/ miércoles 31 de julio de 2019

Andanzas | Democracia costosa en México

Una de las áreas intocadas hasta ahora, pero que están en la mira de la austeridad republicana es la electoral y sobre ella va la bancada de Morena en la Cámara de Diputados con varias iniciativas, entre ellas una que ha desatado polémica: desaparecer los “Oples”, que son los Organismos electorales locales.

De entrada, se percibe como un intento de recentralizar lo que en su momento fue visto como un logro, al ser los estados los que se encargaran de los procesos locales y no el Instituto Nacional Electoral.

La mayor coincidencia es que los procesos electorales resultan costosos y es necesario hacer cambios de fondo. Quién sabe si el camino más adecuado sea que el INE absorba toda la responsabilidad, por la sobrecarga de trabajo que ello implicaría. Pero algo se tiene que hacer.

No podemos cerrar los ojos ante una realidad en la que los partidos políticos gastan el dinero de nuestros impuestos a manos llenas cada tres y seis años. Y estructuras en el INE y los institutos estatales con sueldos estratosféricos y ofreciendo resultados en algunos casos, mediocres.

Ahí está lo sucedido en la jornada electoral del 2 de junio de este año, donde se renovaron las gubernaturas de Baja California y Puebla, así como alcaldías en Puebla, Aguascalientes, Durango y los congresos locales de BC, Quintana Roo y Tamaulipas, con el común denominador de una participación ciudadana que, cuando mucho, llegó al 30%.

Razones puede haber muchas para que las y los ciudadanos decidan no acudir a las urnas, pero es responsabilidad de los organismos electorales motivar esa participación y para eso se les paga y muy bien, lo mismo que a los partidos.

Voto electrónico, una alternativa

Es evidente que los privilegios de que gozan los consejeros electorales y el control o influencia que sobre los Oples pueden tener los gobernadores puede provocar resistencias a los cambios, como ya ha sucedido con lo de reducir las prerrogativas a los partidos a la mitad. Todo queda en demagogia.

Pero estamos ante la oportunidad de que se pase de los discursos bonitos a los hechos. En un país donde la mitad de la población vive en la pobreza no debe seguir el sistema de mantener a los partidos.

O se reduce a la mitad o a cero el presupuesto y que se mantengan con aportaciones de su militancia y le hagan ‘a la gringa’ pasando charola a la población que quiera respaldar alguna candidatura en tiempos electorales.

En cuanto al sistema de votación, ya deberíamos entrar en la modernidad e implementar el voto electrónico en México. Según una encuesta de Parametría, el 65% de la población respaldaría esta opción. Seis de cada diez tendrían más confianza en el conteo de una máquina.

De ponerse en marcha el voto electrónico, quizá de entrada implicaría una inversión fuerte el que se desarrollara un software con todos los elementos de seguridad para evitar que los hackers hagan de las suyas.

Pero después con un buen mantenimiento, ya no habría necesidad de tanto personal en los institutos electorales ni se tendría el gasto millonario que en la actualidad implica la impresión de las boletas y toda la papelería alusiva a cada proceso.

En el mediano plazo se reflejaría en una mayor certeza y un menor gasto. Menos burocracia y sueldos más razonables también. Los recursos que se ahorren podrían destinarse a atender problemas como el abasto de medicinas e insumos en los hospitales.

Hasta el próximo miércoles.

Maestra en Ciencias Sociales con especialidad en Políticas Públicas por El Colegio de Sonora y Licenciada en Ciencias de la Comunicación por la Universidad de Sonora.

Twitter: @AlvaradoVMarce

Una de las áreas intocadas hasta ahora, pero que están en la mira de la austeridad republicana es la electoral y sobre ella va la bancada de Morena en la Cámara de Diputados con varias iniciativas, entre ellas una que ha desatado polémica: desaparecer los “Oples”, que son los Organismos electorales locales.

De entrada, se percibe como un intento de recentralizar lo que en su momento fue visto como un logro, al ser los estados los que se encargaran de los procesos locales y no el Instituto Nacional Electoral.

La mayor coincidencia es que los procesos electorales resultan costosos y es necesario hacer cambios de fondo. Quién sabe si el camino más adecuado sea que el INE absorba toda la responsabilidad, por la sobrecarga de trabajo que ello implicaría. Pero algo se tiene que hacer.

No podemos cerrar los ojos ante una realidad en la que los partidos políticos gastan el dinero de nuestros impuestos a manos llenas cada tres y seis años. Y estructuras en el INE y los institutos estatales con sueldos estratosféricos y ofreciendo resultados en algunos casos, mediocres.

Ahí está lo sucedido en la jornada electoral del 2 de junio de este año, donde se renovaron las gubernaturas de Baja California y Puebla, así como alcaldías en Puebla, Aguascalientes, Durango y los congresos locales de BC, Quintana Roo y Tamaulipas, con el común denominador de una participación ciudadana que, cuando mucho, llegó al 30%.

Razones puede haber muchas para que las y los ciudadanos decidan no acudir a las urnas, pero es responsabilidad de los organismos electorales motivar esa participación y para eso se les paga y muy bien, lo mismo que a los partidos.

Voto electrónico, una alternativa

Es evidente que los privilegios de que gozan los consejeros electorales y el control o influencia que sobre los Oples pueden tener los gobernadores puede provocar resistencias a los cambios, como ya ha sucedido con lo de reducir las prerrogativas a los partidos a la mitad. Todo queda en demagogia.

Pero estamos ante la oportunidad de que se pase de los discursos bonitos a los hechos. En un país donde la mitad de la población vive en la pobreza no debe seguir el sistema de mantener a los partidos.

O se reduce a la mitad o a cero el presupuesto y que se mantengan con aportaciones de su militancia y le hagan ‘a la gringa’ pasando charola a la población que quiera respaldar alguna candidatura en tiempos electorales.

En cuanto al sistema de votación, ya deberíamos entrar en la modernidad e implementar el voto electrónico en México. Según una encuesta de Parametría, el 65% de la población respaldaría esta opción. Seis de cada diez tendrían más confianza en el conteo de una máquina.

De ponerse en marcha el voto electrónico, quizá de entrada implicaría una inversión fuerte el que se desarrollara un software con todos los elementos de seguridad para evitar que los hackers hagan de las suyas.

Pero después con un buen mantenimiento, ya no habría necesidad de tanto personal en los institutos electorales ni se tendría el gasto millonario que en la actualidad implica la impresión de las boletas y toda la papelería alusiva a cada proceso.

En el mediano plazo se reflejaría en una mayor certeza y un menor gasto. Menos burocracia y sueldos más razonables también. Los recursos que se ahorren podrían destinarse a atender problemas como el abasto de medicinas e insumos en los hospitales.

Hasta el próximo miércoles.

Maestra en Ciencias Sociales con especialidad en Políticas Públicas por El Colegio de Sonora y Licenciada en Ciencias de la Comunicación por la Universidad de Sonora.

Twitter: @AlvaradoVMarce