/ domingo 19 de julio de 2020

Reto lector sonorense | Intolerancia, algoritmos y Covid

La semana pasada intelectuales de varias partes del mundo entre los que se encuentran Noam Chomsky, el escritor Salman Rushdie, la narradora y poetisa canadiense Margaret Atwood, publicaron una carta en la revista Harper’s para mostrar su apoyo a las protestas por la justicia racial y social, así como para una mayor igualdad e inclusión. Sin embargo, también usaron la misiva abierta para alertar que muchas de las expresiones de estas luchas están llegando a un umbral de intolerancia que es alarmante porque encierra el deseo por silenciar a quien no piensa igual, una característica de los grupos conservadores contra los cuales el discurso progresista lucha.

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Esta intolerancia de los “discursos progresistas” quizás siempre ha estado, pero en otros momentos la intolerancia no había sido fortalecida por el algoritmo de las redes sociales.

Cuando Donald Trump ganó las elecciones en Estados Unidos, el periodista argentino Martin Caparrós escribió una reflexión para el New York Times en donde hace ver como las redes sociales también pueden ser una burbuja que nos impide ver la realidad, que pueden encerrarnos en una caja de resonancia donde voces que piensan de manera parecida a nosotros mismos refuerzan nuestras creencias, pero también fortalecen nuestra intolerancia a quien disiente.

Siendo que los discursos grupales y la opinión pública de una colectividad ahora se hace en las redes sociales es que cada vez tiene más este componente de intolerancia grupal, cegados siempre por el algoritmo que no permite diálogos con quien no piensa igual y por lo mismo que impide encontrar soluciones más globales donde todos tenemos que poner de nuestra parte, pensemos o no de forma parecida.

Una pandemia como la que estamos viviendo por el virus SARS-CoV-2 en estos momentos, requiere que la humanidad construya puentes de diálogo para encontrar soluciones basándose en evidencia científica y poder aplicar protocolos de contingencia que realmente den resultados. Desafortunadamente la polarización política y social evita que se puedan construir esos diálogos. En este escenario las redes sociales se han convertido en el campo de batalla donde el objetivo es desacreditar sin evidencia alguna a quienes no están de nuestro lado, generando un ambiente donde no se buscan soluciones a los problemas que provoca la pandemia, sino vencer al contrincante.

La advertencia que hacen Chomsky y compañía en la carta publicada en Harper’s es también un llamado a la mesura de quienes se identifican con las luchas sociales para no continuar con la polarización política y social tan radical. Es una invitación a no continuar por un camino que únicamente nos aleja de un escenario donde basándonos en evidencia científica se puedan elaborar protocolos eficientes para disminuir el contagio como ya lo han logrado países donde su sociedad no está tan polarizada por sus actores políticos.

La semana pasada intelectuales de varias partes del mundo entre los que se encuentran Noam Chomsky, el escritor Salman Rushdie, la narradora y poetisa canadiense Margaret Atwood, publicaron una carta en la revista Harper’s para mostrar su apoyo a las protestas por la justicia racial y social, así como para una mayor igualdad e inclusión. Sin embargo, también usaron la misiva abierta para alertar que muchas de las expresiones de estas luchas están llegando a un umbral de intolerancia que es alarmante porque encierra el deseo por silenciar a quien no piensa igual, una característica de los grupos conservadores contra los cuales el discurso progresista lucha.

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Esta intolerancia de los “discursos progresistas” quizás siempre ha estado, pero en otros momentos la intolerancia no había sido fortalecida por el algoritmo de las redes sociales.

Cuando Donald Trump ganó las elecciones en Estados Unidos, el periodista argentino Martin Caparrós escribió una reflexión para el New York Times en donde hace ver como las redes sociales también pueden ser una burbuja que nos impide ver la realidad, que pueden encerrarnos en una caja de resonancia donde voces que piensan de manera parecida a nosotros mismos refuerzan nuestras creencias, pero también fortalecen nuestra intolerancia a quien disiente.

Siendo que los discursos grupales y la opinión pública de una colectividad ahora se hace en las redes sociales es que cada vez tiene más este componente de intolerancia grupal, cegados siempre por el algoritmo que no permite diálogos con quien no piensa igual y por lo mismo que impide encontrar soluciones más globales donde todos tenemos que poner de nuestra parte, pensemos o no de forma parecida.

Una pandemia como la que estamos viviendo por el virus SARS-CoV-2 en estos momentos, requiere que la humanidad construya puentes de diálogo para encontrar soluciones basándose en evidencia científica y poder aplicar protocolos de contingencia que realmente den resultados. Desafortunadamente la polarización política y social evita que se puedan construir esos diálogos. En este escenario las redes sociales se han convertido en el campo de batalla donde el objetivo es desacreditar sin evidencia alguna a quienes no están de nuestro lado, generando un ambiente donde no se buscan soluciones a los problemas que provoca la pandemia, sino vencer al contrincante.

La advertencia que hacen Chomsky y compañía en la carta publicada en Harper’s es también un llamado a la mesura de quienes se identifican con las luchas sociales para no continuar con la polarización política y social tan radical. Es una invitación a no continuar por un camino que únicamente nos aleja de un escenario donde basándonos en evidencia científica se puedan elaborar protocolos eficientes para disminuir el contagio como ya lo han logrado países donde su sociedad no está tan polarizada por sus actores políticos.