/ viernes 8 de abril de 2022

Casos y cosas de la experiencia | Encuentro con la naturaleza

Disfruto de una flor o una pequeña planta de hierba que crece a través de una grieta en la tierra. Es tan hermoso.

Llegué despacio y atento al canto de las aves, a la brisa del agua que riega los jardines, a los árboles cuyas ramas se movían cadenciosamente con el viento. Le agradezco infinitamente a mi cuerpo que se entregue con premura a gozar estos regalos de la naturaleza, que capto a través de los sentidos. Cada vez que recorrí ese paraje me detuve, para entregarme a la contemplación de sus maravillas.

Observé a las palomas que volaban de un árbol a otro, visitaban sus nidos, y se enseñoreaban al sentir la presencia de otro ser. Admiro y celebro ese canto hermoso de las palomas, me transporta a recuerdos maravillosos de la infancia; al vaso de leche con café, la tortilla con frijoles y la charla con el abuelo adoptivo. Así fue como aprendí la historia revolucionaria de mi país. Recordé el hermoso canto de la tórtola y las lecciones del abuelo.

Estos días alejado de mi ciudad han sido de contacto interior, y la naturaleza sabia me ha cobijado; agradezco sus regalos. También gozo del olor a césped recién cortado y admiro la maestría del jardinero para mantenerlo vivo. Guardo constancia de este encuentro en fotografías, y cada vez que las observo revivo dichos momentos únicos.

Recuerdo ahora un fragmento del poema Las aves del Caribe, de Pablo Neruda, contenido en el libro Canción de gesta: “¿Qué voy a hacer para cantar el canto, el plumaje, la luz, el poderío de lo que vi volando sin creerlo o escuché sin creer haberlo oído?”

Al despedirme de este lugar llevaré conmigo los sonidos, el silencio, la brisa del agua que besa y acaricia la tierra para ofrecerme un perfume único. Quiero guardar estos colores que estimulan mis recuerdos y las personas con las que los compartí. Abrazaré con la vista cada espacio que inspira una sonrisa, un gesto de admiración; lo pequeño es hermoso. Continuaré mi camino, cargado de recuerdos de mi alma viajera que encuentra sentido en cada experiencia, la cual se torna significativa por la suma de eventos simples y sencillos.

La ternura me abraza y acaricia mi alma agradecida por estos momentos hermosos, pese a las situaciones dolorosas, injustas e indignas que dañan a hombres, mujeres y niños en diferentes latitudes del mundo. Elevo una plegaria y enciendo una luz para que eso amaine, y termine la destrucción del hombre por el hombre. Antes me preguntaba por qué ocurre la guerra, ahora el interrogante es para qué alimentar este flagelo que lastima a gente inocente.

Albert Einstein le propuso a Sigmund Freud, en una carta, que se ocupara de controlar la evolución de la mente humana, y de evitar el odio y la capacidad de destrucción, tanto en general como en las élites y las masas. Menuda solicitud proponía el científico al inquieto Freud, quien estaba orientado a conocer y comprender el comportamiento humano. Entonces, qué dicen los científicos acerca del para qué de la guerra. Dejo esto en el tintero para otra ocasión y confieso que he vivido estos momentos de alegría, tristeza, enojo, miedo y también el afecto de las personas con las que conviví estos días.

Quiero continuar celebrando la vida y sus diversos matices. Gracias por la sonrisa, la mirada acompañante, el abrazo sincero, la palabra que acaricia mis oídos y llena mi ser de gratitud.

Gratitud, gratitud, gratitud… Concluyo compartiéndoles este escrito de Oliver Sacks: “Siento que debería estar tratando de completar mi vida, sea lo que sea lo que signifique completar una vida. No puedo pretender ser alguien sin miedo. Pero mi sensación predominante es de gratitud. He amado y he sido amado; se me ha dado mucho y me he dado a cambio; he leído y viajado y pensado y escrito”.

Por un mundo de confianza y esperanza.

Buen fin de semana… Confiando22

#contagiabuenavibra #yoaportoenpositivo

Disfruto de una flor o una pequeña planta de hierba que crece a través de una grieta en la tierra. Es tan hermoso.

Llegué despacio y atento al canto de las aves, a la brisa del agua que riega los jardines, a los árboles cuyas ramas se movían cadenciosamente con el viento. Le agradezco infinitamente a mi cuerpo que se entregue con premura a gozar estos regalos de la naturaleza, que capto a través de los sentidos. Cada vez que recorrí ese paraje me detuve, para entregarme a la contemplación de sus maravillas.

Observé a las palomas que volaban de un árbol a otro, visitaban sus nidos, y se enseñoreaban al sentir la presencia de otro ser. Admiro y celebro ese canto hermoso de las palomas, me transporta a recuerdos maravillosos de la infancia; al vaso de leche con café, la tortilla con frijoles y la charla con el abuelo adoptivo. Así fue como aprendí la historia revolucionaria de mi país. Recordé el hermoso canto de la tórtola y las lecciones del abuelo.

Estos días alejado de mi ciudad han sido de contacto interior, y la naturaleza sabia me ha cobijado; agradezco sus regalos. También gozo del olor a césped recién cortado y admiro la maestría del jardinero para mantenerlo vivo. Guardo constancia de este encuentro en fotografías, y cada vez que las observo revivo dichos momentos únicos.

Recuerdo ahora un fragmento del poema Las aves del Caribe, de Pablo Neruda, contenido en el libro Canción de gesta: “¿Qué voy a hacer para cantar el canto, el plumaje, la luz, el poderío de lo que vi volando sin creerlo o escuché sin creer haberlo oído?”

Al despedirme de este lugar llevaré conmigo los sonidos, el silencio, la brisa del agua que besa y acaricia la tierra para ofrecerme un perfume único. Quiero guardar estos colores que estimulan mis recuerdos y las personas con las que los compartí. Abrazaré con la vista cada espacio que inspira una sonrisa, un gesto de admiración; lo pequeño es hermoso. Continuaré mi camino, cargado de recuerdos de mi alma viajera que encuentra sentido en cada experiencia, la cual se torna significativa por la suma de eventos simples y sencillos.

La ternura me abraza y acaricia mi alma agradecida por estos momentos hermosos, pese a las situaciones dolorosas, injustas e indignas que dañan a hombres, mujeres y niños en diferentes latitudes del mundo. Elevo una plegaria y enciendo una luz para que eso amaine, y termine la destrucción del hombre por el hombre. Antes me preguntaba por qué ocurre la guerra, ahora el interrogante es para qué alimentar este flagelo que lastima a gente inocente.

Albert Einstein le propuso a Sigmund Freud, en una carta, que se ocupara de controlar la evolución de la mente humana, y de evitar el odio y la capacidad de destrucción, tanto en general como en las élites y las masas. Menuda solicitud proponía el científico al inquieto Freud, quien estaba orientado a conocer y comprender el comportamiento humano. Entonces, qué dicen los científicos acerca del para qué de la guerra. Dejo esto en el tintero para otra ocasión y confieso que he vivido estos momentos de alegría, tristeza, enojo, miedo y también el afecto de las personas con las que conviví estos días.

Quiero continuar celebrando la vida y sus diversos matices. Gracias por la sonrisa, la mirada acompañante, el abrazo sincero, la palabra que acaricia mis oídos y llena mi ser de gratitud.

Gratitud, gratitud, gratitud… Concluyo compartiéndoles este escrito de Oliver Sacks: “Siento que debería estar tratando de completar mi vida, sea lo que sea lo que signifique completar una vida. No puedo pretender ser alguien sin miedo. Pero mi sensación predominante es de gratitud. He amado y he sido amado; se me ha dado mucho y me he dado a cambio; he leído y viajado y pensado y escrito”.

Por un mundo de confianza y esperanza.

Buen fin de semana… Confiando22

#contagiabuenavibra #yoaportoenpositivo