/ viernes 10 de mayo de 2024

Casos y cosas de la experiencia | Lo tienes todo en la vida, ¿por qué estás así?

“Todo el infierno está contenido en esta tristeza y soledad que vivo”. (Cris)

Un nuevo encuentro, otra oportunidad para acompañar a Cris. Después de saludarnos comentó: “Todo el infierno está contenido en esta tristeza y soledad que vivo”. Esta frase es un martirio para quien vive en depresión. Obviamente, se siente culpable y avergonzado, se odia y se aísla.

En situaciones favorables, decir que lo tenemos todo en la vida resulta un espejismo, pero para alguien sumido en la depresión es un golpazo que lo noquea. Es angustiante para una persona deprimida que se le insista en que se ponga las pilas, que valore todo lo que tiene. Se sentirá muy mal y abatida.

No podemos entender la depresión si la encuadramos en términos de lo que tengo y lo que no tengo. Existen varios detonantes para que estalle la depresión; algo que ocurre o continúa sucediendo, y conduce a esa enfermedad. Entre ellos puede ser la pérdida de estatus económico o el empleo, la muerte de un ser querido, la ruptura de una relación de pareja o un accidente, es decir, cuando la realidad de alguien se ve afectada tremendamente. Ahora decirle que piense en lo positivo es absurdo e insuficiente, ya que su dolor es ineludible y lo arroja al vacío. También es cierto que en ocasiones la depresión no tiene una causa definida, ni motivos aparentes que la detonen. Aunque creo que puede deberse a algo que aún los especialistas no aclaran, ya que la persona no tiene suficientemente claro lo que vive.

Según un estudio de Kessler, R.C., y Berlung, P. Demler, 2020), “casi una de cada cinco personas va a experimentar un episodio depresivo severo en algún punto de su vida”. En algunos casos la causa será un desequilibrio químico, sin que haya un detonante específico. Podría ser la estructura del cerebro, la genética y algunos factores ambientales. Pude pasarle a cualquiera, sin que sepa exactamente por qué.

Cris continuó su narrativa; con voz frágil, cansada y pausada. Estoy justo ahí, cerca de ella para escucharla, acompañarla y apoyarla en lo posible para sostener su proceso. Cuestionar a estas personas sobre su padecimiento resulta una carga adicional, porque en ocasiones no saben cómo explicar lo que viven.

Te has preguntado si les gusta sentirse tan mal todo el tiempo. La verdad no lo creo. No estaría orgulloso de verme secuestrado por esa enfermedad, que suma tristeza y ansiedad. Me dolería que me cuestionaran por qué me siento así, y solamente murmuraría algo y escondería mi rostro entre las manos. Confirmo esto con Cris cuando dice: “En muchas ocasiones me encuentro preguntando por qué estoy así, por qué me siento así”. Desgraciadamente no es fácil encontrar las respuestas.

Cris agregó, hace un par de días alguien me dijo: “Deja de sentirte así, mira a tu alrededor hay gente peor que tú”. En verdad, creo que no tenemos idea de lo que experimenta una persona deprimida. Comparar sufrimientos es algo poco empático y compasivo. Esto no es una competencia, es una queja que cada quien vive con una intensidad particular. ¿Dirías que le eche ganas? Las vivencias de esas situaciones, circunstancias, dolores y sufrimientos son estrictamente individuales. Cada persona reacciona ante su realidad de forma muy peculiar, y también la manera en que experimenta ese cansancio, pesadez y agobio emocional.

Entonces, podemos escuchar, acompañar, ser solidarios con quienes sufren depresión, y también ser autocompasivos. Sentir lástima no nos ayuda, reconozcamos nuestro dolor, apreciemos lo que nos informa y respetemos cada momento. A las personas deprimidas no les ayuda decirles que hay otras en peores condiciones. Recuerda que la mente deprimida reúne una habilidad extraordinaria para sumirse en la angustia, que socava su energía y claridad. La depresión existe, ¿has visto la película Patch Adams?

Continuaré abordando este tema.

Por un mundo de esperanza y paz. Buen fin de semana. Año 2024

Correo electrónico: ignacio.lovio@gmail.com


“Todo el infierno está contenido en esta tristeza y soledad que vivo”. (Cris)

Un nuevo encuentro, otra oportunidad para acompañar a Cris. Después de saludarnos comentó: “Todo el infierno está contenido en esta tristeza y soledad que vivo”. Esta frase es un martirio para quien vive en depresión. Obviamente, se siente culpable y avergonzado, se odia y se aísla.

En situaciones favorables, decir que lo tenemos todo en la vida resulta un espejismo, pero para alguien sumido en la depresión es un golpazo que lo noquea. Es angustiante para una persona deprimida que se le insista en que se ponga las pilas, que valore todo lo que tiene. Se sentirá muy mal y abatida.

No podemos entender la depresión si la encuadramos en términos de lo que tengo y lo que no tengo. Existen varios detonantes para que estalle la depresión; algo que ocurre o continúa sucediendo, y conduce a esa enfermedad. Entre ellos puede ser la pérdida de estatus económico o el empleo, la muerte de un ser querido, la ruptura de una relación de pareja o un accidente, es decir, cuando la realidad de alguien se ve afectada tremendamente. Ahora decirle que piense en lo positivo es absurdo e insuficiente, ya que su dolor es ineludible y lo arroja al vacío. También es cierto que en ocasiones la depresión no tiene una causa definida, ni motivos aparentes que la detonen. Aunque creo que puede deberse a algo que aún los especialistas no aclaran, ya que la persona no tiene suficientemente claro lo que vive.

Según un estudio de Kessler, R.C., y Berlung, P. Demler, 2020), “casi una de cada cinco personas va a experimentar un episodio depresivo severo en algún punto de su vida”. En algunos casos la causa será un desequilibrio químico, sin que haya un detonante específico. Podría ser la estructura del cerebro, la genética y algunos factores ambientales. Pude pasarle a cualquiera, sin que sepa exactamente por qué.

Cris continuó su narrativa; con voz frágil, cansada y pausada. Estoy justo ahí, cerca de ella para escucharla, acompañarla y apoyarla en lo posible para sostener su proceso. Cuestionar a estas personas sobre su padecimiento resulta una carga adicional, porque en ocasiones no saben cómo explicar lo que viven.

Te has preguntado si les gusta sentirse tan mal todo el tiempo. La verdad no lo creo. No estaría orgulloso de verme secuestrado por esa enfermedad, que suma tristeza y ansiedad. Me dolería que me cuestionaran por qué me siento así, y solamente murmuraría algo y escondería mi rostro entre las manos. Confirmo esto con Cris cuando dice: “En muchas ocasiones me encuentro preguntando por qué estoy así, por qué me siento así”. Desgraciadamente no es fácil encontrar las respuestas.

Cris agregó, hace un par de días alguien me dijo: “Deja de sentirte así, mira a tu alrededor hay gente peor que tú”. En verdad, creo que no tenemos idea de lo que experimenta una persona deprimida. Comparar sufrimientos es algo poco empático y compasivo. Esto no es una competencia, es una queja que cada quien vive con una intensidad particular. ¿Dirías que le eche ganas? Las vivencias de esas situaciones, circunstancias, dolores y sufrimientos son estrictamente individuales. Cada persona reacciona ante su realidad de forma muy peculiar, y también la manera en que experimenta ese cansancio, pesadez y agobio emocional.

Entonces, podemos escuchar, acompañar, ser solidarios con quienes sufren depresión, y también ser autocompasivos. Sentir lástima no nos ayuda, reconozcamos nuestro dolor, apreciemos lo que nos informa y respetemos cada momento. A las personas deprimidas no les ayuda decirles que hay otras en peores condiciones. Recuerda que la mente deprimida reúne una habilidad extraordinaria para sumirse en la angustia, que socava su energía y claridad. La depresión existe, ¿has visto la película Patch Adams?

Continuaré abordando este tema.

Por un mundo de esperanza y paz. Buen fin de semana. Año 2024

Correo electrónico: ignacio.lovio@gmail.com