/ lunes 17 de febrero de 2020

Casa de las ideas | Rescoldos de una humillación

Aún no se disipa del todo la nube negra de pasmo, incredulidad y malestar que ha ensombrecido al país, y no desaparecen los ecos ni se acallan las resonancias de los comentarios de todo tipo y sabor, que se levantaron después de la cena realizada el pasado miércoles 12 en Palacio Nacional, y que algunos han dado en llamar “la cena de la ignominia”.

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Todavía se sienten con fuerza las vibraciones producidas por el evento, y empiezan a surgir a la luz pública datos y nombres, declaraciones y repercusiones, artículos y columnas, comentarios en las mesas de análisis de mayor difusión, videos y elucubraciones de todo tipo en las redes sociales. Y no es para menos: lo que ocurrió en dicho evento en la fecha señalada, es representativo de lo que está sucediendo a lo largo y ancho del país, y del grado de descomposición que existe, y que va en constante crecimiento.

Se ha dicho que los 100 hombres de negocios convocados a asistir a la tamaliza, fueron víctimas de una abierta extorsión por parte López, el anfitrión. Que cedieron al chantaje presidencial, y que como aliciente les fue ofrecida la impunidad total ante sus culpas, además de la expectativa de ser favorecidos con contratos directos y otras prebendas especiales. O sea extorsión, chantaje y cohecho. Pero además, tal como lo expone Brozo en un video que circuló profusamente en días pasados, los señores concurrentes fueron víctimas de una de las más grandes humillaciones que haya sufrido el sector empresarial mexicano en su historia.

El todopoderoso en turno ya los puso de rodillas, y humillados y postrados de hinojos permanecerán por el resto de sus sumisas y serviles existencias. Y permítame decirle a usted que está cabrón vivir así, aún en estos tiempos de profundo e intenso pragmatismo, y de acelerada pérdida de valores y principios éticos. Mediante becas y dádivas miserables, López mantiene bajo control a millones de pobres y desvalidos, y a los más ricos y poderosos los tiene sometidos mediante el chantaje, la coerción y la promesa de beneficios futuros.

Fueron 100 los convocados para que aportaran “voluntariamente” una cantidad que va de los 20 a los 200 millones de pesos per cápita. Mediante esa coperacha forzosa se pretendía recaudar entre 2 mil y 3 mil millones de pesos vía compra de cachitos del magno sorteo de la Lotería por celebrarse el 15 de septiembre próximo, cuyo premio mayor será el avión presidencial que no se podría entregar, pero que se está utilizando como símbolo perfecto del brutal autoritarismo presidencial.

Al parecer, y este es un dato sin confirmación oficial, solo 75 de los 100 asistentes se comprometieron a apoquinar los billetes solicitados, y se dice que sólo fue posible reunir mil 500 millones de pesos, que no siendo nada despreciables, denotan sin embargo que el chantaje/extorsión ejercido por el presidente López no funcionó a plenitud. Como se dice coloquialmente: “algunos se le escaparon, tal vez heridos de gravedad, pero aún con vida”.

Aunque el éxito no fue total, y habiendo suficiente tiempo para perfeccionar los mecanismos de coerción, es posible esperar nuevas cenas, comidas o desayunos en el corto y mediano plazo, con fines iguales o similares. Pretextos sobran, y cualquiera de ellos sirve para seguir extorsionando a los empresarios de colas largas, y que tienen los almacenes de sus negocios retacados de esqueletos. Sin mayor esfuerzo, López logró poner de rodillas a los hombres más ricos e influyentes del país, y como bien se dice, en esta vida los calzones se bajan una sola vez, y las demás son simples consecuencias. Una vez que le agarró el gusto, López mantendrá un comportamiento similar al de los perros que comen huevo, y que lo siguen comiendo aunque les quemen el hocico.

Si el dinero que se les ha succionado de esta forma a los humillados representantes del gremio empresarial sigue el camino correcto, tendría que ir a la Lotería Nacional, que es la que realiza el mañoso sorteo. Y una vez ahí puede ir a dar a cualquier parte. Tradicionalmente la “LoteNal” ha sido un pestilente nido de corrupción, y siendo una de las áreas más opacas, jamás sabremos si esos mil 500 millones producto del chantaje, realmente se utilizaron para los fines que supuestamente fueron aportados o, por el contrario, se incorporaron a la asistencia familiar del clan López Gutiérrez. Eso de que los beneficios de la Lotería Nacional son para la “asistencia pública”, es una de las patrañas más grandes que hemos aceptado los mexicanos. Todos lo sabemos, e incluso se le conoce desde siempre como “la caja chica” del Presidente en turno.

Surge con fuerza y sentido lógico la versión de que la solicitud de compra de cachitos pudiera configurar una o varias figuras delictivas, entre ellas la de ”concusión”. Con el ánimo de que el lector tenga una idea más clara de lo que significa el término “concusión” en materia legal, le ofrezco a continuación el resultado de la búsqueda que realicé en Google:

“La concusión es un concepto legal que describe una situación en la cual un funcionario hace uso de su cargo para hacer pagar a una persona una contribución que no le corresponde. El delito de concusión puede contar con diversos agravantes: el uso de intimidación, la invocación de órdenes de funcionarios de mayor jerarquía, etcétera. El servidor público incurre en este delito cuando exige, por sí mismo o por interpósita persona, dinero, valores o servicios a título de impuesto, renta, contribución, etcétera, sin que la ley lo estipule, o en una cuantía superior a la permitida. Si el funcionario es encontrado culpable de concusión, la pena varía de acuerdo con la gravedad del delito cometido. Los castigos van desde el pago de multas hasta la destitución e inhabilitación para desempeñarse en cargos públicos, o incluso la prisión. El análisis de la figura de la concusión y sus características, depende de un juez”.

Podemos ver con meridiana claridad lo cerca que se encuentra el comportamiento presidencial de caer en una violación flagrante de la ley. Palabra por palabra, escena por escena, lo ocurrido el miércoles de la tamaliza que se llevó a cabo en Palacio Nacional, nos indica que esa noche se cometieron ahí varios delitos, o cuando menos uno: extorsión, chantaje, coerción y finalmente, concusión. Usted escoja.

Es muy probable que López jamás sea denunciado ante la ley por cualquiera o por todos ellos, y menos probable aún que sea sometido a juicio, y que un juez lo declare culpable y lo sentencie a prisión, o a ser removido de su cargo. Ni en sueños. La justicia mexicana anda arrastrando la cobija por el suelo, y la impunidad reina en México, hoy como nunca, y más todavía cuando se refiere al primer mandatario.

Pero más allá de las denuncias y acusaciones, de los juicios penales, de los tribunales, los jueces y el entramado completo de la justicia-a-la-mexicana, está también el temible juicio popular, y el veredicto de un pueblo bueno y sabio que pierde su bondad y se convierte en jauría cuando le colman la paciencia y el aguante. Pueblo dócil y domesticado que no obstante conserva allá, guardados muy en el fondo de su forma de ser, los ingredientes de bravura y rebeldía que siguen siendo una amenaza latente, aún para los omnipotentes autoritarios que con tanta facilidad se llenan de caldo flaco, y se pasan de la raya.

El escándalo de la rifa del avión, y de la subsecuente cena palaciega con tamales chipilín y chocolate seguramente pasará —como han pasado todos los demás mitotes que ha desencadenado la 4T— sepultado bajo el alud de escombros y basura que se arroja desde la cumbre del régimen actual sobre este país, que permanece adormecido, sin aparente voluntad ni espíritu de lucha, idiotizado o hipnotizado por un déspota sin escrúpulos que mantiene el control valiéndose de las limosnas que entrega a una parte de la masa empobrecida, utilizando ante los ricos el enorme poder de persuasión que posee, y empleando a su placer los medios de comunicación que controla, así sea en forma precaria.

¿Lograremos superar esta etapa inédita y sombría de nuestra historia como país?

Muchos mexicanos decimos que sí lo lograremos, pero también hay muchos otros que dicen que no, que de este golpe y de esta devastación ya no nos levantaremos. De nuestra actitud en los tiempos por venir, y de lo débil o fuerte que sea nuestra capacidad de supervivencia, dependerá quién tenga finalmente la razón.

Aún no se disipa del todo la nube negra de pasmo, incredulidad y malestar que ha ensombrecido al país, y no desaparecen los ecos ni se acallan las resonancias de los comentarios de todo tipo y sabor, que se levantaron después de la cena realizada el pasado miércoles 12 en Palacio Nacional, y que algunos han dado en llamar “la cena de la ignominia”.

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Todavía se sienten con fuerza las vibraciones producidas por el evento, y empiezan a surgir a la luz pública datos y nombres, declaraciones y repercusiones, artículos y columnas, comentarios en las mesas de análisis de mayor difusión, videos y elucubraciones de todo tipo en las redes sociales. Y no es para menos: lo que ocurrió en dicho evento en la fecha señalada, es representativo de lo que está sucediendo a lo largo y ancho del país, y del grado de descomposición que existe, y que va en constante crecimiento.

Se ha dicho que los 100 hombres de negocios convocados a asistir a la tamaliza, fueron víctimas de una abierta extorsión por parte López, el anfitrión. Que cedieron al chantaje presidencial, y que como aliciente les fue ofrecida la impunidad total ante sus culpas, además de la expectativa de ser favorecidos con contratos directos y otras prebendas especiales. O sea extorsión, chantaje y cohecho. Pero además, tal como lo expone Brozo en un video que circuló profusamente en días pasados, los señores concurrentes fueron víctimas de una de las más grandes humillaciones que haya sufrido el sector empresarial mexicano en su historia.

El todopoderoso en turno ya los puso de rodillas, y humillados y postrados de hinojos permanecerán por el resto de sus sumisas y serviles existencias. Y permítame decirle a usted que está cabrón vivir así, aún en estos tiempos de profundo e intenso pragmatismo, y de acelerada pérdida de valores y principios éticos. Mediante becas y dádivas miserables, López mantiene bajo control a millones de pobres y desvalidos, y a los más ricos y poderosos los tiene sometidos mediante el chantaje, la coerción y la promesa de beneficios futuros.

Fueron 100 los convocados para que aportaran “voluntariamente” una cantidad que va de los 20 a los 200 millones de pesos per cápita. Mediante esa coperacha forzosa se pretendía recaudar entre 2 mil y 3 mil millones de pesos vía compra de cachitos del magno sorteo de la Lotería por celebrarse el 15 de septiembre próximo, cuyo premio mayor será el avión presidencial que no se podría entregar, pero que se está utilizando como símbolo perfecto del brutal autoritarismo presidencial.

Al parecer, y este es un dato sin confirmación oficial, solo 75 de los 100 asistentes se comprometieron a apoquinar los billetes solicitados, y se dice que sólo fue posible reunir mil 500 millones de pesos, que no siendo nada despreciables, denotan sin embargo que el chantaje/extorsión ejercido por el presidente López no funcionó a plenitud. Como se dice coloquialmente: “algunos se le escaparon, tal vez heridos de gravedad, pero aún con vida”.

Aunque el éxito no fue total, y habiendo suficiente tiempo para perfeccionar los mecanismos de coerción, es posible esperar nuevas cenas, comidas o desayunos en el corto y mediano plazo, con fines iguales o similares. Pretextos sobran, y cualquiera de ellos sirve para seguir extorsionando a los empresarios de colas largas, y que tienen los almacenes de sus negocios retacados de esqueletos. Sin mayor esfuerzo, López logró poner de rodillas a los hombres más ricos e influyentes del país, y como bien se dice, en esta vida los calzones se bajan una sola vez, y las demás son simples consecuencias. Una vez que le agarró el gusto, López mantendrá un comportamiento similar al de los perros que comen huevo, y que lo siguen comiendo aunque les quemen el hocico.

Si el dinero que se les ha succionado de esta forma a los humillados representantes del gremio empresarial sigue el camino correcto, tendría que ir a la Lotería Nacional, que es la que realiza el mañoso sorteo. Y una vez ahí puede ir a dar a cualquier parte. Tradicionalmente la “LoteNal” ha sido un pestilente nido de corrupción, y siendo una de las áreas más opacas, jamás sabremos si esos mil 500 millones producto del chantaje, realmente se utilizaron para los fines que supuestamente fueron aportados o, por el contrario, se incorporaron a la asistencia familiar del clan López Gutiérrez. Eso de que los beneficios de la Lotería Nacional son para la “asistencia pública”, es una de las patrañas más grandes que hemos aceptado los mexicanos. Todos lo sabemos, e incluso se le conoce desde siempre como “la caja chica” del Presidente en turno.

Surge con fuerza y sentido lógico la versión de que la solicitud de compra de cachitos pudiera configurar una o varias figuras delictivas, entre ellas la de ”concusión”. Con el ánimo de que el lector tenga una idea más clara de lo que significa el término “concusión” en materia legal, le ofrezco a continuación el resultado de la búsqueda que realicé en Google:

“La concusión es un concepto legal que describe una situación en la cual un funcionario hace uso de su cargo para hacer pagar a una persona una contribución que no le corresponde. El delito de concusión puede contar con diversos agravantes: el uso de intimidación, la invocación de órdenes de funcionarios de mayor jerarquía, etcétera. El servidor público incurre en este delito cuando exige, por sí mismo o por interpósita persona, dinero, valores o servicios a título de impuesto, renta, contribución, etcétera, sin que la ley lo estipule, o en una cuantía superior a la permitida. Si el funcionario es encontrado culpable de concusión, la pena varía de acuerdo con la gravedad del delito cometido. Los castigos van desde el pago de multas hasta la destitución e inhabilitación para desempeñarse en cargos públicos, o incluso la prisión. El análisis de la figura de la concusión y sus características, depende de un juez”.

Podemos ver con meridiana claridad lo cerca que se encuentra el comportamiento presidencial de caer en una violación flagrante de la ley. Palabra por palabra, escena por escena, lo ocurrido el miércoles de la tamaliza que se llevó a cabo en Palacio Nacional, nos indica que esa noche se cometieron ahí varios delitos, o cuando menos uno: extorsión, chantaje, coerción y finalmente, concusión. Usted escoja.

Es muy probable que López jamás sea denunciado ante la ley por cualquiera o por todos ellos, y menos probable aún que sea sometido a juicio, y que un juez lo declare culpable y lo sentencie a prisión, o a ser removido de su cargo. Ni en sueños. La justicia mexicana anda arrastrando la cobija por el suelo, y la impunidad reina en México, hoy como nunca, y más todavía cuando se refiere al primer mandatario.

Pero más allá de las denuncias y acusaciones, de los juicios penales, de los tribunales, los jueces y el entramado completo de la justicia-a-la-mexicana, está también el temible juicio popular, y el veredicto de un pueblo bueno y sabio que pierde su bondad y se convierte en jauría cuando le colman la paciencia y el aguante. Pueblo dócil y domesticado que no obstante conserva allá, guardados muy en el fondo de su forma de ser, los ingredientes de bravura y rebeldía que siguen siendo una amenaza latente, aún para los omnipotentes autoritarios que con tanta facilidad se llenan de caldo flaco, y se pasan de la raya.

El escándalo de la rifa del avión, y de la subsecuente cena palaciega con tamales chipilín y chocolate seguramente pasará —como han pasado todos los demás mitotes que ha desencadenado la 4T— sepultado bajo el alud de escombros y basura que se arroja desde la cumbre del régimen actual sobre este país, que permanece adormecido, sin aparente voluntad ni espíritu de lucha, idiotizado o hipnotizado por un déspota sin escrúpulos que mantiene el control valiéndose de las limosnas que entrega a una parte de la masa empobrecida, utilizando ante los ricos el enorme poder de persuasión que posee, y empleando a su placer los medios de comunicación que controla, así sea en forma precaria.

¿Lograremos superar esta etapa inédita y sombría de nuestra historia como país?

Muchos mexicanos decimos que sí lo lograremos, pero también hay muchos otros que dicen que no, que de este golpe y de esta devastación ya no nos levantaremos. De nuestra actitud en los tiempos por venir, y de lo débil o fuerte que sea nuestra capacidad de supervivencia, dependerá quién tenga finalmente la razón.