todo la proveniente de la cúpula del poder, pues “los miedosos no van a la guerra” dice un dicho popular. Y el presidente no le entra a los cabronazos sobre todo contra aquellos que por todo rezongan escudándose en le 4T.

O usted, ¿qué opina amable lector?

El autor es abogado postulante por la UNAM, ha sido catedrático universitario en varios Estados y articulista en diversos periódicos del país.

Como no he sido militar ni policía, quiero suponer el grado de orgullo conque dichos elementos portan su uniforme, insignias y armas de cargo. También sus reconocimientos a su desempeño, ya sea de valor, de templanza, de protección a la población mexicana.

Ese porte y dignidad, honor y demás valores que el militar y el policía deben tener, no puede tirarse por la borda por ningún motivo o condición.

Andrés Manuel López Obrador ha hecho mofa perniciosa y degradante en contra de las Fuerzas Armadas del país, a grado tal que daba la impresión que en cualquier momento la pugna entre el anterior secretario de la Defensa Nacional y el Presidente, íba a reventarse por lo más delgado.

Lo primero que atacó, fue la presencia de la Guardia Presidencial o Estado Mayor Presidencial compuesto por brillantes elementos del Ejército, con experiencia y conocimientos sólidos en su haber, para cuidar y proteger al presidente y su familia.

Un cuerpo militar de élite que de la noche a la mañana, sin evaluación de por medio, fue incorporado a las filas del ejército a labores ajenas a su preparación institucional.

Después, contrario a lo que sostenía de que el Ejército dejaría las calles para integrarse a los cuarteles, inventó la Guardia Nacional con la participación del Ejército Mexicano y algunos cuerpos policíacos, para combatir dizque el crimen organizado, lo cual a todas luces, no es cierto. No se ve su acción.

Y cómo ver acción, si es el propio Presidente quien dice que abrazos y no balazos, que se porten bien quienes delinquen, y apela al sentimiento maternal de quien se sienta señalado.

Hoy, en todo el país, podemos ver que no es el crimen organizado quien ataca a las Fuerzas Armadas y policíacas, sino el pueblo “bueno y sabio” que exalta el Presidente, configurándose así, el crimen de odio entre los mexicanos.

Si pudiéramos compararlo, diríamos que sufren bullying porque el papá gobierno no les autoriza a repeler con la fuerza los ataques recibidos. Y esto sólo es una pequeña muestra, imagínese usted, amable lector, cuando se enfrente al poderío armado de la delincuencia.

Genera mucho coraje e impotencia ver cómo aquellos que nos protegen de los que se quieren pasar de vivos, son atacados sin misericordia y sin respeto alguno. Lo mismo militares que policía federal o municipal.

Si la actuación de las autoridades es imponerse, es hora de que lo haga. Si el Presidente quiere que pongan en juego todos sus valores agachando la cabeza y poniendo el lomo para recibir los golpes, es otra cuestión.

Dignidad. Sobre todo la proveniente de la cúpula del poder, pues “los miedosos no van a la guerra” dice un dicho popular. Y el presidente no le entra a los cabronazos sobre todo contra aquellos que por todo rezongan escudándose en le 4T.

O usted, ¿qué opina amable lector?

El autor es abogado postulante por la UNAM, ha sido catedrático universitario en varios Estados y articulista en diversos periódicos del país.