/ viernes 25 de marzo de 2022

Bio-informando | Luz y sombra

“Confesando bien, todo el mundo hace pecado en cuanto la misa termina […] Al padre también se le suben los colores cuando el viento le alza la bata […] Si averiguan bien, todo el mundo tiene piojos en la bailarina no lo ven” (Fragmento de “Rueda de bailarina”. Autores: Víctor Manuel San José Sánchez, Chico Buarque y Edu Lobo. 1986. Albúm: Para la ternura siempre hay tiempo. Interpretada por: Ana Belén).

Si me vienes siguiendo desde hace tiempo, ya has de saber que me gusta salirme por la tangente y abordar distintos temas dejando un poco de lado mi faceta científica y técnica para volverme un tanto filosófico con otros menesteres que también se manifiestan en la ciencia, principalmente, todo aquello vinculado a las relaciones interpersonales y la inteligencia emocional; áreas algo descuidadas en nuestra sociedad en general y que de manera especial, a los que nos dedicamos a la ciencia, por nuestro perfil nos cuesta trabajo desarrollar.

No soy terapeuta ni especialista en el área de la psicología pero si he detectado que es un área de oportunidad relevante para todos los seres humanos para poder ser funcionales y más sanos con nuestras relaciones. Soy alguien que constantemente está en contacto consigo mismo, trabajando sus áreas de oportunidad, sus demonios y sus inseguridades para cada vez tener más paz y así dar lo mejor de mí como un ser humano integral. He de confesar que no es una tarea sencilla; hay aciertos y tropiezos pero sobre todo aprendizajes. Lo cierto es, que como ya hemos mencionado en otro contexto, cada organismo (persona en este caso) responde de manera diferente ante un mismo estímulo.

Les comentaba también en mis primeras publicaciones en este espacio, que las y los científicos no dejamos de ser seres humanos. Experimentamos cada sentimiento con la misma intensidad (y en ocasiones un poco más) que cualquier persona. Nos vemos expuestos a condiciones de estrés, ansiedad, euforia, tristeza, pérdidas, corazones rotos y como cada individuo también tenemos nuestras manías, inseguridades y rarezas.

El detalle claro está en cómo interpretamos y manejamos esas situaciones. Yo recuerdo durante mi formación a varios mentores y compañeros que para mí han sido íconos tanto por lo que me aportaron como lo que ellos como seres humanos y profesionistas han logrado; sin embargo, a algunos de ellos, la vida les ha colocado pruebas en su tránsito que lamentable, con la versión de ellos mismos de ese preciso momento, no supieron sortear el toro y sus acciones no solo los afectaron como personas sino también a su imagen como profesionistas.

A algunos se les cerraron puertas mientras que a otros el escarmiento por sus actos les hizo lo que el viento a Juárez. De unos años para acá, ha ido aumentando la conciencia de la importancia de la salud mental. Todo ser humano es perfectible ya que todos tenemos luz y sombra en nuestro ser pero está en nosotros el decidir que opción potenciamos.

No hay que esperar a que se manifieste una adversidad para acudir a terapia; tampoco significa que nos volvamos insensibles o inmutables ante experiencias que nos resuenen fuerte, simplemente adquirimos las herramientas para que las embestidas no nos muevan de nuestro centro.

Por otro lado, independientemente de la profesión que desempeñemos, debemos darles espacio a nuestras relaciones interpersonales y ejercitar la empatía y reciprocidad para hacernos la vida más armónica. No podemos predecir los giros que esta montaña rusa que se llama “vida” nos va a poner al frente, pero sí podemos ser conscientes de nosotros mismos, contar con “válvulas de escape” (hobbies) y en el mejor de los casos, contar con una red de apoyo que sea nuestra luz en la oscuridad para evitar perdernos y salir fortalecidos de cada prueba.

Excelente fin de semana, un abrazo.


“Confesando bien, todo el mundo hace pecado en cuanto la misa termina […] Al padre también se le suben los colores cuando el viento le alza la bata […] Si averiguan bien, todo el mundo tiene piojos en la bailarina no lo ven” (Fragmento de “Rueda de bailarina”. Autores: Víctor Manuel San José Sánchez, Chico Buarque y Edu Lobo. 1986. Albúm: Para la ternura siempre hay tiempo. Interpretada por: Ana Belén).

Si me vienes siguiendo desde hace tiempo, ya has de saber que me gusta salirme por la tangente y abordar distintos temas dejando un poco de lado mi faceta científica y técnica para volverme un tanto filosófico con otros menesteres que también se manifiestan en la ciencia, principalmente, todo aquello vinculado a las relaciones interpersonales y la inteligencia emocional; áreas algo descuidadas en nuestra sociedad en general y que de manera especial, a los que nos dedicamos a la ciencia, por nuestro perfil nos cuesta trabajo desarrollar.

No soy terapeuta ni especialista en el área de la psicología pero si he detectado que es un área de oportunidad relevante para todos los seres humanos para poder ser funcionales y más sanos con nuestras relaciones. Soy alguien que constantemente está en contacto consigo mismo, trabajando sus áreas de oportunidad, sus demonios y sus inseguridades para cada vez tener más paz y así dar lo mejor de mí como un ser humano integral. He de confesar que no es una tarea sencilla; hay aciertos y tropiezos pero sobre todo aprendizajes. Lo cierto es, que como ya hemos mencionado en otro contexto, cada organismo (persona en este caso) responde de manera diferente ante un mismo estímulo.

Les comentaba también en mis primeras publicaciones en este espacio, que las y los científicos no dejamos de ser seres humanos. Experimentamos cada sentimiento con la misma intensidad (y en ocasiones un poco más) que cualquier persona. Nos vemos expuestos a condiciones de estrés, ansiedad, euforia, tristeza, pérdidas, corazones rotos y como cada individuo también tenemos nuestras manías, inseguridades y rarezas.

El detalle claro está en cómo interpretamos y manejamos esas situaciones. Yo recuerdo durante mi formación a varios mentores y compañeros que para mí han sido íconos tanto por lo que me aportaron como lo que ellos como seres humanos y profesionistas han logrado; sin embargo, a algunos de ellos, la vida les ha colocado pruebas en su tránsito que lamentable, con la versión de ellos mismos de ese preciso momento, no supieron sortear el toro y sus acciones no solo los afectaron como personas sino también a su imagen como profesionistas.

A algunos se les cerraron puertas mientras que a otros el escarmiento por sus actos les hizo lo que el viento a Juárez. De unos años para acá, ha ido aumentando la conciencia de la importancia de la salud mental. Todo ser humano es perfectible ya que todos tenemos luz y sombra en nuestro ser pero está en nosotros el decidir que opción potenciamos.

No hay que esperar a que se manifieste una adversidad para acudir a terapia; tampoco significa que nos volvamos insensibles o inmutables ante experiencias que nos resuenen fuerte, simplemente adquirimos las herramientas para que las embestidas no nos muevan de nuestro centro.

Por otro lado, independientemente de la profesión que desempeñemos, debemos darles espacio a nuestras relaciones interpersonales y ejercitar la empatía y reciprocidad para hacernos la vida más armónica. No podemos predecir los giros que esta montaña rusa que se llama “vida” nos va a poner al frente, pero sí podemos ser conscientes de nosotros mismos, contar con “válvulas de escape” (hobbies) y en el mejor de los casos, contar con una red de apoyo que sea nuestra luz en la oscuridad para evitar perdernos y salir fortalecidos de cada prueba.

Excelente fin de semana, un abrazo.