/ lunes 31 de octubre de 2022

Minutos de lectura | México surrealista

En Zacatecas un perro camina presuroso entre carros y banquetas. Parece que sonríe. La imagen, por sí misma, es de terror. La calle, como muchas otras en México, evidencia que es un barrio popular, de construcciones viejas y sucias, baches, piedras y fugas. El perro huye de manera sigilosa cuidando su carnada como tesoro. La noche es de aspecto sombrío, rojizo, cubierta de luces tenues que hacen más notoria la oscuridad. Alguien persigue y graba al animal. La realidad amorfa por unos segundos, evidencia mayor crueldad cuando el bulto toma forma de una cabeza. Sí, es un perro cargando con su hocico una cabeza humana y se dirige, seguramente, a comérsela.

En Ciudad Obregón son las cuatro de la mañana. La ciudad apenas despierta y un transeúnte madrugador, quizá iniciando su caminata diaria en una ciudad que ya siente el fresco aroma a trigo y a café, se topa con algo extraño a la distancia. Parece una mano ensangrentada, desprendida, sucia. Conforme se acerca, ve una pierna separada de un torso con el pecho hacia arriba. Observa un hilachero colgante que resulta en vísceras arrinconadas entre la banqueta y el pavimento. El parte policiaco descrito en los medios de comunicación, de manera textual dice que “el hallazgo se registró durante las primeras horas de este domingo […] Se detalló que las autoridades recibieron una denuncia anónima a través del Servicio de Emergencias 911, en el que se puntualizó que yacía tirado en la vía pública lo que parecía ser un cuerpo humano descuartizado y junto a este, un supuesto 'narcomensaje' firmado por un grupo delictivo de la región”.

Una pareja de jóvenes acaba de darse el “sí” frente al altar. Su familia y amistades presencian el momento que debió ser para los novios, el más feliz de sus vidas. Todo es felicidad a las afueras de una iglesia en Caborca. La pareja camina de la mano hacia su destino; salen, se abrazan. La adrenalina es propia del comienzo de una nueva vida y de un festejo que está por iniciar. De pronto todo es confusión. Disparos. Gritos. Dos personas se desvanecen. Otra escena de terror en México: el novio es una de las víctimas y la novia, inmerecido y doloroso destino, vive la pesadilla que jamás imaginó con su vestido ensangrentado. Una sola foto da cuenta de ello y eso basta para vivir también su dolor. El boletín oficial de la Fiscalía General de Justicia de Sonora indica que “después de los peritajes de trazabilidad balística, se confirma un ataque directo y cobra relevancia una de las líneas de investigación, sin descartar las demás, que el ataque pudo haber sido dirigido a otra persona que el mismo día contrajo nupcias en otra ciudad”. Terrible confusión. Terrible, como lo son todos, ese asesinato.

Es la madrugada del último domingo de octubre de 2022. Una camioneta blanca, seguida de otro carro, recorren una carretera en la sierra de Sinaloa. Un testigo advierte y publica en Twitter ese extraño pasaje. El texto que acompaña a la foto de una suburban blindada, dice: “De noche, sin periodistas, bajo la más oscura secrecía, el presidente López Obrador viaja a Badiraguato”. Quizá no hay pruebas pero tampoco hay dudas. Algo extraño, o no tan extraño, sucede este sexenio entre Andrés Manuel López Obrador y los cárteles del narcotráfico en el Pacífico mexicano. La incredulidad dejó de ser factor y fantasma.

Este es el México de hoy, el de una pestilente y dolorosa crisis de humanidad. Del que pareciera dan cuenta Juan Rulfo o Jorge Ibargüengoitia hace décadas. El país que agobió a Salvador Dalí, cuando dijo De ninguna manera volveré a México; no soporto estar en un país más surrealista que mis pinturas”. El México de los 2,333 homicidios promedio mensual en los últimos 32 meses. El que según la tendencia, cerrará 2024 con cifra récord nunca antes registrada en su historia: más de 190 mil asesinatos en un sexenio.

Este es el México que advirtió en 1958 Carlos Fuentes cuando escribió: “Mi nombre es Ixca Cienfuegos. Nací y vivo en México. Esto no es grave. En México no hay tragedia: todo se vuelve afrenta […] en mi eterno salto mortal hacia mañana […] muerto en la guerra florida, en la riña de cantina, a la hora de la verdad: la única hora puntual […] ¡No te rajes, manito! Saca tus pencas, afila tus cuchillos, niégate, no hables, no compadezcas, no mires […] Aquí nos tocó. Qué le vamos a hacer.


En Zacatecas un perro camina presuroso entre carros y banquetas. Parece que sonríe. La imagen, por sí misma, es de terror. La calle, como muchas otras en México, evidencia que es un barrio popular, de construcciones viejas y sucias, baches, piedras y fugas. El perro huye de manera sigilosa cuidando su carnada como tesoro. La noche es de aspecto sombrío, rojizo, cubierta de luces tenues que hacen más notoria la oscuridad. Alguien persigue y graba al animal. La realidad amorfa por unos segundos, evidencia mayor crueldad cuando el bulto toma forma de una cabeza. Sí, es un perro cargando con su hocico una cabeza humana y se dirige, seguramente, a comérsela.

En Ciudad Obregón son las cuatro de la mañana. La ciudad apenas despierta y un transeúnte madrugador, quizá iniciando su caminata diaria en una ciudad que ya siente el fresco aroma a trigo y a café, se topa con algo extraño a la distancia. Parece una mano ensangrentada, desprendida, sucia. Conforme se acerca, ve una pierna separada de un torso con el pecho hacia arriba. Observa un hilachero colgante que resulta en vísceras arrinconadas entre la banqueta y el pavimento. El parte policiaco descrito en los medios de comunicación, de manera textual dice que “el hallazgo se registró durante las primeras horas de este domingo […] Se detalló que las autoridades recibieron una denuncia anónima a través del Servicio de Emergencias 911, en el que se puntualizó que yacía tirado en la vía pública lo que parecía ser un cuerpo humano descuartizado y junto a este, un supuesto 'narcomensaje' firmado por un grupo delictivo de la región”.

Una pareja de jóvenes acaba de darse el “sí” frente al altar. Su familia y amistades presencian el momento que debió ser para los novios, el más feliz de sus vidas. Todo es felicidad a las afueras de una iglesia en Caborca. La pareja camina de la mano hacia su destino; salen, se abrazan. La adrenalina es propia del comienzo de una nueva vida y de un festejo que está por iniciar. De pronto todo es confusión. Disparos. Gritos. Dos personas se desvanecen. Otra escena de terror en México: el novio es una de las víctimas y la novia, inmerecido y doloroso destino, vive la pesadilla que jamás imaginó con su vestido ensangrentado. Una sola foto da cuenta de ello y eso basta para vivir también su dolor. El boletín oficial de la Fiscalía General de Justicia de Sonora indica que “después de los peritajes de trazabilidad balística, se confirma un ataque directo y cobra relevancia una de las líneas de investigación, sin descartar las demás, que el ataque pudo haber sido dirigido a otra persona que el mismo día contrajo nupcias en otra ciudad”. Terrible confusión. Terrible, como lo son todos, ese asesinato.

Es la madrugada del último domingo de octubre de 2022. Una camioneta blanca, seguida de otro carro, recorren una carretera en la sierra de Sinaloa. Un testigo advierte y publica en Twitter ese extraño pasaje. El texto que acompaña a la foto de una suburban blindada, dice: “De noche, sin periodistas, bajo la más oscura secrecía, el presidente López Obrador viaja a Badiraguato”. Quizá no hay pruebas pero tampoco hay dudas. Algo extraño, o no tan extraño, sucede este sexenio entre Andrés Manuel López Obrador y los cárteles del narcotráfico en el Pacífico mexicano. La incredulidad dejó de ser factor y fantasma.

Este es el México de hoy, el de una pestilente y dolorosa crisis de humanidad. Del que pareciera dan cuenta Juan Rulfo o Jorge Ibargüengoitia hace décadas. El país que agobió a Salvador Dalí, cuando dijo De ninguna manera volveré a México; no soporto estar en un país más surrealista que mis pinturas”. El México de los 2,333 homicidios promedio mensual en los últimos 32 meses. El que según la tendencia, cerrará 2024 con cifra récord nunca antes registrada en su historia: más de 190 mil asesinatos en un sexenio.

Este es el México que advirtió en 1958 Carlos Fuentes cuando escribió: “Mi nombre es Ixca Cienfuegos. Nací y vivo en México. Esto no es grave. En México no hay tragedia: todo se vuelve afrenta […] en mi eterno salto mortal hacia mañana […] muerto en la guerra florida, en la riña de cantina, a la hora de la verdad: la única hora puntual […] ¡No te rajes, manito! Saca tus pencas, afila tus cuchillos, niégate, no hables, no compadezcas, no mires […] Aquí nos tocó. Qué le vamos a hacer.