/ lunes 30 de enero de 2023

Minutos de lectura | Visibilizar el cinismo

De hace un tiempo a la fecha, he notado que quienes circulan por las calles de Hermosillo cada vez lo hacen con menos tolerancia, poca cordialidad y sobrado egoísmo.

Hace algunos años, casi quince ya, cuando recién llegaba a vivir a la Ciudad de México, escribí una reflexión personal en donde exponía sobre el disgusto que me generaba la “cara dura”, el ventajismo y la mínima —por no decir nula— tolerancia de algunos conductores citadinos. En aquel entonces, justificaba dichas actitudes con el estrés y la cantidad de vehículos circulando. Añoraba, recuerdo, la tranquilidad y cordialidad de las calles hermosillenses.

El sábado pasado, cuando mi esposa y un servidor salíamos de un consultorio dental por la calle Reforma aquí en Hermosillo, fuimos víctimas de un pequeño percance que más que disgusto, nos generó asombro: un conductor, al ver a la distancia que nos incorporábamos al carril en circulación, aceleró sin importarle la direccional ni el vehículo en movimiento. Rayó nuestro carro y quebró el espejo lateral, sin inmutarse. Cuando quisimos alcanzarlo para pedir se detuviera, el caradura con actitud “perdonavidas” aceleró y se cruzó un semáforo en rojo hasta perderse. El sujeto coyón, con esposa e hijos adentro de su automóvil, imagino que justificó su acción diciéndoles a sus incrédulos acompañantes que “eso pasa por quererse meter”. Al final, hablamos al 911 y más que reclamar los daños, sólo pusimos queja con la esperanza de que la dependencia municipal de tránsito boletine su número de placas y en algún momento, por lo menos, se le asigne una infracción.

Con el cinismo del conductor, recordé también el cinismo de otras personas que de un tiempo acá se han pasado de listos y que creo, amerita visibilizarse para no tener afectaciones futuras de posibles lectores. Por ejemplo, hace un par de años solicité un trabajo personal al caricaturista Alan Rodríguez y cuya solicitud de pago por adelantado, acepté y realicé de manera inmediata sin desconfianza ni regateo alguno. Reitero, era una solicitud de trabajo a título personal. Luego de recibir y confirmar el pago, desapareció de la faz de la tierra sin que volviera a responder llamadas, ni mensajes, ni mucho menos, entregar el trabajo realizado. Quizá una sincera respuesta hubiera sobrado para justificar el hecho y darle vuelta a la página. Al final de cuentas, mi objetivo nunca fue recuperar el dinero. Sin embargo, el tiempo enseña que a estas acciones y a estas personas, se les debe visibilizar.

Festival Alfonso Ortiz Tirado 2023

He tenido la oportunidad de apreciar con entusiasmo y cierta nostalgia, las noches de gala de la edición 38 del Festival Alfonso Ortiz Tirado. También he podido compartir reflexiones al respecto con amigos integrantes de la comunidad cultural que han participado en esta edición, con ex compañeras y ex compañeras de la institución organizadora y hasta con vecinos de la comunidad de Álamos que siempre han estado interesados en ello. Mi reflexión ha sido constante: debemos aplaudir su realización y el esfuerzo institucional por regresar el festival sin restricciones por pandemia.

Las evidentes limitaciones en la programación artística con marcada austeridad, el poco tiempo de difusión, la eliminación de importantes esfuerzos como las transmisiones —en vivo— vía redes sociales de la agenda completa del festival; la eliminación de las subsedes, de la Caravana Cultural para comunidades y rancherías cercanas a Álamos o del Taller de Ópera Alfonso Ortiz Tirado que cumpliría su tercera edición en el formato planeado; la disminución del número de eventos y de artistas en escena, la disminución de agenda operística en Palacio Municipal, la notoria disminución de asistencia y derrama económica en más del 60 ó 70% con respecto a últimas ediciones; la todavía retrasada o postergada develación de la escultura del Dr. Alfonso Ortiz Tirado que está lista desde 2020, la desdibujada agenda del Mercado de Artesanías para exponer y exaltar el trabajo cultural de los grupos originarios del Sur de Sonora, entre otras cosas, se justifican al ser el primer ejercicio presupuestal completo post-pandemia que le ha tocado planear y ejercer a la presente administración estatal. Quienes conocemos del impacto presupuestal por pandemia al interior de la institución, sabemos de sus consecuencias. Por ello, es un esfuerzo institucional digno de reconocer.

Importante que las autoridades estatales se enfoquen en eso y no en las evidentes críticas que siempre han estado y siempre estarán. No son nuevas ni mucho menos distintas. Tampoco se debe insistir en los comparativos de una versión más cultural a una más comercial, como si una fuera mejor que otra. Ese debate evidentemente se pierde cuando la realidad llega y la mayoría opina. ¿A caso el que la mayoría opine no es la esencia de la cuarta transformación? Sí. Lo comercial y lo cultural no deben estar peleados ni mucho menos ingresarse a la ecuación como variables mutuamente excluyentes, es decir, que solo sucede una cosa si no sucede la otra. Ambas opciones deben convivir.

Luego de dos festivales dirigidos por la presente administración y con la buena noticia de que para 2023 el Instituto Sonorense de Cultura recibió un aumento presupuestal que lo regresa a 2018, seguramente el Festival Alfonso Ortiz Tirado mejorará en mucho. Nosotros disfrutaremos y gozaremos siempre de su esencia que es, su existencia misma.

¡Larga vida al FAOT!

De hace un tiempo a la fecha, he notado que quienes circulan por las calles de Hermosillo cada vez lo hacen con menos tolerancia, poca cordialidad y sobrado egoísmo.

Hace algunos años, casi quince ya, cuando recién llegaba a vivir a la Ciudad de México, escribí una reflexión personal en donde exponía sobre el disgusto que me generaba la “cara dura”, el ventajismo y la mínima —por no decir nula— tolerancia de algunos conductores citadinos. En aquel entonces, justificaba dichas actitudes con el estrés y la cantidad de vehículos circulando. Añoraba, recuerdo, la tranquilidad y cordialidad de las calles hermosillenses.

El sábado pasado, cuando mi esposa y un servidor salíamos de un consultorio dental por la calle Reforma aquí en Hermosillo, fuimos víctimas de un pequeño percance que más que disgusto, nos generó asombro: un conductor, al ver a la distancia que nos incorporábamos al carril en circulación, aceleró sin importarle la direccional ni el vehículo en movimiento. Rayó nuestro carro y quebró el espejo lateral, sin inmutarse. Cuando quisimos alcanzarlo para pedir se detuviera, el caradura con actitud “perdonavidas” aceleró y se cruzó un semáforo en rojo hasta perderse. El sujeto coyón, con esposa e hijos adentro de su automóvil, imagino que justificó su acción diciéndoles a sus incrédulos acompañantes que “eso pasa por quererse meter”. Al final, hablamos al 911 y más que reclamar los daños, sólo pusimos queja con la esperanza de que la dependencia municipal de tránsito boletine su número de placas y en algún momento, por lo menos, se le asigne una infracción.

Con el cinismo del conductor, recordé también el cinismo de otras personas que de un tiempo acá se han pasado de listos y que creo, amerita visibilizarse para no tener afectaciones futuras de posibles lectores. Por ejemplo, hace un par de años solicité un trabajo personal al caricaturista Alan Rodríguez y cuya solicitud de pago por adelantado, acepté y realicé de manera inmediata sin desconfianza ni regateo alguno. Reitero, era una solicitud de trabajo a título personal. Luego de recibir y confirmar el pago, desapareció de la faz de la tierra sin que volviera a responder llamadas, ni mensajes, ni mucho menos, entregar el trabajo realizado. Quizá una sincera respuesta hubiera sobrado para justificar el hecho y darle vuelta a la página. Al final de cuentas, mi objetivo nunca fue recuperar el dinero. Sin embargo, el tiempo enseña que a estas acciones y a estas personas, se les debe visibilizar.

Festival Alfonso Ortiz Tirado 2023

He tenido la oportunidad de apreciar con entusiasmo y cierta nostalgia, las noches de gala de la edición 38 del Festival Alfonso Ortiz Tirado. También he podido compartir reflexiones al respecto con amigos integrantes de la comunidad cultural que han participado en esta edición, con ex compañeras y ex compañeras de la institución organizadora y hasta con vecinos de la comunidad de Álamos que siempre han estado interesados en ello. Mi reflexión ha sido constante: debemos aplaudir su realización y el esfuerzo institucional por regresar el festival sin restricciones por pandemia.

Las evidentes limitaciones en la programación artística con marcada austeridad, el poco tiempo de difusión, la eliminación de importantes esfuerzos como las transmisiones —en vivo— vía redes sociales de la agenda completa del festival; la eliminación de las subsedes, de la Caravana Cultural para comunidades y rancherías cercanas a Álamos o del Taller de Ópera Alfonso Ortiz Tirado que cumpliría su tercera edición en el formato planeado; la disminución del número de eventos y de artistas en escena, la disminución de agenda operística en Palacio Municipal, la notoria disminución de asistencia y derrama económica en más del 60 ó 70% con respecto a últimas ediciones; la todavía retrasada o postergada develación de la escultura del Dr. Alfonso Ortiz Tirado que está lista desde 2020, la desdibujada agenda del Mercado de Artesanías para exponer y exaltar el trabajo cultural de los grupos originarios del Sur de Sonora, entre otras cosas, se justifican al ser el primer ejercicio presupuestal completo post-pandemia que le ha tocado planear y ejercer a la presente administración estatal. Quienes conocemos del impacto presupuestal por pandemia al interior de la institución, sabemos de sus consecuencias. Por ello, es un esfuerzo institucional digno de reconocer.

Importante que las autoridades estatales se enfoquen en eso y no en las evidentes críticas que siempre han estado y siempre estarán. No son nuevas ni mucho menos distintas. Tampoco se debe insistir en los comparativos de una versión más cultural a una más comercial, como si una fuera mejor que otra. Ese debate evidentemente se pierde cuando la realidad llega y la mayoría opina. ¿A caso el que la mayoría opine no es la esencia de la cuarta transformación? Sí. Lo comercial y lo cultural no deben estar peleados ni mucho menos ingresarse a la ecuación como variables mutuamente excluyentes, es decir, que solo sucede una cosa si no sucede la otra. Ambas opciones deben convivir.

Luego de dos festivales dirigidos por la presente administración y con la buena noticia de que para 2023 el Instituto Sonorense de Cultura recibió un aumento presupuestal que lo regresa a 2018, seguramente el Festival Alfonso Ortiz Tirado mejorará en mucho. Nosotros disfrutaremos y gozaremos siempre de su esencia que es, su existencia misma.

¡Larga vida al FAOT!