/ domingo 9 de junio de 2019

Casa de las ideas | Una victoria pírrica

“Es la migración, estúpidos, no los aranceles”

Estoy convencido de que el aparente desenlace de la crisis generada por la artificiosa amenaza de los aranceles, representa una victoria pírrica. Y también estoy convencido de que no se trata de un desenlace final, que cierre definitivamente el lamentable y oprobioso capítulo. Creo que nos encontramos apenas en el umbral de algo que trasciende, sin la menor duda y por mucho, la imagen e intereses de los dos actores principales –Donald Trump y Andrés Manuel López Obrador– en este intenso drama que abarca desde aspectos económicos y geopolíticos, hasta aspectos de la más elemental humanidad, la violación de los derechos humanos, y ese dolor que se siente en los huesos antes que en el corazón, y que entra por el entendimiento como un clavo ardiente, mucho antes de llegar a los medios de comunicación y penetrar por los ojos.

Antes de seguir adelante, y respecto al título del presente escrito “Una victoria pírrica”, quisiera recordar al lector que el nombre proviene de Pirro, rey de Epiro, quien logró una victoria sobre los romanos con el costo de miles de sus hombres. Una victoria pírrica es aquella que se consigue con muchas pérdidas en el bando aparentemente vencedor, de modo que incluso tal victoria puede terminar siendo desfavorable para dicho bando. Se dice que Pirro, al contemplar el resultado de la batalla, dijo: «Otra victoria como esta y volveré solo a casa». En vista de lo que acaba de suceder, se podría adjudicar perfectamente esta ilustrativa frase al presidente Pirro López Obrador.

Estuve navegando incesantemente en Twitter durante el sábado y el domingo posteriores a la firma de los acuerdos, y pude detectar la enorme variedad de opiniones, puntos de vista y comentarios que suscitó el proceso de fornicación. Resulta del todo lógico que haya habido expresiones jubilosas, incluso excesivamente jubilosas, para ser apenas los primeros días, muy alejados todavía de los hechos que nos esperan más adelante, y que confirmarán o echarán por tierra el alborozo de los partidarios de la “solución”. Igualmente me parece normal que hayan surgido innumerables opiniones críticas y duras, la mayor parte de ellas sustentadas en argumentos sólidos y válidos. En el mare magnum suscitado, el denominador común fue el apasionamiento y la belicosidad de unos y otros.

Percibo con meridiana claridad la forma como el presidente norteamericano midió el tiempo con exactitud magistral, sabiendo de antemano la forma como reaccionaría el Gobierno de México. Él conoce perfectamente bien a su contraparte del Sur, y ha tenido tiempo suficiente para estudiarlo y conocer al dedillo sus limitaciones y su forma de actuar ante la presión. Sabe a ciencia cierta que el clima político actual no les es tan favorable a López Obrador como lo era hace tres o seis meses. El solo hecho de haberle puesto un plazo perentorio –precisamente hoy lunes 10– a la aplicación de los primeros aranceles a todos los productos de exportación mexicanos, demuestran que en todo momento las riendas del juego del gato y el ratón, estuvieron en sus manos. Fue un gambito magistral, no exento de riesgos, desde luego… pero don Andrés Manuel finalmente cayó redondito en él, como Trump lo tenía previsto. Lo que en todo momento estuvo en juego no eran los aranceles, sino la política migratoria.

Aunque los “hubiera” no existen, vale la pena especular un poco sobre los otros escenarios posibles. ¿Qué hubiera sucedido si el gobierno de México no cede a la presión del gobierno norteamericano? Seguramente Trump se hubiera visto obligado a aplicar sus aranceles para no quedar como el hablador que es, lo cual le hubiera acarreado un enorme descrédito dentro de su país, y fuera de él. Le hubiera sido imposible mantener en vigor sus amenazas por un plazo prolongado, y finalmente hubiera tenido que ceder. Su imagen y pretensiones reeleccionistas hubieran sufrido un duro descalabro, y en cambio López Obrador hubiera emergido con una corona de olivos ciñéndole la frente, recuperado por completo su decadente prestigio. Los costos económicos hubieran sigo tolerables para nuestro país, a cambio de una dignidad nacional sostenida a sangre y fuego ante un adversario incomparablemente más poderoso.

En cambio, la realidad y la contundencia de los hechos nos colocan ante un panorama totalmente diferente, y desde mi punto de vista, definitivamente desfavorable. Veamos: tomados de las declaraciones del propio responsable de encabezar las negociaciones por parte de México, el canciller Marcelo Ebrard, le ofrezco al lector los puntos de acuerdo que son el meollo de las negociaciones realizadas, evidentemente bajo presión: la presión del tiempo y de la atención internacional, que seguramente se mantuvo en todo momento alerta y observando:

* Desplegar la Guardia Nacional en la frontera Sur de México. Esta medida iniciará el lunes.

"México incrementará el esfuerzo de la ley mexicana a fin de reducir la migración irregular, incluyendo el despliegue de la Guardia Nacional en todo país, dando prioridad a la frontera sur".

La Guardia Nacional, que aún no termina de conformarse a plenitud, y que todavía no ha probado su capacidad y eficiencia, será utilizada en una tarea de contención que –Dios no permita– en un momento fatídico pudiera desembocar en una tragedia sangrienta. Imagine usted los costos para un gobierno que va dando tumbos de un desacierto a otro, sin encontrar un rumbo cierto y sostenido.

* Las personas que soliciten asilo a Estados Unidos se quedarán en el territorio mexicano mientras esperan la resolución de su trámite.

"Por razones humanitarias, se autorizará la entrada de dichas personas mientras hay una resolución. México, en un acuerdo de fraternidad, ofrecerá oportunidades laborales y de acceso a educación y salud, así como la protección de sus derechos humanos”. “Los Estados Unidos se comprometen a acelerar la resolución de solicitudes de asilo y proceder con los procedimientos de remoción lo más expedito posible”.

México se convierte, de golpe y porrazo, en el muro que Trump juró construir, y lo ha hecho sin gastar un solo dólar. México será el cedazo y el recipiente de la masa humana que seguirá llegando en forma continua e incesante. El costo de lo anterior será gigantesco e impagable, en recursos, dolor y sufrimiento, para un país que tiene más de la mitad de su población en diferentes niveles de pobreza.

* Revisión en 90 días.

"Ambas partes acordaron que, en caso de que las medidas adoptadas no obtengan los resultados esperados, se agregarán medidas adicionales. México y Estados Unidos trabajarán para enfrentar los flujos migratorios y continuarán con las conversaciones sobre términos de otros posibles entendimientos durante un periodo de 90 días".

Esperar que Estados Unidos honre su palabra y cumpla con este compromiso, es equivalente a creer en Santoclós. 90 días que se convertirán en 90 meses y tal vez en 90 años.

Se ha creado un enorme y peligroso cuello de botella en México, sobre todo en las entidades y ciudades fronterizas mexicanas, que no están preparadas para convertirse en centros de detención humana.

* Acuerdo 'Equilibrado' y fortalecer a Centroamérica.

“El Gobierno de EU está dándole la bienvenida al plan de desarrollo integral que se presentó hace unos días”. "México y los Estados Unidos liderarán el trabajo con socios nacionales e internacionales para construir una Centroamérica próspera y segura, y así abordar las causas subyacentes de la migración, con el objetivo de que los ciudadanos puedan construir mejores vidas para ellos y sus familias en casa".

Este punto se rebate por sí solo. Convertir a Centroamérica en el paraíso que describen implica drenar económicamente a ambos países, en especial a México, que no puede con sus pobres, menos podrá con los que le seguirán llegando de fuera. Insultante demagogia bilateral en su máxima expresión, ante la expresión de pasmo e incredulidad de decenas de millones de gringos y mexicanos.

Los análisis y comentarios respecto al sobrevalorado y magnificado “acuerdo” seguirán cayendo en cascada, y el tono y contenido de los mismos se irá haciendo más crítico y más duro, conforme se escudriñe a profundidad en los intestinos de los puntos de ese acuerdo cuyos beneficios son absolutamente unilaterales: todo para Estados Unidos y nada, absolutamente nada para México, al que le tocará bailar con la más fea de la fiesta, y sin huaraches que le protejan las patas que acaba de meter hasta las verijas.

Sobre el jolgorio escenificado en Tijuana, no vale la pena que yo pierda tiempo en escribir y usted en leer acerca de él. Solamente diré que el evento de marras ha sido calificado como “sainete”, “absurdo”, “oprobioso”, “inútil”, “obsequioso”, “cortesano”, “infructuoso” y otros calificativos despectivos similares. Un comentario en particular posteado en Twitter por alguien que utiliza el seudónimo @JuShago me parece particularmente divertido y descriptivo: “En Tijuana se conjuntó y concentró una gigantesca PARVADA de PÁJAROS BERMEJOS”.

Y respecto a la negociación propiamente dicha, Héctor Aguilar Camín comenta: “No hay en la declaración conjunta de México y Estados Unidos una sola palabra sobre aranceles. EU no se compromete a nada en esta materia, que era la amenaza que la negociación debía conjurar… ¿Pues qué negociaron?”.

No obstante el gigantesco orfeón que lanza al viento loas y alabanzas al presidente López por su visión, su arrojo y valor, la opinión publica parece inclinarse mayoritariamente por un ánimo de desencanto y un sentimiento de haber sido violado y traicionado, percepciones que se irán haciendo más profundas y definidas conforme transcurra el tiempo, y suceda lo que con toda seguridad va a suceder, y que muy probablemente no será nada bueno. Al tiempo.

En Twitter soy @ChapoRomo

oscar.romo@casadelasideas.com

“Es la migración, estúpidos, no los aranceles”

Estoy convencido de que el aparente desenlace de la crisis generada por la artificiosa amenaza de los aranceles, representa una victoria pírrica. Y también estoy convencido de que no se trata de un desenlace final, que cierre definitivamente el lamentable y oprobioso capítulo. Creo que nos encontramos apenas en el umbral de algo que trasciende, sin la menor duda y por mucho, la imagen e intereses de los dos actores principales –Donald Trump y Andrés Manuel López Obrador– en este intenso drama que abarca desde aspectos económicos y geopolíticos, hasta aspectos de la más elemental humanidad, la violación de los derechos humanos, y ese dolor que se siente en los huesos antes que en el corazón, y que entra por el entendimiento como un clavo ardiente, mucho antes de llegar a los medios de comunicación y penetrar por los ojos.

Antes de seguir adelante, y respecto al título del presente escrito “Una victoria pírrica”, quisiera recordar al lector que el nombre proviene de Pirro, rey de Epiro, quien logró una victoria sobre los romanos con el costo de miles de sus hombres. Una victoria pírrica es aquella que se consigue con muchas pérdidas en el bando aparentemente vencedor, de modo que incluso tal victoria puede terminar siendo desfavorable para dicho bando. Se dice que Pirro, al contemplar el resultado de la batalla, dijo: «Otra victoria como esta y volveré solo a casa». En vista de lo que acaba de suceder, se podría adjudicar perfectamente esta ilustrativa frase al presidente Pirro López Obrador.

Estuve navegando incesantemente en Twitter durante el sábado y el domingo posteriores a la firma de los acuerdos, y pude detectar la enorme variedad de opiniones, puntos de vista y comentarios que suscitó el proceso de fornicación. Resulta del todo lógico que haya habido expresiones jubilosas, incluso excesivamente jubilosas, para ser apenas los primeros días, muy alejados todavía de los hechos que nos esperan más adelante, y que confirmarán o echarán por tierra el alborozo de los partidarios de la “solución”. Igualmente me parece normal que hayan surgido innumerables opiniones críticas y duras, la mayor parte de ellas sustentadas en argumentos sólidos y válidos. En el mare magnum suscitado, el denominador común fue el apasionamiento y la belicosidad de unos y otros.

Percibo con meridiana claridad la forma como el presidente norteamericano midió el tiempo con exactitud magistral, sabiendo de antemano la forma como reaccionaría el Gobierno de México. Él conoce perfectamente bien a su contraparte del Sur, y ha tenido tiempo suficiente para estudiarlo y conocer al dedillo sus limitaciones y su forma de actuar ante la presión. Sabe a ciencia cierta que el clima político actual no les es tan favorable a López Obrador como lo era hace tres o seis meses. El solo hecho de haberle puesto un plazo perentorio –precisamente hoy lunes 10– a la aplicación de los primeros aranceles a todos los productos de exportación mexicanos, demuestran que en todo momento las riendas del juego del gato y el ratón, estuvieron en sus manos. Fue un gambito magistral, no exento de riesgos, desde luego… pero don Andrés Manuel finalmente cayó redondito en él, como Trump lo tenía previsto. Lo que en todo momento estuvo en juego no eran los aranceles, sino la política migratoria.

Aunque los “hubiera” no existen, vale la pena especular un poco sobre los otros escenarios posibles. ¿Qué hubiera sucedido si el gobierno de México no cede a la presión del gobierno norteamericano? Seguramente Trump se hubiera visto obligado a aplicar sus aranceles para no quedar como el hablador que es, lo cual le hubiera acarreado un enorme descrédito dentro de su país, y fuera de él. Le hubiera sido imposible mantener en vigor sus amenazas por un plazo prolongado, y finalmente hubiera tenido que ceder. Su imagen y pretensiones reeleccionistas hubieran sufrido un duro descalabro, y en cambio López Obrador hubiera emergido con una corona de olivos ciñéndole la frente, recuperado por completo su decadente prestigio. Los costos económicos hubieran sigo tolerables para nuestro país, a cambio de una dignidad nacional sostenida a sangre y fuego ante un adversario incomparablemente más poderoso.

En cambio, la realidad y la contundencia de los hechos nos colocan ante un panorama totalmente diferente, y desde mi punto de vista, definitivamente desfavorable. Veamos: tomados de las declaraciones del propio responsable de encabezar las negociaciones por parte de México, el canciller Marcelo Ebrard, le ofrezco al lector los puntos de acuerdo que son el meollo de las negociaciones realizadas, evidentemente bajo presión: la presión del tiempo y de la atención internacional, que seguramente se mantuvo en todo momento alerta y observando:

* Desplegar la Guardia Nacional en la frontera Sur de México. Esta medida iniciará el lunes.

"México incrementará el esfuerzo de la ley mexicana a fin de reducir la migración irregular, incluyendo el despliegue de la Guardia Nacional en todo país, dando prioridad a la frontera sur".

La Guardia Nacional, que aún no termina de conformarse a plenitud, y que todavía no ha probado su capacidad y eficiencia, será utilizada en una tarea de contención que –Dios no permita– en un momento fatídico pudiera desembocar en una tragedia sangrienta. Imagine usted los costos para un gobierno que va dando tumbos de un desacierto a otro, sin encontrar un rumbo cierto y sostenido.

* Las personas que soliciten asilo a Estados Unidos se quedarán en el territorio mexicano mientras esperan la resolución de su trámite.

"Por razones humanitarias, se autorizará la entrada de dichas personas mientras hay una resolución. México, en un acuerdo de fraternidad, ofrecerá oportunidades laborales y de acceso a educación y salud, así como la protección de sus derechos humanos”. “Los Estados Unidos se comprometen a acelerar la resolución de solicitudes de asilo y proceder con los procedimientos de remoción lo más expedito posible”.

México se convierte, de golpe y porrazo, en el muro que Trump juró construir, y lo ha hecho sin gastar un solo dólar. México será el cedazo y el recipiente de la masa humana que seguirá llegando en forma continua e incesante. El costo de lo anterior será gigantesco e impagable, en recursos, dolor y sufrimiento, para un país que tiene más de la mitad de su población en diferentes niveles de pobreza.

* Revisión en 90 días.

"Ambas partes acordaron que, en caso de que las medidas adoptadas no obtengan los resultados esperados, se agregarán medidas adicionales. México y Estados Unidos trabajarán para enfrentar los flujos migratorios y continuarán con las conversaciones sobre términos de otros posibles entendimientos durante un periodo de 90 días".

Esperar que Estados Unidos honre su palabra y cumpla con este compromiso, es equivalente a creer en Santoclós. 90 días que se convertirán en 90 meses y tal vez en 90 años.

Se ha creado un enorme y peligroso cuello de botella en México, sobre todo en las entidades y ciudades fronterizas mexicanas, que no están preparadas para convertirse en centros de detención humana.

* Acuerdo 'Equilibrado' y fortalecer a Centroamérica.

“El Gobierno de EU está dándole la bienvenida al plan de desarrollo integral que se presentó hace unos días”. "México y los Estados Unidos liderarán el trabajo con socios nacionales e internacionales para construir una Centroamérica próspera y segura, y así abordar las causas subyacentes de la migración, con el objetivo de que los ciudadanos puedan construir mejores vidas para ellos y sus familias en casa".

Este punto se rebate por sí solo. Convertir a Centroamérica en el paraíso que describen implica drenar económicamente a ambos países, en especial a México, que no puede con sus pobres, menos podrá con los que le seguirán llegando de fuera. Insultante demagogia bilateral en su máxima expresión, ante la expresión de pasmo e incredulidad de decenas de millones de gringos y mexicanos.

Los análisis y comentarios respecto al sobrevalorado y magnificado “acuerdo” seguirán cayendo en cascada, y el tono y contenido de los mismos se irá haciendo más crítico y más duro, conforme se escudriñe a profundidad en los intestinos de los puntos de ese acuerdo cuyos beneficios son absolutamente unilaterales: todo para Estados Unidos y nada, absolutamente nada para México, al que le tocará bailar con la más fea de la fiesta, y sin huaraches que le protejan las patas que acaba de meter hasta las verijas.

Sobre el jolgorio escenificado en Tijuana, no vale la pena que yo pierda tiempo en escribir y usted en leer acerca de él. Solamente diré que el evento de marras ha sido calificado como “sainete”, “absurdo”, “oprobioso”, “inútil”, “obsequioso”, “cortesano”, “infructuoso” y otros calificativos despectivos similares. Un comentario en particular posteado en Twitter por alguien que utiliza el seudónimo @JuShago me parece particularmente divertido y descriptivo: “En Tijuana se conjuntó y concentró una gigantesca PARVADA de PÁJAROS BERMEJOS”.

Y respecto a la negociación propiamente dicha, Héctor Aguilar Camín comenta: “No hay en la declaración conjunta de México y Estados Unidos una sola palabra sobre aranceles. EU no se compromete a nada en esta materia, que era la amenaza que la negociación debía conjurar… ¿Pues qué negociaron?”.

No obstante el gigantesco orfeón que lanza al viento loas y alabanzas al presidente López por su visión, su arrojo y valor, la opinión publica parece inclinarse mayoritariamente por un ánimo de desencanto y un sentimiento de haber sido violado y traicionado, percepciones que se irán haciendo más profundas y definidas conforme transcurra el tiempo, y suceda lo que con toda seguridad va a suceder, y que muy probablemente no será nada bueno. Al tiempo.

En Twitter soy @ChapoRomo

oscar.romo@casadelasideas.com