/ lunes 1 de abril de 2019

Sin medias tintas | ¡Ayuda, ayuda! (Primera parte)

Por salud mental tengo que escribir acerca del ataque sufrido a mi persona el pasado jueves 28 de marzo. Lo hago porque sicológicamente sirve para descargar la emoción acumulada y también como testimonio de un momento traumático que no le recomiendo a nadie.

Durante los últimos tres años y medio hemos trabajado por rescatar a mi colonia del olvido acumulado durante décadas. En 1978, el Módulo Social Adolfo de la Huerta (hoy Fovissste) fue reconocida a nivel nacional como la colonia más bonita del país. Se creó bajo régimen de condominio y manejaba aspectos para entonces de vanguardia, como áreas diseñadas ex profeso para actividad comercial, un enorme edificio comunal, y se regía por una asociación civil que respondía por la limpieza y seguridad de todo el complejo habitacional.

El paso del tiempo y la indiferencia de autoridades y vecinos terminaron por destruir todo eso. Los que vivían a un extremo de la colonia no les importaba lo que sucedía en el otro, y viceversa. Se olvidaron de que van el mismo barco pero en asientos diferentes.

Hace tres años y medio nos decidimos a rescatarla y no hemos cesado en el intento de recuperar la añorada tranquilidad que teníamos; pero muchas cosas no podemos resolverlas nosotros y tenemos que pedir auxilio al Ayuntamiento.

Muchos vecinos nos unimos y nos convertimos en fieles creyentes de la corresponsabilidad ciudadana y del imperioso entendimiento de que las sociedades son construidas por sus ciudadanos, no al revés. De que nosotros no debemos estar tras rejas y con cámaras de vigilancia, sino los delincuentes. Y de que solo trabajando unidos podemos lograr transformaciones.

En nuestro clamor por ayuda, enviamos varias cartas al Ayuntamiento para solicitarle el apoyo en aquellas actividades que no podemos solucionar, como recarpeteo, protección civil, seguridad, vecinos agandalla terrenos, comercios ilegales, etc.

Ni una sola carta nos han contestado desde junio del 2015. Ni una sola. Pero sí se han acercado en lo individual servidores públicos comprometidos con su trabajo, como los de Servicios Públicos y Policía, no más.

Cuando nos ven organizados, no tan solo como un comité vecinal sino como una asociación civil establecida que funge como administrador condominal de la colonia, nos apoyan con más ganas; pero hay otras dependencias municipales a las que se les tiene que gritar para que te escuchen.

La Contraloría Municipal es una de esas, Protección Civil, Inspección y Vigilancia, y la Cidue son las otras.

Hay denuncias interpuestas sin respuesta en contra de funcionarios que viven en nuestra colonia y trabajaron en la administración de Maloro Acosta. Hay petición sin respuesta a Protección Civil para remover a una persona que invade medio canal de Las Víboras, con el riesgo latente de que la colonia sufra una inundación. Y hay largos expedientes ante las restantes por comercios establecidos de forma ilegal y no se ha actuado en contra de ellos.

Después de tanto tiempo de esperar respuesta, los vecinos decidieron incrementar el nivel de los gritos ante el Ayuntamiento para ser escuchados; pero no sabíamos –menos yo– que el clamor de ¡ayuda, ayuda! se convertiría también posteriormente en un grito personal.

Todo comenzó con un navajazo a la llanta delantera derecha de mi auto.

Twitter: @oalh

Email: olopezh@me.com


Por salud mental tengo que escribir acerca del ataque sufrido a mi persona el pasado jueves 28 de marzo. Lo hago porque sicológicamente sirve para descargar la emoción acumulada y también como testimonio de un momento traumático que no le recomiendo a nadie.

Durante los últimos tres años y medio hemos trabajado por rescatar a mi colonia del olvido acumulado durante décadas. En 1978, el Módulo Social Adolfo de la Huerta (hoy Fovissste) fue reconocida a nivel nacional como la colonia más bonita del país. Se creó bajo régimen de condominio y manejaba aspectos para entonces de vanguardia, como áreas diseñadas ex profeso para actividad comercial, un enorme edificio comunal, y se regía por una asociación civil que respondía por la limpieza y seguridad de todo el complejo habitacional.

El paso del tiempo y la indiferencia de autoridades y vecinos terminaron por destruir todo eso. Los que vivían a un extremo de la colonia no les importaba lo que sucedía en el otro, y viceversa. Se olvidaron de que van el mismo barco pero en asientos diferentes.

Hace tres años y medio nos decidimos a rescatarla y no hemos cesado en el intento de recuperar la añorada tranquilidad que teníamos; pero muchas cosas no podemos resolverlas nosotros y tenemos que pedir auxilio al Ayuntamiento.

Muchos vecinos nos unimos y nos convertimos en fieles creyentes de la corresponsabilidad ciudadana y del imperioso entendimiento de que las sociedades son construidas por sus ciudadanos, no al revés. De que nosotros no debemos estar tras rejas y con cámaras de vigilancia, sino los delincuentes. Y de que solo trabajando unidos podemos lograr transformaciones.

En nuestro clamor por ayuda, enviamos varias cartas al Ayuntamiento para solicitarle el apoyo en aquellas actividades que no podemos solucionar, como recarpeteo, protección civil, seguridad, vecinos agandalla terrenos, comercios ilegales, etc.

Ni una sola carta nos han contestado desde junio del 2015. Ni una sola. Pero sí se han acercado en lo individual servidores públicos comprometidos con su trabajo, como los de Servicios Públicos y Policía, no más.

Cuando nos ven organizados, no tan solo como un comité vecinal sino como una asociación civil establecida que funge como administrador condominal de la colonia, nos apoyan con más ganas; pero hay otras dependencias municipales a las que se les tiene que gritar para que te escuchen.

La Contraloría Municipal es una de esas, Protección Civil, Inspección y Vigilancia, y la Cidue son las otras.

Hay denuncias interpuestas sin respuesta en contra de funcionarios que viven en nuestra colonia y trabajaron en la administración de Maloro Acosta. Hay petición sin respuesta a Protección Civil para remover a una persona que invade medio canal de Las Víboras, con el riesgo latente de que la colonia sufra una inundación. Y hay largos expedientes ante las restantes por comercios establecidos de forma ilegal y no se ha actuado en contra de ellos.

Después de tanto tiempo de esperar respuesta, los vecinos decidieron incrementar el nivel de los gritos ante el Ayuntamiento para ser escuchados; pero no sabíamos –menos yo– que el clamor de ¡ayuda, ayuda! se convertiría también posteriormente en un grito personal.

Todo comenzó con un navajazo a la llanta delantera derecha de mi auto.

Twitter: @oalh

Email: olopezh@me.com