/ viernes 20 de agosto de 2021

Casos y cosas de la experiencia | Historia de un gran amor

Hay historias de vida que me conmueven, como la de Roberto y Angélica, que evocó en mí algunos recuerdos para sentir, amar, llorar y conectarme con las personas que forman parte de mi vida y viaje. Estos sentimientos afloraron al conocer la trayectoria de estos amantes adultos, que viven para compartirles lecciones significativas a las nuevas generaciones.

Roberto y Angélica son seres hermosos que han caminado juntos durante mucho tiempo; sus experiencias se encontraron para crear un espacio de amor. Coincidieron para amarse y formar una familia, para emprender proyectos que los impulsaron a crecer, y así apoyar a sus hermosas hijas. Su sencillez y simplicidad me cautivaron, su amor y disposición a estar juntos en ese camino que los unió permite celebrar lo que han logrado en su vida hasta hoy. Roberto siempre ha estado atento, a su manera, de Angélica. Es un hombre inquieto, activo, respetuoso de su familia; disfruta vivir con su esposa e hijas. Toda esa dicha se ha visto perturbada, por desgracia, por la aparición de dos enfermedades: Alzheimer y Parkinson. Roberto empezó a percatarse de que perdía contacto con algunas cosas y de que su memoria mostraba signos de deterioro, es decir, tenía dificultad para recordar eventos, concentrarse, planificar o resolver problemas. Asimismo fue consciente de la dificultad para completar tareas diarias en el hogar y el trabajo. También empezó a confundir lugares y la dimensión temporal, experiencia que lo alarmó, y le provocó ansiedad y miedo. En algunas ocasiones él pudo sortear dichas dificultades y resolver los problemas causados por estas enfermedades. Angélica se mostró prudente, paciente y tolerante con su comportamiento, y pronto compartió lo que vivía con sus hijas, para recibir el apoyo correspondiente. Ellas pudieron apreciar que él se movía en arenas movedizas; la conexión con el pasado se desvanecía poco a poco, conforme pasaba el tiempo. El estado de ánimo de Roberto muestra altibajos emocionales, apatía, descontento general, enfado o soledad. Lo más significativo es su pérdida de memoria y confusión.

Angélica está presente siempre, acompañándolo y ofreciéndole actos de amor a su esposo. Silenciosa, atenta y amorosa camina a su lado, recordando cada instante compartido con el amor de su vida. ¿Cómo es convivir con una persona que no siente ni padece de forma consciente esta experiencia? ¿Cómo será vivir en ese mundo? El cuidador de estas personas se desgasta física y emocionalmente, por consiguiente necesita la ayuda de la familia y comunidad para continuar hasta el final de este camino.

Las experiencias compartidas por Roberto y Angélica fortalecieron su amor, y ahora están sorteando una más, que pone a prueba ese inmenso amor que los une. Por ello, “confío en que aunque no supieras quién soy, sentirías que te amo”. Eso creo que sucede en estas almas, las reconozco y valoro todo lo que hacen para estar juntos en el arduo camino de la liberación. Agradezco a la vida el privilegio de estar aquí y ahora para acompañarlos en este proceso.

Escucho a Roberto decir: “Qué importa lo que me suceda, aunque no tengo conciencia de ello, sólo sé que te amo, Angélica. Gracias por ser mi compañera de viaje, la luz que engrandece mi alma y permite avanzar en el camino de retorno a casa”.

Te invito a reflexionar sobre nuestro cuidado y el de los demás adultos. Ellos necesitan de nuestro acompañamiento para transitar el resto del camino a casa. Los cuidadores de estas personas tienen que estar pendientes del enfermo las 24 horas. Cada cuatro segundos se diagnostica en el mundo un nuevo caso de demencia. Según el Instituto de Neurología, la enfermedad de Alzheimer es el tipo de demencia más frecuente, y ahora se sabe que existe una prevalencia de 7.3% y una incidencia de 27.3, es decir, 1,000 adultos mayores mexicanos por año la padecen.

Mensaje de un padre con Alzheimer para sus hijas y nietos.

Queridos míos:

En este momento de mi vida les pido paciencia, tolerancia y comprensión. Cuando converses conmigo, repito y repito las mismas palabras y situaciones, no me interrumpas y escúchame. Solo acompañe en este peregrinar.

Cuando estemos juntos y, sin querer, pierda el control de mis necesidades, no te avergüences y comprende que no tengo la culpa de ello. Ayúdame a continuar en mi camino.

Finalmente, cuando algún día me escuches decir que ya no quiero vivir y sólo quiero morir, no te enfades. La carga está muy pesada para todos. Sé que algún día comprenderás que esto no tiene que ver con tu cariño, sólo quiero decirte que te amo desde el día que nos conocimos.

Hay historias de vida que me conmueven, como la de Roberto y Angélica, que evocó en mí algunos recuerdos para sentir, amar, llorar y conectarme con las personas que forman parte de mi vida y viaje. Estos sentimientos afloraron al conocer la trayectoria de estos amantes adultos, que viven para compartirles lecciones significativas a las nuevas generaciones.

Roberto y Angélica son seres hermosos que han caminado juntos durante mucho tiempo; sus experiencias se encontraron para crear un espacio de amor. Coincidieron para amarse y formar una familia, para emprender proyectos que los impulsaron a crecer, y así apoyar a sus hermosas hijas. Su sencillez y simplicidad me cautivaron, su amor y disposición a estar juntos en ese camino que los unió permite celebrar lo que han logrado en su vida hasta hoy. Roberto siempre ha estado atento, a su manera, de Angélica. Es un hombre inquieto, activo, respetuoso de su familia; disfruta vivir con su esposa e hijas. Toda esa dicha se ha visto perturbada, por desgracia, por la aparición de dos enfermedades: Alzheimer y Parkinson. Roberto empezó a percatarse de que perdía contacto con algunas cosas y de que su memoria mostraba signos de deterioro, es decir, tenía dificultad para recordar eventos, concentrarse, planificar o resolver problemas. Asimismo fue consciente de la dificultad para completar tareas diarias en el hogar y el trabajo. También empezó a confundir lugares y la dimensión temporal, experiencia que lo alarmó, y le provocó ansiedad y miedo. En algunas ocasiones él pudo sortear dichas dificultades y resolver los problemas causados por estas enfermedades. Angélica se mostró prudente, paciente y tolerante con su comportamiento, y pronto compartió lo que vivía con sus hijas, para recibir el apoyo correspondiente. Ellas pudieron apreciar que él se movía en arenas movedizas; la conexión con el pasado se desvanecía poco a poco, conforme pasaba el tiempo. El estado de ánimo de Roberto muestra altibajos emocionales, apatía, descontento general, enfado o soledad. Lo más significativo es su pérdida de memoria y confusión.

Angélica está presente siempre, acompañándolo y ofreciéndole actos de amor a su esposo. Silenciosa, atenta y amorosa camina a su lado, recordando cada instante compartido con el amor de su vida. ¿Cómo es convivir con una persona que no siente ni padece de forma consciente esta experiencia? ¿Cómo será vivir en ese mundo? El cuidador de estas personas se desgasta física y emocionalmente, por consiguiente necesita la ayuda de la familia y comunidad para continuar hasta el final de este camino.

Las experiencias compartidas por Roberto y Angélica fortalecieron su amor, y ahora están sorteando una más, que pone a prueba ese inmenso amor que los une. Por ello, “confío en que aunque no supieras quién soy, sentirías que te amo”. Eso creo que sucede en estas almas, las reconozco y valoro todo lo que hacen para estar juntos en el arduo camino de la liberación. Agradezco a la vida el privilegio de estar aquí y ahora para acompañarlos en este proceso.

Escucho a Roberto decir: “Qué importa lo que me suceda, aunque no tengo conciencia de ello, sólo sé que te amo, Angélica. Gracias por ser mi compañera de viaje, la luz que engrandece mi alma y permite avanzar en el camino de retorno a casa”.

Te invito a reflexionar sobre nuestro cuidado y el de los demás adultos. Ellos necesitan de nuestro acompañamiento para transitar el resto del camino a casa. Los cuidadores de estas personas tienen que estar pendientes del enfermo las 24 horas. Cada cuatro segundos se diagnostica en el mundo un nuevo caso de demencia. Según el Instituto de Neurología, la enfermedad de Alzheimer es el tipo de demencia más frecuente, y ahora se sabe que existe una prevalencia de 7.3% y una incidencia de 27.3, es decir, 1,000 adultos mayores mexicanos por año la padecen.

Mensaje de un padre con Alzheimer para sus hijas y nietos.

Queridos míos:

En este momento de mi vida les pido paciencia, tolerancia y comprensión. Cuando converses conmigo, repito y repito las mismas palabras y situaciones, no me interrumpas y escúchame. Solo acompañe en este peregrinar.

Cuando estemos juntos y, sin querer, pierda el control de mis necesidades, no te avergüences y comprende que no tengo la culpa de ello. Ayúdame a continuar en mi camino.

Finalmente, cuando algún día me escuches decir que ya no quiero vivir y sólo quiero morir, no te enfades. La carga está muy pesada para todos. Sé que algún día comprenderás que esto no tiene que ver con tu cariño, sólo quiero decirte que te amo desde el día que nos conocimos.