El 28 de agosto de 1963, en el Monumento a Lincoln, situado en Washington, D.C., tuvo lugar la manifestación más grande en la historia de los Estados Unidos: 250 mil personas participaron en La Marcha a Washington, por el Empleo y la Libertad. El orador principal de aquella jornada fue Martin Luther King, quien pronunció su discurso I have a dream que, desde entonces, quedó grabado en la memoria colectiva.
Ahora, es indispensable reflexionar que un mitin de semejantes propósitos y dimensiones necesita de un equipo humano capaz de garantizar resultados tangibles, sobre todo si lo que está en juego es la exhibición de músculo, fuerza y determinación por la causa de los derechos civiles de la población negra.
Y ese equipo humano fue encabezado por Bayard Rustin (Colman Domingo), activista y cercano colaborador de Martin Luther King (Ami Ameen); Rustin, militante y propagandista, jamás ocultó su condición homosexual, situación que a principios de la década de los sesenta, representaba un grave problema al abrir un flanco de vulnerabilidad para el movimiento.
Así, Rustin (George C. Wolfe, 2023) se convierte en la crónica de aquellos días en los cuales Bayard tuvo que enfrentar racismo y discriminación, por parte de la población anglosajona, y la cruel homofobia, desde ambas trincheras: las blancas y las de color.
Producida por Barack y Michelle Obama, Rustin cumple con honestidad en la descripción del protagonista. Lejos de romantizar o idealizar al héroe, lo muestra con la testarudez y la arrogancia que debió construir para protegerse de los ataques y del fuego amigo y enemigo.
En paralelo, Rustin narra el esfuerzo de todos los involucrados en la organización de La Marcha a Washington, así como la complejidad de los vínculos amorosos y sentimentales del personaje central.
Elocuente, hábil y persuasivo, Bayard Rustin podía argumentar y convencer a los propios opositores dentro de su equipo y, al mismo tiempo, con la misma sagacidad e inteligencia, era capaz de seducir a quienes se permitían coqueteo y avances atrevidos.
Eso sí, sin jamás renunciar a los principios que motivaban la causa.
Rustin muestra un excepcional trabajo en dirección artística al recrear la época. Vestuario, escenografías y maquillaje son un alarde de pericia y buen gusto. Sin embargo, será su partitura musical el punto más relevante de la producción. El sonido jazz y blues, tanto orquestal como al piano, resultan una gran experiencia creada por Brandford Marsalis.
Sería una injusticia no considerar esta música para un Óscar.
Bayard Rustin, en su segundo año de Universidad fue expulsado por organizar una marcha en contra de la calidad de la comida; antes que Rosa Parks, se negó a ocupar el asiento posterior en un autobús y vivió su homosexualidad con orgullo —en un tiempo en lo que “eso” era considerado una perversión que debía ocultarse—; más allá de su personalidad, como estratega político su contribución a la historia contemporánea no tiene comparación.
Un gran hombre cubierto por la sombra del prejuicio de blancos y negros sale a la luz. Porque en el closet, nunca estuvo.
Qué leer antes o después de la función
Yo sé por qué canta el pájaro enjaulado, de Maya Angelou. Publicada en 1969, esta pieza de autobiografía relata la infancia y la juventud de la poetisa y escritora norteamericana. Ella recuerda el rechazo y la discriminación que sufre la mayor parte de la población negra en el sur de los Estados Unidos durante la primera mitad del siglo XX.