/ viernes 5 de noviembre de 2021

Bio-informando | De una escopeta a otra

En esta ocasión, quisiera hacerles partícipes de una reflexión que siempre tengo presente.

El mes pasado fue algo ajetreado para mí ya que por situaciones del día a día tuve que prescindir de mi auto, por lo que tuve que recurrir a otros medios de transporte para cumplir con mis compromisos tanto laborales como personales.

Uno de esos días a primeras horas de la mañana que me disponía a acudir a uno de mis sitios de trabajo, mi chofer de un servicio de transporte privado al que le pondremos Juan, charlaba conmigo sobre su vida, su formación, familia y me cuestionaba también por lo que yo me dedicaba. Juan se encuentra familiarizado con el área de agronomía, su hijo es médico y otro familiar suyo se dedica a la venta de equipo especializado de laboratorio por lo que nuestra charla resultó bastante amena porque, aunque él no dominaba por completo lo que es la biotecnología, pudo seguirme la plática por el contexto en el que él se ha vuelto inmerso.

Entre los puntos que discutía con Juan, estaba la importancia de la sencillez de los profesionales que nos dedicamos a la enseñanza y al desarrollo de la ciencia.

Durante mi formación en la licenciatura y el posgrado me encontré con diferentes profesores e investigadores diestros en sus disciplinas y que, además de enseñarme los fundamentos y buenas prácticas, también me transmitieron sus valores, ‘su’ escuela, el conocimiento sobre el manejo de menesteres administrativos y educativos así como también influyeron en el forjamiento de mi carácter.

Aprendí cómo se debe y no se debe ser como profesional, educador y humano. De ahí que en lo que quiero hacer hincapié es en la sencillez como profesional y el cómo formamos a los futuros profesionales en ciencias biológicas y de la salud.

En las instituciones educativas y científicas encontraremos una variopinta de personajes con diferentes historias que de conocerlas nos ayudarían, no a justificarlos, pero sí el comprender el porqué son como son. He conocido investigadores brillantes y considerados eminencias pero con un área de oportunidad grande en lo que se refiere a la transmisión del conocimiento hacia los estudiantes. Al alternar investigación y educación, en ocasiones, por andar en nuestro propio ‘canal’, olvidamos que tenemos que ajustar nuestro lenguaje al nivel de los tutorados ya que si de por sí, algunos temas son complicados, el mantenernos en nuestro estado de “elevación” nos impide conectar con ellos y en consecuencia estos acarrearán dudas a lo largo de su formación.

Por otra parte, la brecha que se crea al poner sobre la mesa nuestros títulos académicos en la relación con estudiantes, colegas, administrativos y personal de mantenimiento, seguridad y limpieza se vuelve abismal.

No le resto mérito a la inversión que cada persona ha hecho en su formación, ¿pero de qué sirve un título si éste nos aleja de nuestros semejantes? La educación y la ciencia no las hace una sola persona y además vivimos en sociedad y necesitamos de todos. El título es sólo una constancia de que se cumplió con los requisitos de un programa de estudios pero el reconocimiento se gana con la rectitud y ética en el ejercicio de nuestra profesión, la actualización constante y con el respeto y el trato que le damos a los demás.

De ahí que siempre veo en mis estudiantes y compañeros de trabajo a todas esas personas que me ayudaron a cumplir con mis metas por lo que mi forma de retribuirles a esas personas es ayudando a otros a salir adelante.

El respeto hacia un superior o en la relación alumno y profesor siempre debe prevalecer, sin embargo, los títulos se deben reservar para actos protocolarios y/o formales. Nunca olvidemos que no estamos solos y que para llegar a la cima, si bien ponemos nuestra garra y entrega, siempre hay alguien que nos extiende la mano para subir y lo mismo hay que hacer con los que vienen atrás de nosotros.

¡Excelente fin de semana!

En esta ocasión, quisiera hacerles partícipes de una reflexión que siempre tengo presente.

El mes pasado fue algo ajetreado para mí ya que por situaciones del día a día tuve que prescindir de mi auto, por lo que tuve que recurrir a otros medios de transporte para cumplir con mis compromisos tanto laborales como personales.

Uno de esos días a primeras horas de la mañana que me disponía a acudir a uno de mis sitios de trabajo, mi chofer de un servicio de transporte privado al que le pondremos Juan, charlaba conmigo sobre su vida, su formación, familia y me cuestionaba también por lo que yo me dedicaba. Juan se encuentra familiarizado con el área de agronomía, su hijo es médico y otro familiar suyo se dedica a la venta de equipo especializado de laboratorio por lo que nuestra charla resultó bastante amena porque, aunque él no dominaba por completo lo que es la biotecnología, pudo seguirme la plática por el contexto en el que él se ha vuelto inmerso.

Entre los puntos que discutía con Juan, estaba la importancia de la sencillez de los profesionales que nos dedicamos a la enseñanza y al desarrollo de la ciencia.

Durante mi formación en la licenciatura y el posgrado me encontré con diferentes profesores e investigadores diestros en sus disciplinas y que, además de enseñarme los fundamentos y buenas prácticas, también me transmitieron sus valores, ‘su’ escuela, el conocimiento sobre el manejo de menesteres administrativos y educativos así como también influyeron en el forjamiento de mi carácter.

Aprendí cómo se debe y no se debe ser como profesional, educador y humano. De ahí que en lo que quiero hacer hincapié es en la sencillez como profesional y el cómo formamos a los futuros profesionales en ciencias biológicas y de la salud.

En las instituciones educativas y científicas encontraremos una variopinta de personajes con diferentes historias que de conocerlas nos ayudarían, no a justificarlos, pero sí el comprender el porqué son como son. He conocido investigadores brillantes y considerados eminencias pero con un área de oportunidad grande en lo que se refiere a la transmisión del conocimiento hacia los estudiantes. Al alternar investigación y educación, en ocasiones, por andar en nuestro propio ‘canal’, olvidamos que tenemos que ajustar nuestro lenguaje al nivel de los tutorados ya que si de por sí, algunos temas son complicados, el mantenernos en nuestro estado de “elevación” nos impide conectar con ellos y en consecuencia estos acarrearán dudas a lo largo de su formación.

Por otra parte, la brecha que se crea al poner sobre la mesa nuestros títulos académicos en la relación con estudiantes, colegas, administrativos y personal de mantenimiento, seguridad y limpieza se vuelve abismal.

No le resto mérito a la inversión que cada persona ha hecho en su formación, ¿pero de qué sirve un título si éste nos aleja de nuestros semejantes? La educación y la ciencia no las hace una sola persona y además vivimos en sociedad y necesitamos de todos. El título es sólo una constancia de que se cumplió con los requisitos de un programa de estudios pero el reconocimiento se gana con la rectitud y ética en el ejercicio de nuestra profesión, la actualización constante y con el respeto y el trato que le damos a los demás.

De ahí que siempre veo en mis estudiantes y compañeros de trabajo a todas esas personas que me ayudaron a cumplir con mis metas por lo que mi forma de retribuirles a esas personas es ayudando a otros a salir adelante.

El respeto hacia un superior o en la relación alumno y profesor siempre debe prevalecer, sin embargo, los títulos se deben reservar para actos protocolarios y/o formales. Nunca olvidemos que no estamos solos y que para llegar a la cima, si bien ponemos nuestra garra y entrega, siempre hay alguien que nos extiende la mano para subir y lo mismo hay que hacer con los que vienen atrás de nosotros.

¡Excelente fin de semana!