/ viernes 8 de noviembre de 2019

Casa de las ideas || Golpe de Estado

Qué son, para qué son, cómo son, cuándo ocurren y quiénes los hacen y con qué propósito.

Generalidades y definiciones.

Un golpe de Estado (en el idioma francés: coup d’État) es la toma del poder político de un modo repentino por parte de un grupo de poder, vulnerando las normas legales de sucesión en poder vigentes con anterioridad. Se distingue de los conceptos de revuelta, motín, rebelión, putsch, revolución o guerra civil.

En 1963, Samuel Finner escribió un libro importante para la conceptualización del golpe de Estado: “The Man on Horseback: The Role of the Military in Politics” (en el idioma original; traducción: “El Hombre a Caballo: El Rol de los Militares en la Política”).

Finner, pensando en los militares, distingue cuatro niveles de presión sobre el Estado, de los cuales considera legítimo solo el primero:

1. Presión sobre el Gobierno o los parlamentarios (congresistas) para influir a favor de sus intereses.

2. Reclamos al Gobierno o el Parlamento (Congreso) bajo aviso de que, en caso de no ser aceptados, procederán a realizar acciones dañinas. Finner considera este nivel como extorsión ilegítima. Aun sin que el Gobierno cambie, Finner sostiene que esta situación podría dar lugar a un “golpe de Estado tácito”, en el que el gobernante se ve obligado a tomar las decisiones que le impone el grupo de presión.

3. Uso de la violencia o amenaza de violencia para reemplazar en gobierno civil por otro gobierno civil.

4. Uso de la violencia o amenaza de violencia para reemplazar en gobierno civil por un gobierno militar.

En el curso del siglo XX, el golpe de Estado adoptó la forma típica de una acción de las Fuerzas Armadas de un país, desplazando por la fuerza al gobierno establecido. Sin embargo, sobre todo a partir del colapso de las dictaduras latinoamericanas en la década de 1980, los golpes de Estado han ido adoptando formas más complejas y menos evidentes, mediante técnicas de desestabilización económicas (“golpes de mercado”) y generación de climas de caos social (saqueos, huelgas, manifestaciones, marchas y congregaciones multitudinarias, etc.) que pueden se agudizados o exacerbados mediante el uso de medios de comunicación masivos o de masas, y en los últimos tiempos, de las híper activas redes sociales.

El concepto de “golpe de Estado” está emparentado con otros conceptos relacionados con trastornos del poder político, como los de revuelta, motín, rebelión o guerra civil. Estos términos se utilizan de ordinario con poca propiedad, o con intenciones propagandísticas o de desinformación. En el transcurso de los procesos históricos, estos fenómenos no suelen presentarse en forma pura, sino combinados entre sí.

Golpe de Estado y guerra civil: Una guerra civil es un enfrentamiento generalizado y extendido en el tiempo, entre dos bandos de una misma sociedad. Se diferencia del golpe de Estado, sobre todo por su duración, ya que el golpe de Estado es repentino y de corta duración (horas, y a veces pocos días).

Golpe de Estado, rebelión y motín: Muchas veces los golpes de Estado adoptan la forma de sublevaciones o rebeliones militares. En estos casos deben ser distinguidos del “motín”, ya que éste es una desobediencia colectiva de un grupo de militares frente a sus mandos naturales, que no tiene como fin derrocar al Gobierno, ni establecer determinadas políticas o cambios institucionales.

Golpe de Estado y revueltas: Los trastornos institucionales suelen ir acompañados de revueltas, en parte provocadas intencionalmente y en parte espontáneas, desafiando la autoridad de los poderes establecidos, a veces de manera violenta. Las revueltas generan situaciones de caos social, que pueden ser aprovechadas tanto por quienes impulsan los golpes de Estado, como por quienes defienden el poder establecido.

Golpe de Estado y putsch: El término alemán putsch (textualmente “empujón”) tiene un significado muy similar a golpe de Estado, pero usualmente está referido a intentos fallidos de golpe de Estado, como por ejemplo el putsch de Múnich.

Golpe parlamentario: En muchos países suele estar previsto que el Congreso someta a juicio político, y eventualmente destituya al presidente de la nación, en caso de que éste cometiera algún delito durante su gestión. En algunos casos, dichos juicios políticos son equiparados con golpes de Estado, dado el uso de artificios legales para que una mayoría parlamentaria destituya a un presidente, aun cuando se trata de procedimientos legales. El concepto —relativamente nuevo— de golpe parlamentario no es compartido por todos los analistas políticos.

ooOoo

“En los días de Saulo de Tarso el imperio romano empezaba a desmoronarse, tal como hoy en día declinan países tan poderosos como Estados Unidos. Y por idénticos motivos: relajación social, inmoralidad, guerras interminables, impuestos confiscatorios, destrucción implacable de las clases medias, el cínico desprecio de las virtudes éticas y los principios humanos establecidos, el desmesurado afán de riquezas materiales, el abandono de la religión, la venalidad de los políticos que halagan a las masas para obtener sus votos, la inflación, el desequilibrio del sistema monetario, los sobornos, la criminalidad, los incendios, los disturbios y demostraciones callejeras, la liberación de criminales con el fin de crear el terror y provocar el caos que justifiquen la implantación de la dictadura a nombre del “estado de emergencia”, el amortiguamiento de la virilidad, las costumbres afeminadas, los escándalos en el Gobierno, el saqueo del erario, las deudas, la tolerancia de la injusticia y de la explotación, la burocracia y los burócratas que promulgan constantemente reglamentos favorables a sus conveniencias, por nefastos que sean, la centralización del Gobierno, el desprecio público de los hombres honrados y, sobre todo, la filosofía de que Dios ha muerto y de que el hombre es el ser supremo”. (Transcrito de “El Gran León de Dios” de Taylor Caldwell, Editorial Grijalbo, 1972).

ooOoo

¿Qué impulsa a un gobernante a utilizar en sus alocuciones, con criminal imprudencia y temeridad, un concepto tan duro y peligroso como lo es el golpe de Estado? ¿Qué propósito lo mueve y qué es lo que tiene en la mente y en el corazón que lo obliga a mencionar algo que solamente existe entre las sombras de su conciencia y de su mente desequilibrada? ¿Qué teme, a quién teme, y por qué? ¿Será que siente cómo se le empieza a deshacer entre los dedos el país que juró gobernar de acuerdo con la Constitución y las leyes que de ella emanan? ¿Lo empiezan a asaltar los fantasmas de su propia incapacidad, sus dislates y errores, y la multitud de decisiones equivocadas que ha tomado no le conceden paz espiritual y tranquilidad mental en sus jornadas diarias?

Los días se han tornado oscuros y llenos de malos presagios para México. Y uno de los principales actores en el plano nacional, o sea las Fuerzas Armadas (el Ejército en particular) ha dado un paso al frente, en la voz de dos generales de alta graduación: Carlos Gaytán Ochoa y Mauricio Ávila Medina, cuyos mensajes no dejan lugar a la duda, y que advierten del clima de insatisfacción y malestar que priva en el sector militar en general.

Ambos han sido criticados duramente por quienes se niegan a escuchar y entender lo que subyace debajo de los reclamos que justamente le hacen los militares a su Jefe Supremo, el presidente López Obrador, y en contraparte, también han sido aplaudidos por quienes comprendemos lo que significan los principios del honor y la lealtad para los hombres de cualquier estrato cívico/social, pertenezcan o no a la milicia.

Empero, no se advierte la menor señal de reconsideración o de un leve giro siquiera en el timón, por parte de quien conduce el dañado y desarbolado buque mexicano en medio de la furiosa tormenta que azota.

No es un golpe de Estado lo que los mexicanos debemos temer. Es el golpe que se fragua desde el Estado lo que nos debe poner a temblar y nos debe arrebatar el sueño, la paz y la tranquilidad. El ataque a las escasas instituciones que aún permanecen en pie y sometidas a asedio es feroz, y el robustecimiento de los mecanismos de agresión es incesante e impresionante, y los defensores del fuerte son (somos) muchos, pero nos encontramos gravemente divididos y confrontados, y en esas condiciones no podemos oponer una resistencia efectiva en contra de tan formidables e implacables agresores.

Lo que han empezado a expresar los generales no es otra cosa que un eco de lo que se grita todos los días, desde todos los espacios y rincones, con mil voces de advertencia que fluctúan entre la rabia que ciega y el dolor más profundo.

Y así vamos avanzando como reses en tropel desordenado, hacia el verdugo sanguinario que nos espera a la vuelta de la esquina, con el cuchillo de destazar en una mano, y la puntilla en la otra.

En Twitter soy @ChapoRomo

Mi dirección de correo es oscar.romo@casadelasideas.com

Qué son, para qué son, cómo son, cuándo ocurren y quiénes los hacen y con qué propósito.

Generalidades y definiciones.

Un golpe de Estado (en el idioma francés: coup d’État) es la toma del poder político de un modo repentino por parte de un grupo de poder, vulnerando las normas legales de sucesión en poder vigentes con anterioridad. Se distingue de los conceptos de revuelta, motín, rebelión, putsch, revolución o guerra civil.

En 1963, Samuel Finner escribió un libro importante para la conceptualización del golpe de Estado: “The Man on Horseback: The Role of the Military in Politics” (en el idioma original; traducción: “El Hombre a Caballo: El Rol de los Militares en la Política”).

Finner, pensando en los militares, distingue cuatro niveles de presión sobre el Estado, de los cuales considera legítimo solo el primero:

1. Presión sobre el Gobierno o los parlamentarios (congresistas) para influir a favor de sus intereses.

2. Reclamos al Gobierno o el Parlamento (Congreso) bajo aviso de que, en caso de no ser aceptados, procederán a realizar acciones dañinas. Finner considera este nivel como extorsión ilegítima. Aun sin que el Gobierno cambie, Finner sostiene que esta situación podría dar lugar a un “golpe de Estado tácito”, en el que el gobernante se ve obligado a tomar las decisiones que le impone el grupo de presión.

3. Uso de la violencia o amenaza de violencia para reemplazar en gobierno civil por otro gobierno civil.

4. Uso de la violencia o amenaza de violencia para reemplazar en gobierno civil por un gobierno militar.

En el curso del siglo XX, el golpe de Estado adoptó la forma típica de una acción de las Fuerzas Armadas de un país, desplazando por la fuerza al gobierno establecido. Sin embargo, sobre todo a partir del colapso de las dictaduras latinoamericanas en la década de 1980, los golpes de Estado han ido adoptando formas más complejas y menos evidentes, mediante técnicas de desestabilización económicas (“golpes de mercado”) y generación de climas de caos social (saqueos, huelgas, manifestaciones, marchas y congregaciones multitudinarias, etc.) que pueden se agudizados o exacerbados mediante el uso de medios de comunicación masivos o de masas, y en los últimos tiempos, de las híper activas redes sociales.

El concepto de “golpe de Estado” está emparentado con otros conceptos relacionados con trastornos del poder político, como los de revuelta, motín, rebelión o guerra civil. Estos términos se utilizan de ordinario con poca propiedad, o con intenciones propagandísticas o de desinformación. En el transcurso de los procesos históricos, estos fenómenos no suelen presentarse en forma pura, sino combinados entre sí.

Golpe de Estado y guerra civil: Una guerra civil es un enfrentamiento generalizado y extendido en el tiempo, entre dos bandos de una misma sociedad. Se diferencia del golpe de Estado, sobre todo por su duración, ya que el golpe de Estado es repentino y de corta duración (horas, y a veces pocos días).

Golpe de Estado, rebelión y motín: Muchas veces los golpes de Estado adoptan la forma de sublevaciones o rebeliones militares. En estos casos deben ser distinguidos del “motín”, ya que éste es una desobediencia colectiva de un grupo de militares frente a sus mandos naturales, que no tiene como fin derrocar al Gobierno, ni establecer determinadas políticas o cambios institucionales.

Golpe de Estado y revueltas: Los trastornos institucionales suelen ir acompañados de revueltas, en parte provocadas intencionalmente y en parte espontáneas, desafiando la autoridad de los poderes establecidos, a veces de manera violenta. Las revueltas generan situaciones de caos social, que pueden ser aprovechadas tanto por quienes impulsan los golpes de Estado, como por quienes defienden el poder establecido.

Golpe de Estado y putsch: El término alemán putsch (textualmente “empujón”) tiene un significado muy similar a golpe de Estado, pero usualmente está referido a intentos fallidos de golpe de Estado, como por ejemplo el putsch de Múnich.

Golpe parlamentario: En muchos países suele estar previsto que el Congreso someta a juicio político, y eventualmente destituya al presidente de la nación, en caso de que éste cometiera algún delito durante su gestión. En algunos casos, dichos juicios políticos son equiparados con golpes de Estado, dado el uso de artificios legales para que una mayoría parlamentaria destituya a un presidente, aun cuando se trata de procedimientos legales. El concepto —relativamente nuevo— de golpe parlamentario no es compartido por todos los analistas políticos.

ooOoo

“En los días de Saulo de Tarso el imperio romano empezaba a desmoronarse, tal como hoy en día declinan países tan poderosos como Estados Unidos. Y por idénticos motivos: relajación social, inmoralidad, guerras interminables, impuestos confiscatorios, destrucción implacable de las clases medias, el cínico desprecio de las virtudes éticas y los principios humanos establecidos, el desmesurado afán de riquezas materiales, el abandono de la religión, la venalidad de los políticos que halagan a las masas para obtener sus votos, la inflación, el desequilibrio del sistema monetario, los sobornos, la criminalidad, los incendios, los disturbios y demostraciones callejeras, la liberación de criminales con el fin de crear el terror y provocar el caos que justifiquen la implantación de la dictadura a nombre del “estado de emergencia”, el amortiguamiento de la virilidad, las costumbres afeminadas, los escándalos en el Gobierno, el saqueo del erario, las deudas, la tolerancia de la injusticia y de la explotación, la burocracia y los burócratas que promulgan constantemente reglamentos favorables a sus conveniencias, por nefastos que sean, la centralización del Gobierno, el desprecio público de los hombres honrados y, sobre todo, la filosofía de que Dios ha muerto y de que el hombre es el ser supremo”. (Transcrito de “El Gran León de Dios” de Taylor Caldwell, Editorial Grijalbo, 1972).

ooOoo

¿Qué impulsa a un gobernante a utilizar en sus alocuciones, con criminal imprudencia y temeridad, un concepto tan duro y peligroso como lo es el golpe de Estado? ¿Qué propósito lo mueve y qué es lo que tiene en la mente y en el corazón que lo obliga a mencionar algo que solamente existe entre las sombras de su conciencia y de su mente desequilibrada? ¿Qué teme, a quién teme, y por qué? ¿Será que siente cómo se le empieza a deshacer entre los dedos el país que juró gobernar de acuerdo con la Constitución y las leyes que de ella emanan? ¿Lo empiezan a asaltar los fantasmas de su propia incapacidad, sus dislates y errores, y la multitud de decisiones equivocadas que ha tomado no le conceden paz espiritual y tranquilidad mental en sus jornadas diarias?

Los días se han tornado oscuros y llenos de malos presagios para México. Y uno de los principales actores en el plano nacional, o sea las Fuerzas Armadas (el Ejército en particular) ha dado un paso al frente, en la voz de dos generales de alta graduación: Carlos Gaytán Ochoa y Mauricio Ávila Medina, cuyos mensajes no dejan lugar a la duda, y que advierten del clima de insatisfacción y malestar que priva en el sector militar en general.

Ambos han sido criticados duramente por quienes se niegan a escuchar y entender lo que subyace debajo de los reclamos que justamente le hacen los militares a su Jefe Supremo, el presidente López Obrador, y en contraparte, también han sido aplaudidos por quienes comprendemos lo que significan los principios del honor y la lealtad para los hombres de cualquier estrato cívico/social, pertenezcan o no a la milicia.

Empero, no se advierte la menor señal de reconsideración o de un leve giro siquiera en el timón, por parte de quien conduce el dañado y desarbolado buque mexicano en medio de la furiosa tormenta que azota.

No es un golpe de Estado lo que los mexicanos debemos temer. Es el golpe que se fragua desde el Estado lo que nos debe poner a temblar y nos debe arrebatar el sueño, la paz y la tranquilidad. El ataque a las escasas instituciones que aún permanecen en pie y sometidas a asedio es feroz, y el robustecimiento de los mecanismos de agresión es incesante e impresionante, y los defensores del fuerte son (somos) muchos, pero nos encontramos gravemente divididos y confrontados, y en esas condiciones no podemos oponer una resistencia efectiva en contra de tan formidables e implacables agresores.

Lo que han empezado a expresar los generales no es otra cosa que un eco de lo que se grita todos los días, desde todos los espacios y rincones, con mil voces de advertencia que fluctúan entre la rabia que ciega y el dolor más profundo.

Y así vamos avanzando como reses en tropel desordenado, hacia el verdugo sanguinario que nos espera a la vuelta de la esquina, con el cuchillo de destazar en una mano, y la puntilla en la otra.

En Twitter soy @ChapoRomo

Mi dirección de correo es oscar.romo@casadelasideas.com