/ jueves 16 de noviembre de 2023

Aprender a desaprender | Nadie merece morir por ser quien es

Cuando era pequeño recuerdo haber escuchado constantemente insultos que hacían referencia a mi orientación sexual por tener una libre expresión de género, siempre pensé que esos insultos eran parte de la normalidad pues era yo quien “estaba mal” y hasta posiblemente que estaba cometiendo un pecado por pensar en aceptarme como era, y después pasar por un proceso de muchos años para entenderme, para amarme y para respetarme, algo que la gran mayoría de las personas que somos parte de la población Lgbtiq+ hemos vivido sin haberlo pedido, pero que venía en el paquete de obstáculos que la vida nos presenta diariamente, solo por ser “diferente”.

Han pasado por la historia personas valientes que han alzado la voz y que nos han hecho más visibles que antes, que han dejado un legado en la lucha por el respeto, por la tolerancia y por el reconocimiento de nuestros derechos, personas como Marsha P. Johnson que dio origen a las marchas LGBT desde aquellos disturbios del Stonewall en 1969, o como Harvey Milk quien fue el primer político abiertamente LGBT de los Estados Unidos que hoy es inspiración de muchos que participamos activamente por dignificar a nuestra población desde los espacios públicos, pero en lo más reciente de la historia de México pudimos ver a través de las redes sociales a una persona orgullosa de ser quien era, preparada académicamente y profesionalmente, disruptiva, que vestía como le diera la gana dejando claro que la ropa no tiene género, pero sobre todo ocupando un espacio que históricamente era heteronormado al que ni de broma podíamos tener acceso las personas homosexuales mucho menos alguien que se declaraba abiertamente como persona no binaria, cuando en el país machista en el que vivimos aún piensan que los únicos que existimos somos los gays y las lesbianas, porque no existe la voluntad de aprender que vivimos en un mundo donde el espectro de la diversidad sexual es bastante amplio.

Es así como Le Magistrade Ociel Baena Saucedo se convirtió en un icono mexicano Lgbtiq+ y particularmente de la población no binaria, pues fue quien obtuvo por primera vez un acta de nacimiento no binaria en Coahuila, el primer pasaporte no binario en México, la primera credencial para votar con casillero no binario y la primera persona abiertamente no binaria en asumir un cargo judicial en América Latina.

Aun con todo lo antes mencionado Ociel no pudo ganar el respeto de todas las personas, menos en redes sociales, cada publicación que hacia se convertía en un mar de comentarios de odio y todos relacionados con su identidad y su expresión de género, dejando por un lado sus logros y su trabajo, cosa que a Ociel se notaba que le agradaba el sentir que su género no binario incomodaba pero al mismo tiempo visibilizaba una forma de estar orgullose de ser, ¿tanto nos molesta ver como una persona camina?, ¿ tanto nos molesta ver que ropa utiliza?, ¿tanto nos molesta la forma en la que una persona escribe o habla?, ¿qué tan mal podemos estar para sentir odio a otra persona por ser como es?, o acaso le envidiamos la libertad con la que vive y que nosotros quisiéramos algún día tener, ¿será ese el motivo del odio? pueden ser muchas razones, pueden ser heridas, pueden ser traumas, pero lo que sí te puedo decir es que cualquier persona que sienta eso necesita terapia y de la buena porque el odio no es normal.

Ociel mencionó alguna vez que salió de clóset no binario porque estaba enfadade y cansade de complacer a las demás personas, ¿nos suena familiar? Cuántas personas vivimos complaciendo a otras gentes y nos olvidamos completamente de quienes somos realmente, seguro conoces gente que se ha privado de vivir con libertad su ser y su sexualidad por el que dirán, por el a quien lastimaran o por el a quien incomodaran.

Hoy lamentablemente Ociel ya no está en este mundo, las razones sólo la justicia esperemos que las esclarezca como producto de una buena investigación porque si de algo estamos cansados es del estigma que aún cargamos los hombres gays, y es que si nos morimos, fue por el virus del VIH, y si nos matan, nos mataron por un crimen pasional, lo vi en películas, en telenovelas y en series toda mi vida, por favor terminemos con esta ignorancia que tanto ha dolido a nuestra población y a nuestras familias.

Ociel nos deja como legado a las personas Lgbtiq el no callar, el hacernos visibles, el luchar por los espacios que nos corresponden en todos los ámbitos, y el ser valientes, pero su muerte a la sociedad en general nos deja claro que aún tenemos mucho que desaprender, y que siempre por encima de cualquier diferencia debe prevalecer el respeto, la tolerancia y la empatía, vive y deja vivir, y recuerda que nadie merece morir por ser quien es.

Cuando era pequeño recuerdo haber escuchado constantemente insultos que hacían referencia a mi orientación sexual por tener una libre expresión de género, siempre pensé que esos insultos eran parte de la normalidad pues era yo quien “estaba mal” y hasta posiblemente que estaba cometiendo un pecado por pensar en aceptarme como era, y después pasar por un proceso de muchos años para entenderme, para amarme y para respetarme, algo que la gran mayoría de las personas que somos parte de la población Lgbtiq+ hemos vivido sin haberlo pedido, pero que venía en el paquete de obstáculos que la vida nos presenta diariamente, solo por ser “diferente”.

Han pasado por la historia personas valientes que han alzado la voz y que nos han hecho más visibles que antes, que han dejado un legado en la lucha por el respeto, por la tolerancia y por el reconocimiento de nuestros derechos, personas como Marsha P. Johnson que dio origen a las marchas LGBT desde aquellos disturbios del Stonewall en 1969, o como Harvey Milk quien fue el primer político abiertamente LGBT de los Estados Unidos que hoy es inspiración de muchos que participamos activamente por dignificar a nuestra población desde los espacios públicos, pero en lo más reciente de la historia de México pudimos ver a través de las redes sociales a una persona orgullosa de ser quien era, preparada académicamente y profesionalmente, disruptiva, que vestía como le diera la gana dejando claro que la ropa no tiene género, pero sobre todo ocupando un espacio que históricamente era heteronormado al que ni de broma podíamos tener acceso las personas homosexuales mucho menos alguien que se declaraba abiertamente como persona no binaria, cuando en el país machista en el que vivimos aún piensan que los únicos que existimos somos los gays y las lesbianas, porque no existe la voluntad de aprender que vivimos en un mundo donde el espectro de la diversidad sexual es bastante amplio.

Es así como Le Magistrade Ociel Baena Saucedo se convirtió en un icono mexicano Lgbtiq+ y particularmente de la población no binaria, pues fue quien obtuvo por primera vez un acta de nacimiento no binaria en Coahuila, el primer pasaporte no binario en México, la primera credencial para votar con casillero no binario y la primera persona abiertamente no binaria en asumir un cargo judicial en América Latina.

Aun con todo lo antes mencionado Ociel no pudo ganar el respeto de todas las personas, menos en redes sociales, cada publicación que hacia se convertía en un mar de comentarios de odio y todos relacionados con su identidad y su expresión de género, dejando por un lado sus logros y su trabajo, cosa que a Ociel se notaba que le agradaba el sentir que su género no binario incomodaba pero al mismo tiempo visibilizaba una forma de estar orgullose de ser, ¿tanto nos molesta ver como una persona camina?, ¿ tanto nos molesta ver que ropa utiliza?, ¿tanto nos molesta la forma en la que una persona escribe o habla?, ¿qué tan mal podemos estar para sentir odio a otra persona por ser como es?, o acaso le envidiamos la libertad con la que vive y que nosotros quisiéramos algún día tener, ¿será ese el motivo del odio? pueden ser muchas razones, pueden ser heridas, pueden ser traumas, pero lo que sí te puedo decir es que cualquier persona que sienta eso necesita terapia y de la buena porque el odio no es normal.

Ociel mencionó alguna vez que salió de clóset no binario porque estaba enfadade y cansade de complacer a las demás personas, ¿nos suena familiar? Cuántas personas vivimos complaciendo a otras gentes y nos olvidamos completamente de quienes somos realmente, seguro conoces gente que se ha privado de vivir con libertad su ser y su sexualidad por el que dirán, por el a quien lastimaran o por el a quien incomodaran.

Hoy lamentablemente Ociel ya no está en este mundo, las razones sólo la justicia esperemos que las esclarezca como producto de una buena investigación porque si de algo estamos cansados es del estigma que aún cargamos los hombres gays, y es que si nos morimos, fue por el virus del VIH, y si nos matan, nos mataron por un crimen pasional, lo vi en películas, en telenovelas y en series toda mi vida, por favor terminemos con esta ignorancia que tanto ha dolido a nuestra población y a nuestras familias.

Ociel nos deja como legado a las personas Lgbtiq el no callar, el hacernos visibles, el luchar por los espacios que nos corresponden en todos los ámbitos, y el ser valientes, pero su muerte a la sociedad en general nos deja claro que aún tenemos mucho que desaprender, y que siempre por encima de cualquier diferencia debe prevalecer el respeto, la tolerancia y la empatía, vive y deja vivir, y recuerda que nadie merece morir por ser quien es.