/ viernes 15 de octubre de 2021

Bio-informando | El puesto disponible

Ser uno mismo en un mundo que constantemente trata que no lo seas es el mayor de los logros” (Ralph Waldo Emerson).

En mi formación científica un aspecto importante es la difusión del conocimiento, avances y aplicaciones que se van gestando en el laboratorio ya que con ello se contribuye a la generación continua del conocimiento mismo y a la gestión de colaboraciones con otros grupos de investigación para seguir trabajando en una línea de investigación para que, eventualmente, se retribuya a la sociedad con un beneficio o servicio.

Uno de los medios que tenemos los científicos para dar a conocer nuestras investigaciones son los artículos científicos, los cuales los sometemos a revistas internacionales para que después de un proceso, a veces largo y extenuante, logremos ser publicados y por ende ser respaldados por estándares de calidad reconocidos en la comunidad científica. La redacción de estos documentos implica la consulta de varias fuentes de información que nos ayudan a sustentar nuestros descubrimientos y es de suma importancia darles el crédito correspondiente a los autores de dichas fuentes porque en primer lugar ellos realizaron su propio esfuerzo para publicar y en segundo lugar, sin su contribución, quizás, no pudiéramos haber hecho posible nuestro estudio. Además, no es ético el adjudicarse las ideas de alguien más como propias ya que es algo que a nadie le agradaría que le hicieran.

En mi labor docente en el área de Ciencias de la Salud, por el tipo de asignaturas que imparto, los estudiantes necesitan realizar reportes de práctica, los cuales en estructura son bastante similares a los artículos científicos y aunque “no estamos buscando el hilo negro”, sí recurrimos a diversas fuentes de información para redactarlos y sustentar los resultados observados. He sido bastante enfático con los estudiantes en cuanto la observación de los lineamientos para evitar el plagio y los he incentivado a atreverse a redactar en sus propias palabras con el objetivo de que se sientan cómodos siendo originales y sin temor a equivocarse ya que para eso se está estudiando y aprendiendo.

La redacción de ideas y aprenderlas a sustentar es una tarea titánica que la única forma en la que se logra (casi) dominar es a través de la práctica y documentándose constantemente en la normativa para dar el crédito de forma correcta a los autores ya sea de información, software u otros recursos.

Esto lo comparto no con el afán del aplauso, sino porque aunque no todos nos dedicamos a la investigación, sí es parte de la formación en cualquier profesión hacer las cosas correctamente.

Es cierto, a veces, podemos incurrir en actos que aunque en apariencia son inocentes pueden infringir los derechos de autor. Si lo trasladamos a un ejemplo más cotidiano, el descargar imágenes de cualquier buscador de Internet para posteriormente modificarlas, adaptarlas o peor aún utilizarlas para fines comerciales pueden transgredir los derechos de autor si no se tienen las licencias y permisos para dichos fines y derivar en implicaciones legales. Me ha tocado escuchar en relación a este tema argumentos del tipo de que “todo mundo lo hace” pero me gustaría dejarles las siguientes preguntas para reflexionar: ¿El qué “todo mundo” lo haga significa que está bien? Y si sabemos que lo que estamos haciendo está mal, ¿podremos dormir tranquilos con la incertidumbre de que puede o no un día haber alguna consecuencia por no hacer las cosas como se debe?

El ser original, sincero y transparente son virtudes poco valoradas hoy en día y en ocasiones suelen interpretadas como sinónimo de debilidad e ingenuidad; sin embargo, pienso que no hay algo más valiente que el ser uno mismo y cumplir con el deber rectamente. Claro, podemos ser inspirados por otros seres humanos e ideologías pero también uno debe tener su propio criterio y dejar brillar sus propios colores. Por eso los invito a ocupar el único puesto que está disponible: el de ser nosotros mismos.

¡Excelente fin de semana!

Ser uno mismo en un mundo que constantemente trata que no lo seas es el mayor de los logros” (Ralph Waldo Emerson).

En mi formación científica un aspecto importante es la difusión del conocimiento, avances y aplicaciones que se van gestando en el laboratorio ya que con ello se contribuye a la generación continua del conocimiento mismo y a la gestión de colaboraciones con otros grupos de investigación para seguir trabajando en una línea de investigación para que, eventualmente, se retribuya a la sociedad con un beneficio o servicio.

Uno de los medios que tenemos los científicos para dar a conocer nuestras investigaciones son los artículos científicos, los cuales los sometemos a revistas internacionales para que después de un proceso, a veces largo y extenuante, logremos ser publicados y por ende ser respaldados por estándares de calidad reconocidos en la comunidad científica. La redacción de estos documentos implica la consulta de varias fuentes de información que nos ayudan a sustentar nuestros descubrimientos y es de suma importancia darles el crédito correspondiente a los autores de dichas fuentes porque en primer lugar ellos realizaron su propio esfuerzo para publicar y en segundo lugar, sin su contribución, quizás, no pudiéramos haber hecho posible nuestro estudio. Además, no es ético el adjudicarse las ideas de alguien más como propias ya que es algo que a nadie le agradaría que le hicieran.

En mi labor docente en el área de Ciencias de la Salud, por el tipo de asignaturas que imparto, los estudiantes necesitan realizar reportes de práctica, los cuales en estructura son bastante similares a los artículos científicos y aunque “no estamos buscando el hilo negro”, sí recurrimos a diversas fuentes de información para redactarlos y sustentar los resultados observados. He sido bastante enfático con los estudiantes en cuanto la observación de los lineamientos para evitar el plagio y los he incentivado a atreverse a redactar en sus propias palabras con el objetivo de que se sientan cómodos siendo originales y sin temor a equivocarse ya que para eso se está estudiando y aprendiendo.

La redacción de ideas y aprenderlas a sustentar es una tarea titánica que la única forma en la que se logra (casi) dominar es a través de la práctica y documentándose constantemente en la normativa para dar el crédito de forma correcta a los autores ya sea de información, software u otros recursos.

Esto lo comparto no con el afán del aplauso, sino porque aunque no todos nos dedicamos a la investigación, sí es parte de la formación en cualquier profesión hacer las cosas correctamente.

Es cierto, a veces, podemos incurrir en actos que aunque en apariencia son inocentes pueden infringir los derechos de autor. Si lo trasladamos a un ejemplo más cotidiano, el descargar imágenes de cualquier buscador de Internet para posteriormente modificarlas, adaptarlas o peor aún utilizarlas para fines comerciales pueden transgredir los derechos de autor si no se tienen las licencias y permisos para dichos fines y derivar en implicaciones legales. Me ha tocado escuchar en relación a este tema argumentos del tipo de que “todo mundo lo hace” pero me gustaría dejarles las siguientes preguntas para reflexionar: ¿El qué “todo mundo” lo haga significa que está bien? Y si sabemos que lo que estamos haciendo está mal, ¿podremos dormir tranquilos con la incertidumbre de que puede o no un día haber alguna consecuencia por no hacer las cosas como se debe?

El ser original, sincero y transparente son virtudes poco valoradas hoy en día y en ocasiones suelen interpretadas como sinónimo de debilidad e ingenuidad; sin embargo, pienso que no hay algo más valiente que el ser uno mismo y cumplir con el deber rectamente. Claro, podemos ser inspirados por otros seres humanos e ideologías pero también uno debe tener su propio criterio y dejar brillar sus propios colores. Por eso los invito a ocupar el único puesto que está disponible: el de ser nosotros mismos.

¡Excelente fin de semana!