/ domingo 14 de octubre de 2018

A propósito | El tigre soy yo

La noche del pasado 1 de julio de 2018 se le presentaba de otra manera al hombre que ganó las elecciones presidenciales de México. Su triunfo no se reflejó festivamente ese día que empezaba a concluir.

Se dirigió a dos eventos masivos en la propia Ciudad de México, supuestamente para celebrarlo. Allí se veía a un López Obrador serio, pensativo, sin alharacas a las que nos tenía tan acostumbrados.

Por el contrario, se le notaba reflexivo hasta en su discurso. No era el Andrés Manuel beligerante de una campaña desgastante y devaluada para todos. Estaba muy al pendiente de las masas.

Daba la impresión que recapacitaba sobre el logro obtenido, pero además, sobre algo preocupante según su actitud. Se había dado cuenta que “el tigre” no había sido soltado para reclamar el posible y esperado fraude electoral, si Andrés Manuel perdía.

El verdadero “tigre”, estaba justo allí, ese día, con López Obrador. Un tigre temido, pero convertido en seguidor del Peje. Se apreciaba que López Obrador en ese momento del triunfo constataba que había creado un tigre salvaje que tarde o temprano le exigirá resultados.

Sus propios seguidores y miembros de su partido, en la calle, como en los cargos de elección popular, pudieran desquiciar en un momento dado, las buenas intenciones que el hoy Presidente electo pudiera tener en el ejercicio del poder.

Y al paso de los días empezó a corroborar que muchos de sus correligionarios se estaban desbocando, a grado tal, que varias veces ha pedido en todos los tonos, corrijan su actitud, sobre todo, aquellos que van a ser sus simpatizantes más cercanos en el gobierno.

Ahora, y extrañamente, López Obrador se ha deslindado de su partido Morena, pensando en que sean sus dirigentes quienes controlen a sus huestes en el país, y no él directamente porque sería una figura desgastada como primer mandatario.

La falta de pericia y de oficio político de por lo menos el 90% de las personas que acompañarán a AMLO en el ejercicio del poder a nivel nacional, trae como resultado la exhibición de la falta de experiencia y colmillo en el arte de gobernar.

Y para muestra basta un botón. Sonora tiene a su Congreso del Estado totalmente paralizado por un simple y sencillo problema de carácter laboral con el personal que estaba trabajando antes de que llegaran los diputados de Morena.

Las cosas han llegado a tal nivel, que hay una confrontación muy seria entre los diputados mencionados y el resto de las bancadas que hacen imposible un entendimiento, ya que no existe oficio político, sino puras pifias de todos quienes integran dicha Legislatura.

Hoy se legisla a base de gritos desaforados y mentadas que ningún bien le producen a la labor legislativa. Verdulerismo puro y fonda de barriada, sin duda alguna. Muy al estilo de quienes llegan hambrientos de poder y fortuna.

La noche del pasado 1 de julio de 2018 se le presentaba de otra manera al hombre que ganó las elecciones presidenciales de México. Su triunfo no se reflejó festivamente ese día que empezaba a concluir.

Se dirigió a dos eventos masivos en la propia Ciudad de México, supuestamente para celebrarlo. Allí se veía a un López Obrador serio, pensativo, sin alharacas a las que nos tenía tan acostumbrados.

Por el contrario, se le notaba reflexivo hasta en su discurso. No era el Andrés Manuel beligerante de una campaña desgastante y devaluada para todos. Estaba muy al pendiente de las masas.

Daba la impresión que recapacitaba sobre el logro obtenido, pero además, sobre algo preocupante según su actitud. Se había dado cuenta que “el tigre” no había sido soltado para reclamar el posible y esperado fraude electoral, si Andrés Manuel perdía.

El verdadero “tigre”, estaba justo allí, ese día, con López Obrador. Un tigre temido, pero convertido en seguidor del Peje. Se apreciaba que López Obrador en ese momento del triunfo constataba que había creado un tigre salvaje que tarde o temprano le exigirá resultados.

Sus propios seguidores y miembros de su partido, en la calle, como en los cargos de elección popular, pudieran desquiciar en un momento dado, las buenas intenciones que el hoy Presidente electo pudiera tener en el ejercicio del poder.

Y al paso de los días empezó a corroborar que muchos de sus correligionarios se estaban desbocando, a grado tal, que varias veces ha pedido en todos los tonos, corrijan su actitud, sobre todo, aquellos que van a ser sus simpatizantes más cercanos en el gobierno.

Ahora, y extrañamente, López Obrador se ha deslindado de su partido Morena, pensando en que sean sus dirigentes quienes controlen a sus huestes en el país, y no él directamente porque sería una figura desgastada como primer mandatario.

La falta de pericia y de oficio político de por lo menos el 90% de las personas que acompañarán a AMLO en el ejercicio del poder a nivel nacional, trae como resultado la exhibición de la falta de experiencia y colmillo en el arte de gobernar.

Y para muestra basta un botón. Sonora tiene a su Congreso del Estado totalmente paralizado por un simple y sencillo problema de carácter laboral con el personal que estaba trabajando antes de que llegaran los diputados de Morena.

Las cosas han llegado a tal nivel, que hay una confrontación muy seria entre los diputados mencionados y el resto de las bancadas que hacen imposible un entendimiento, ya que no existe oficio político, sino puras pifias de todos quienes integran dicha Legislatura.

Hoy se legisla a base de gritos desaforados y mentadas que ningún bien le producen a la labor legislativa. Verdulerismo puro y fonda de barriada, sin duda alguna. Muy al estilo de quienes llegan hambrientos de poder y fortuna.