/ lunes 28 de noviembre de 2022

Minutos de lectura | Nosotras

Siempre he pensado en la persona que cierra una puerta por última vez. ¿Qué siente quien cierra y se va para nunca volver? ¿Observará meticulosamente las paredes y los muebles que allí se quedan? ¿Buscará con su mirada la cocina y, como seguramente a mí me sucedería, recordará la imagen difusa de una madre cocinando en Navidad?

“Mis paseos nocturnos me dejan ver que algunas familias ya empezaron a partir. Se marchan guarecidas por la noche, por la estridencia de los grillos, por los tecolotes y por alguna vaca que muge mientras observa la luna. Los que se van intentan no ser vistos.”

Suzette Celaya Aguilar es la autora de “Nosotras”, novela ganadora del Concurso del Libro Sonorense 2020 y coeditada por el Instituto Sonorense de Cultura y la editorial Paraíso Perdido. Suzette, con maestría en el tema literalmente, nos lleva de la mano a convivir con la nostalgia de hombres y mujeres que, a mediados de la década de los sesenta, fueron forzados a dejar sus hogares bajo las aguas de la presa “El Novillo”.

“Lo que sí sé es lo que sucede cuando una familia se va: amanece una casa vacía, una que en días se convierte en cadáver. Yo he visto cómo el adobe se resquebraja y se plaga de grietas que simulan venas sin sangre, ríos sin caudal”.

Alguien, por favor, pudiera explicar cómo se escucha el silencio entre esas paredes abandonadas, cómo huele su soledad y qué pasa con los perros callejeros que merodeaban las ventanas de los pueblos cuando se empezaron a inundar. Después de la primera noche en penumbras, cuando el agua comenzó a filtrarse lentamente por debajo de las puertas, ¿qué fue lo primero que se escuchó caer? A la mañana siguiente ¿todo seguía ahí? ¿El vaso con agua, el foco apagado, la silla o ese florero que no alcanzó lugar en la mudanza? Sí, todo se quedó igual hasta que el agua subió su nivel y los objetos empezaron a nadar.

“El cura ordena sonar la campana a una hora poco habitual […] —Aquí ya no se siembra nada. Son órdenes del gobierno. El agua de la presa va a inundar todo antes de que puedan levantar sus próximas cosechas—anuncia”.

Muchos de quienes vivieron esa diáspora murieron de tristeza, aunque nadie lo supo en realidad. Ellos conservaron hasta el último suspiro de aire con el que se quedaron al cerrar la puerta e irse para siempre, sin voltear atrás. “Nosotras” es una historia más que quedará como registro de los pueblos que aceptaron su sentencia a muerte a cambio de una idea de progreso que quizá a muchos ya no les tocó atestiguar.

“Los ancianos envejecen más rápido desde que saben que el pueblo va a desaparecer. Doña Isidra Calles amaneció sin vida a sus noventa años. Dicen que se murió de tristeza.”

Además de ser una novela cuyo lenguaje y ritmo atrapa a cualquiera, “Nosotras” es una radiografía de una autora generosa e inteligente, capaz de convivir con sus lectores y de mostrarnos un mundo con el que muchos nos sentimos atrapados. La historia de Suaqui, Tepupa y Batuc, los pueblos que sucumbieron bajo las aguas de la presa “El Novillo”, cautiva y llena de nostalgia a cualquiera.

“La humedad carcome los cimientos de mi casa. Sus raíces. Lo observo todo sentada bajo el mezquite. Coloco en la mesa de madera los bultos de mi hija y de mi madre. Media silla está sumergida. El agua me llega a las rodillas […] sólo me queda esperar. Clavar mis pies en el barro enlodado. Perder mi nombre, mi rostro […]”

Felicidades a Suzette Celaya y a la periodista Lourdes Encinas por la extraordinaria presentación de este libro el domingo pasado en librería Pequebú. Sin duda, para quienes asistimos, fue una experiencia íntima y emotiva. Escuchar la hilación de sucesos que llevaron a la autora a escribir primero la novela y luego una tesis publicada por el Colegio de Sonora, es altamente cautivadora.

Siempre he pensado en la persona que cierra una puerta por última vez. ¿Qué siente quien cierra y se va para nunca volver? ¿Observará meticulosamente las paredes y los muebles que allí se quedan? ¿Buscará con su mirada la cocina y, como seguramente a mí me sucedería, recordará la imagen difusa de una madre cocinando en Navidad?

“Mis paseos nocturnos me dejan ver que algunas familias ya empezaron a partir. Se marchan guarecidas por la noche, por la estridencia de los grillos, por los tecolotes y por alguna vaca que muge mientras observa la luna. Los que se van intentan no ser vistos.”

Suzette Celaya Aguilar es la autora de “Nosotras”, novela ganadora del Concurso del Libro Sonorense 2020 y coeditada por el Instituto Sonorense de Cultura y la editorial Paraíso Perdido. Suzette, con maestría en el tema literalmente, nos lleva de la mano a convivir con la nostalgia de hombres y mujeres que, a mediados de la década de los sesenta, fueron forzados a dejar sus hogares bajo las aguas de la presa “El Novillo”.

“Lo que sí sé es lo que sucede cuando una familia se va: amanece una casa vacía, una que en días se convierte en cadáver. Yo he visto cómo el adobe se resquebraja y se plaga de grietas que simulan venas sin sangre, ríos sin caudal”.

Alguien, por favor, pudiera explicar cómo se escucha el silencio entre esas paredes abandonadas, cómo huele su soledad y qué pasa con los perros callejeros que merodeaban las ventanas de los pueblos cuando se empezaron a inundar. Después de la primera noche en penumbras, cuando el agua comenzó a filtrarse lentamente por debajo de las puertas, ¿qué fue lo primero que se escuchó caer? A la mañana siguiente ¿todo seguía ahí? ¿El vaso con agua, el foco apagado, la silla o ese florero que no alcanzó lugar en la mudanza? Sí, todo se quedó igual hasta que el agua subió su nivel y los objetos empezaron a nadar.

“El cura ordena sonar la campana a una hora poco habitual […] —Aquí ya no se siembra nada. Son órdenes del gobierno. El agua de la presa va a inundar todo antes de que puedan levantar sus próximas cosechas—anuncia”.

Muchos de quienes vivieron esa diáspora murieron de tristeza, aunque nadie lo supo en realidad. Ellos conservaron hasta el último suspiro de aire con el que se quedaron al cerrar la puerta e irse para siempre, sin voltear atrás. “Nosotras” es una historia más que quedará como registro de los pueblos que aceptaron su sentencia a muerte a cambio de una idea de progreso que quizá a muchos ya no les tocó atestiguar.

“Los ancianos envejecen más rápido desde que saben que el pueblo va a desaparecer. Doña Isidra Calles amaneció sin vida a sus noventa años. Dicen que se murió de tristeza.”

Además de ser una novela cuyo lenguaje y ritmo atrapa a cualquiera, “Nosotras” es una radiografía de una autora generosa e inteligente, capaz de convivir con sus lectores y de mostrarnos un mundo con el que muchos nos sentimos atrapados. La historia de Suaqui, Tepupa y Batuc, los pueblos que sucumbieron bajo las aguas de la presa “El Novillo”, cautiva y llena de nostalgia a cualquiera.

“La humedad carcome los cimientos de mi casa. Sus raíces. Lo observo todo sentada bajo el mezquite. Coloco en la mesa de madera los bultos de mi hija y de mi madre. Media silla está sumergida. El agua me llega a las rodillas […] sólo me queda esperar. Clavar mis pies en el barro enlodado. Perder mi nombre, mi rostro […]”

Felicidades a Suzette Celaya y a la periodista Lourdes Encinas por la extraordinaria presentación de este libro el domingo pasado en librería Pequebú. Sin duda, para quienes asistimos, fue una experiencia íntima y emotiva. Escuchar la hilación de sucesos que llevaron a la autora a escribir primero la novela y luego una tesis publicada por el Colegio de Sonora, es altamente cautivadora.