/ martes 5 de mayo de 2020

Tiempos y Realidades | En tiempos de pandemias

Las pandemias no son una novedad en la historia de la humanidad a lo largo de los siglos se han presentado periódicamente por ejemplo, la influenza, la gripe española, la viruela, la peste. Todas ellas en algún momento causaron muerte y por consiguiente miedo en la sociedad.

RECIBE LAS NOTICIAS DE EL SOL DE HERMOSILLO DIRECTO EN TU CELULAR, SUSCRÍBETE AQUÍ

Se podría pensar que aquellos casos fueron diferentes al actual, puesto que en esta ocasión el contagio por coronavirus es global pero en realidad la diferencia entre la magnitud de aquellas pandemias y la actual no es tan diferente, más bien es relativa dado que las diferencias entre el número de habitantes, las comunicaciones, la facilidad de trasladarse en poco tiempo a lugares cercanos o lejanos es los que las hace pensar que hay una diferencia abismal entre aquellas pandemias y estas.

Sin embargo hay que recordar que en la edad media, tiempo en que la peste negra acabo con gran parte de la población europea, también se consideraba que era una enfermedad global, puesto que el continente que después sería América era desconocido para los europeos, el oriente era tan lejano y desconocido para la mayor parte de la población europea que, la gente fácilmente podía suponer que Europa era el único lo único que existía en el mundo.

La vida en tiempo de pandemias siempre ha implicado que se tomen medidas drásticas a fin de evitar el contagio, en la Europa medial, por ejemplo en las casas donde vivían personas sospechosas de contagio sus puertas se marcaban para que se sacara de ella a las personas contagiadas, o supuestamente contagiadas, para dejarlas morir a las afueras del pueblo.

El encierro en las casas también era una medida habitual, aunque por lo general solo era efectiva para las personas de situación económica alta, ya que eran los únicos que disponían de viviendas grandes lo que implicaba que los habitantes podían aislarse en una parte, y si había un enfermo o sospechoso de contagio, podían aislarlo en otro lugar de la vivienda, además sus hogares estaban en amplios terrenos que evitaban el hacinamiento de casas, cosa imposible para las personas de menor persona.

Sin embargo los privilegiados tampoco estaban completamente a salvo la peste invadía castillos y palacios, como puede leerse en el inolvidable cuento de Allan Poe El baile de la máscara roja.

Las pandemias no son una novedad en la historia de la humanidad a lo largo de los siglos se han presentado periódicamente por ejemplo, la influenza, la gripe española, la viruela, la peste. Todas ellas en algún momento causaron muerte y por consiguiente miedo en la sociedad.

RECIBE LAS NOTICIAS DE EL SOL DE HERMOSILLO DIRECTO EN TU CELULAR, SUSCRÍBETE AQUÍ

Se podría pensar que aquellos casos fueron diferentes al actual, puesto que en esta ocasión el contagio por coronavirus es global pero en realidad la diferencia entre la magnitud de aquellas pandemias y la actual no es tan diferente, más bien es relativa dado que las diferencias entre el número de habitantes, las comunicaciones, la facilidad de trasladarse en poco tiempo a lugares cercanos o lejanos es los que las hace pensar que hay una diferencia abismal entre aquellas pandemias y estas.

Sin embargo hay que recordar que en la edad media, tiempo en que la peste negra acabo con gran parte de la población europea, también se consideraba que era una enfermedad global, puesto que el continente que después sería América era desconocido para los europeos, el oriente era tan lejano y desconocido para la mayor parte de la población europea que, la gente fácilmente podía suponer que Europa era el único lo único que existía en el mundo.

La vida en tiempo de pandemias siempre ha implicado que se tomen medidas drásticas a fin de evitar el contagio, en la Europa medial, por ejemplo en las casas donde vivían personas sospechosas de contagio sus puertas se marcaban para que se sacara de ella a las personas contagiadas, o supuestamente contagiadas, para dejarlas morir a las afueras del pueblo.

El encierro en las casas también era una medida habitual, aunque por lo general solo era efectiva para las personas de situación económica alta, ya que eran los únicos que disponían de viviendas grandes lo que implicaba que los habitantes podían aislarse en una parte, y si había un enfermo o sospechoso de contagio, podían aislarlo en otro lugar de la vivienda, además sus hogares estaban en amplios terrenos que evitaban el hacinamiento de casas, cosa imposible para las personas de menor persona.

Sin embargo los privilegiados tampoco estaban completamente a salvo la peste invadía castillos y palacios, como puede leerse en el inolvidable cuento de Allan Poe El baile de la máscara roja.