/ jueves 8 de febrero de 2024

Aprender a desaprender | ¿Quién soy yo para juzgar?

El papa Francisco desde su llegada a causado controversias, en una ocasión cuando le preguntaron sobre la homosexualidad pronunció su famosa frase “quién soy yo para juzgar”, y es la verdad Francisco es un hombre, es un ser humano como cualquier otro, ¿quién es para juzgar los zapatos de otro?, por supuesto que esta respuesta ocasiono mucha polémica pues históricamente la Iglesia Católica y sus líderes se habían comportado de una forma muy hostil con la población Lgbtq+.

Mis recuerdos de infancia acerca de la homosexualidad eran terribles, escuchaba comentarios de que Dios no quería a los gays, que éramos unos depravados, que podíamos estar enfermos de la mente, nos decían desviados, que no eras bienvenido al reino del Señor porque Dios rechazaba a los homosexuales porque ser gay es pecado, arrepiéntete y cambia tu forma de ser, en fin, mil babosadas como si uno eligiera nacer bajo una orientación sexual distinta a la hetero.

No sé si la gente que hacía esos comentarios y que incluso muchos de ellos aun siguen pensando y comentando de esa forma, se han puesto a pensar en el daño que le hacen a las personas Lgbtq+, el miedo con el que nos enseñaron a tener temor de Dios, de vivir y de ser nosotros mismos, a creer en muchas ocasiones que fuimos un error de la naturaleza, que nos merecíamos vivir en castigo, y que muchos de nosotros prefirieron morir que soportar una vida infeliz, porque así nos la pintaban, una vida infeliz.

Me da mucha tristeza pensar en ellos, en los que se fueron deseando mejor no haber nacido por su orientación, en los que se quitaron la vida, como producto de todo aquel odio generado a través de las palabras de tantas personas que basados en lo que dictaba su religión podían hacer sentir como lo peor a cualquiera de nuestra población.

En una ocasión en mi divina juventud cuando estaba en los grupos de iglesia, me ofrecieron ser parte del equipo coordinador, yo acepte inmediatamente pues para mí, mi orientación no me alejaba de mi religión, al contrario para mí era un reto demostrar que una persona a la que llamaban diferente también podía estar cerca de Dios y dirigir un movimiento del cómo cualquier otra, para otras personas no fue así, me enfrente a un desgaste emocional tremendo, no solo eran las personas de mayor edad las que pensaban así, sino también las de mi generación que guiados y adoctrinados por la cultura y la falsa iglesia creían que desterrándome, odiándome, excluyéndome, haciéndome menos ellos quedaban en un lugar mejor ante los ojos de Dios, que ironía, estar en un lugar donde todos buscábamos amor, y lo que te ofrecían era odio y temor.

Recuerdo que un día me enfrente a esas personas, y les cuestione porque para ellos yo era un pecador, si solo por ser gay lo era ok , pero lo que si me gustaría que me dijeran es si existe un tabulador de pecados, porque aquí todos absolutamente hemos pecado, tanto pecas tu como yo, ¿por qué entonces yo debo ser juzgado y ustedes no?, los deje pensando, nunca nadie se les había apanterado o decirles sus verdades, porque la neta aquí se los escribí bonito.

Ese día mi corazón habló, cansado de tanto desgaste dijo lo que tenia que decir, y preferí apartarme por muchos años de la Iglesia como institución, mas no de mi fe católica y mi amor por Dios.

No he sido el único, somos muchísimas personas a las que nos hemos preferido apartar que sentirnos rechazados del amor de Dios.

El papa Francisco desde su llegada nos ha dado amor, aceptación, sus mensajes han llenado de esperanza a quienes ya no creíamos en la iglesia católica, a quienes nos rechazaron y hoy nos abren la puerta hasta para darnos la bendición ante la unión de personas del mismo sexo, lo cual ha sido motivo de mensajes de odio, pero Francisco defiende esta postura y el día de ayer llamo hipocresía a todo aquel comentario que iba en contra de bendecir a una pareja del mismo sexo, haciendo hincapié que bendice a empresarios que muchas veces son explotadores y dañan a otras personas y eso si es pecado.

Hermano, vive y deja vivir, desaprende todo aquello que no te suma, y recuerda siempre la frase icónica de Francisco, ¿Quién soy yo para juzgar?

El papa Francisco desde su llegada a causado controversias, en una ocasión cuando le preguntaron sobre la homosexualidad pronunció su famosa frase “quién soy yo para juzgar”, y es la verdad Francisco es un hombre, es un ser humano como cualquier otro, ¿quién es para juzgar los zapatos de otro?, por supuesto que esta respuesta ocasiono mucha polémica pues históricamente la Iglesia Católica y sus líderes se habían comportado de una forma muy hostil con la población Lgbtq+.

Mis recuerdos de infancia acerca de la homosexualidad eran terribles, escuchaba comentarios de que Dios no quería a los gays, que éramos unos depravados, que podíamos estar enfermos de la mente, nos decían desviados, que no eras bienvenido al reino del Señor porque Dios rechazaba a los homosexuales porque ser gay es pecado, arrepiéntete y cambia tu forma de ser, en fin, mil babosadas como si uno eligiera nacer bajo una orientación sexual distinta a la hetero.

No sé si la gente que hacía esos comentarios y que incluso muchos de ellos aun siguen pensando y comentando de esa forma, se han puesto a pensar en el daño que le hacen a las personas Lgbtq+, el miedo con el que nos enseñaron a tener temor de Dios, de vivir y de ser nosotros mismos, a creer en muchas ocasiones que fuimos un error de la naturaleza, que nos merecíamos vivir en castigo, y que muchos de nosotros prefirieron morir que soportar una vida infeliz, porque así nos la pintaban, una vida infeliz.

Me da mucha tristeza pensar en ellos, en los que se fueron deseando mejor no haber nacido por su orientación, en los que se quitaron la vida, como producto de todo aquel odio generado a través de las palabras de tantas personas que basados en lo que dictaba su religión podían hacer sentir como lo peor a cualquiera de nuestra población.

En una ocasión en mi divina juventud cuando estaba en los grupos de iglesia, me ofrecieron ser parte del equipo coordinador, yo acepte inmediatamente pues para mí, mi orientación no me alejaba de mi religión, al contrario para mí era un reto demostrar que una persona a la que llamaban diferente también podía estar cerca de Dios y dirigir un movimiento del cómo cualquier otra, para otras personas no fue así, me enfrente a un desgaste emocional tremendo, no solo eran las personas de mayor edad las que pensaban así, sino también las de mi generación que guiados y adoctrinados por la cultura y la falsa iglesia creían que desterrándome, odiándome, excluyéndome, haciéndome menos ellos quedaban en un lugar mejor ante los ojos de Dios, que ironía, estar en un lugar donde todos buscábamos amor, y lo que te ofrecían era odio y temor.

Recuerdo que un día me enfrente a esas personas, y les cuestione porque para ellos yo era un pecador, si solo por ser gay lo era ok , pero lo que si me gustaría que me dijeran es si existe un tabulador de pecados, porque aquí todos absolutamente hemos pecado, tanto pecas tu como yo, ¿por qué entonces yo debo ser juzgado y ustedes no?, los deje pensando, nunca nadie se les había apanterado o decirles sus verdades, porque la neta aquí se los escribí bonito.

Ese día mi corazón habló, cansado de tanto desgaste dijo lo que tenia que decir, y preferí apartarme por muchos años de la Iglesia como institución, mas no de mi fe católica y mi amor por Dios.

No he sido el único, somos muchísimas personas a las que nos hemos preferido apartar que sentirnos rechazados del amor de Dios.

El papa Francisco desde su llegada nos ha dado amor, aceptación, sus mensajes han llenado de esperanza a quienes ya no creíamos en la iglesia católica, a quienes nos rechazaron y hoy nos abren la puerta hasta para darnos la bendición ante la unión de personas del mismo sexo, lo cual ha sido motivo de mensajes de odio, pero Francisco defiende esta postura y el día de ayer llamo hipocresía a todo aquel comentario que iba en contra de bendecir a una pareja del mismo sexo, haciendo hincapié que bendice a empresarios que muchas veces son explotadores y dañan a otras personas y eso si es pecado.

Hermano, vive y deja vivir, desaprende todo aquello que no te suma, y recuerda siempre la frase icónica de Francisco, ¿Quién soy yo para juzgar?