/ viernes 8 de enero de 2021

Tiempos y realidades | La marcha oscura

En 1975 en Inglaterra asesinaron a una mujer, una prostituta dijeron las autoridades policiacas. El asesinato pasó desapercibido hasta que unos meses después asesinaron a otra prostituta, esta vez el crimen se investigó más, aunque no lo suficiente para que los asesinatos se resolvieran. Un tercer asesinato fue el punto de inflexión para que autoridades y prensa dedicaran atención a estos crímenes. A partir de ese año y hasta el comienzo de la década de 1980 el asesino, a quien la prensa denominaba como el nuevo destripador, asesinó mujeres sin que las autoridades policiacas pudieran hacer algo ni para evitar ni resolver los crímenes.

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¿A qué viene este funesto recuento? Al hecho de que la investigación del crimen se hizo con base en estereotipos, es decir, se catalogó a casi todas las mujeres asesinadas como indecentes y de malas costumbres por salir solas en las noches, acudir a bares sin la compañía de un hombre que la cuidara. En consecuencia, se determinó que las mujeres no podían salir por las noches, a menos que un hombre las acompañara y debían vestirse con recato para no provocar al asesino. Estas medidas alentaron el acoso contra las mujeres puesto que los hombres las utilizaban para obligar, o al menos intentar que éstas aceptaran su compañía bajo la amenaza de incumplir con las órdenes policiacas de salir sin la compañía de un hombre.

Atrapadas a dos fuegos, las mujeres se vieron obligadas a elegir entre aceptar la atención no deseada de hombres que aprovechaban las supuestas medidas de seguridad, o exponerse a la posibilidad de ser asesinadas ya que el criminal no había sido atrapado, pese a los años que transcurrieron desde el primer asesinato hasta el momento de la primera marcha oscura, es decir, aproximadamente 5 años después del primer crimen.

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La marcha oscura congregó a un gran número de mujeres que marcharon por las noches, con velas y carteles exigiendo su derecho a vivir una vida sin violencia, a salir a las calles sin necesidad de ser custodiadas por un hombre, a vestir como desearan hacerlo y, sobre todo, pidieron que las mujeres asesinadas fueran tratadas con respeto, sin encasillarlas en estereotipos que las degradaba en muerte como lo habían sido en vida. Las participantes en las marchas fueron criticadas por exponerse voluntariamente a ser asesinadas, también se consideró que las marchas entorpecían la investigación y tal como sucede ahora, el “ni una más”, no obtuvo efecto.

En 1975 en Inglaterra asesinaron a una mujer, una prostituta dijeron las autoridades policiacas. El asesinato pasó desapercibido hasta que unos meses después asesinaron a otra prostituta, esta vez el crimen se investigó más, aunque no lo suficiente para que los asesinatos se resolvieran. Un tercer asesinato fue el punto de inflexión para que autoridades y prensa dedicaran atención a estos crímenes. A partir de ese año y hasta el comienzo de la década de 1980 el asesino, a quien la prensa denominaba como el nuevo destripador, asesinó mujeres sin que las autoridades policiacas pudieran hacer algo ni para evitar ni resolver los crímenes.

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¿A qué viene este funesto recuento? Al hecho de que la investigación del crimen se hizo con base en estereotipos, es decir, se catalogó a casi todas las mujeres asesinadas como indecentes y de malas costumbres por salir solas en las noches, acudir a bares sin la compañía de un hombre que la cuidara. En consecuencia, se determinó que las mujeres no podían salir por las noches, a menos que un hombre las acompañara y debían vestirse con recato para no provocar al asesino. Estas medidas alentaron el acoso contra las mujeres puesto que los hombres las utilizaban para obligar, o al menos intentar que éstas aceptaran su compañía bajo la amenaza de incumplir con las órdenes policiacas de salir sin la compañía de un hombre.

Atrapadas a dos fuegos, las mujeres se vieron obligadas a elegir entre aceptar la atención no deseada de hombres que aprovechaban las supuestas medidas de seguridad, o exponerse a la posibilidad de ser asesinadas ya que el criminal no había sido atrapado, pese a los años que transcurrieron desde el primer asesinato hasta el momento de la primera marcha oscura, es decir, aproximadamente 5 años después del primer crimen.

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La marcha oscura congregó a un gran número de mujeres que marcharon por las noches, con velas y carteles exigiendo su derecho a vivir una vida sin violencia, a salir a las calles sin necesidad de ser custodiadas por un hombre, a vestir como desearan hacerlo y, sobre todo, pidieron que las mujeres asesinadas fueran tratadas con respeto, sin encasillarlas en estereotipos que las degradaba en muerte como lo habían sido en vida. Las participantes en las marchas fueron criticadas por exponerse voluntariamente a ser asesinadas, también se consideró que las marchas entorpecían la investigación y tal como sucede ahora, el “ni una más”, no obtuvo efecto.