/ miércoles 27 de marzo de 2024

En medio de los medios | La Hora Nacional y su audiencia de closet

En mi caminar por los medios, principalmente cuando se trata de radio o televisión, aprendí a interpretar un fenómeno curioso, relacionado con el comportamiento de la audiencia y su interacción con ciertos medios o programas transmitidos por los mismos.

Tuve a bien llamarlo; “audiencia de clóset”, y se refiere a todas aquellas personas que dicen no ver, escuchar o leer, lo transmitido o escrito por un medio de comunicación, pero que por otro lado, dan referencia con santo y seña, sobre lo transmitido por el medio que afirman no tomar en cuenta.

Algo así, salió la colación con la controversia en torno a supuestos contenidos tendenciosos sobre figuras políticas, que según afirman, fueron transmitidos en algunas de las emisiones de La Hora Nacional.

El programa La Hora Nacional, se transmitió por primera vez en el año de 1937 y es considerado el programa de radio más antiguo del mundo y es producido por la Dirección General de Radio, Televisión y Cinematografía de la Secretaría de Gobernación. Su transmisión es los domingos a las 10 de la noche y por ley, se transmite en la gran mayoría de las estaciones de radio en todo el país.

En algunos estados, como en Sonora, La Hora Nacional se divide en dos partes, primero va la versión nacional en los primeros 30 minutos y después, una versión que se produce localmente, con temas de interés acorde a la idiosincrasia del auditorio regional, que van desde lo cultural, temas de impacto social, educativos, informativos y musicales.

La Hora Nacional, que llega a la población a través de mil 600 estaciones, siempre ha tenido un estigma de baja audiencia, el cual ha sido interpretado como un espacio vacío o que interrumpe la programación habitual con temas que, según muchos, no interesan en lo mínimo a las y los radioescuchas.

Tendría que llegar el período electoral, para que muchos operadores políticos de partidos y candidatos que no van bien en las mediciones de popularidad, pusieran su lupa sobre los contenidos de La Hora Nacional, aduciendo una tendencia sobre cierto partido político.

Utilizando los recursos legales, se presentó una queja ante el Instituto Nacional Electoral, que llegó a proceder a favor de los denunciantes ante las pruebas presentadas.

La Hora Nacional se colocó en la marquesina de la información, aún y cuando todo mundo, incluyendo los políticos que demandaron la transmisión de la misma, siempre han dicho que ese programa es un recurso inútil de tiempo, que nadie lo escucha y que lo mejor es que no existiese. En pocas palabras, salieron “del clóset” de la audiencia, porque los números o mediciones de audiencia, pueden arrojar un nivel de aceptación, que aunque modesto, fue suficiente para crear polémica.

El domingo 24 de marzo, y a petición de la Cámara de la Industria de la Radio y la Televisión CIRT, se dio la indicación de no transmitir la emisión de La Hora Nacional, siendo únicamente las estaciones del sistema Radiópolis, las que acataron la orden del comunicado. Nuevamente, ganó la mayoría.

Lo anterior, nos deja varios mensajes importantes en torno al tema de La Hora Nacional, el primero es que los medios no ya no están sujetos al control dictatorial como en los pasados gobiernos federales, donde la frase “una palabra más, un sexenio menos”, era el pan de cada día para los comunicadores, que veían amenazada su permanencia en las cámaras o micrófonos, ante cualquier iniciativa de libertad de expresión.

Por otro lado, también es importante que, gracias a la denuncia de tinte político, La Hora Nacional puso en evidencia a quienes forman parte de su audiencia “de closet”; pero también, quienes producen o dirigen ese espacio, se sepan observados, con toda razón y con la ley a su favor, para que no aprovechen las coyunturas en pro de favoritismos políticos.

Para terminar, sabemos que habrá muchas emisiones más de La Hora Nacional, a final de cuenta, es un recurso de la comunicación pública de todos nosotros..

En mi caminar por los medios, principalmente cuando se trata de radio o televisión, aprendí a interpretar un fenómeno curioso, relacionado con el comportamiento de la audiencia y su interacción con ciertos medios o programas transmitidos por los mismos.

Tuve a bien llamarlo; “audiencia de clóset”, y se refiere a todas aquellas personas que dicen no ver, escuchar o leer, lo transmitido o escrito por un medio de comunicación, pero que por otro lado, dan referencia con santo y seña, sobre lo transmitido por el medio que afirman no tomar en cuenta.

Algo así, salió la colación con la controversia en torno a supuestos contenidos tendenciosos sobre figuras políticas, que según afirman, fueron transmitidos en algunas de las emisiones de La Hora Nacional.

El programa La Hora Nacional, se transmitió por primera vez en el año de 1937 y es considerado el programa de radio más antiguo del mundo y es producido por la Dirección General de Radio, Televisión y Cinematografía de la Secretaría de Gobernación. Su transmisión es los domingos a las 10 de la noche y por ley, se transmite en la gran mayoría de las estaciones de radio en todo el país.

En algunos estados, como en Sonora, La Hora Nacional se divide en dos partes, primero va la versión nacional en los primeros 30 minutos y después, una versión que se produce localmente, con temas de interés acorde a la idiosincrasia del auditorio regional, que van desde lo cultural, temas de impacto social, educativos, informativos y musicales.

La Hora Nacional, que llega a la población a través de mil 600 estaciones, siempre ha tenido un estigma de baja audiencia, el cual ha sido interpretado como un espacio vacío o que interrumpe la programación habitual con temas que, según muchos, no interesan en lo mínimo a las y los radioescuchas.

Tendría que llegar el período electoral, para que muchos operadores políticos de partidos y candidatos que no van bien en las mediciones de popularidad, pusieran su lupa sobre los contenidos de La Hora Nacional, aduciendo una tendencia sobre cierto partido político.

Utilizando los recursos legales, se presentó una queja ante el Instituto Nacional Electoral, que llegó a proceder a favor de los denunciantes ante las pruebas presentadas.

La Hora Nacional se colocó en la marquesina de la información, aún y cuando todo mundo, incluyendo los políticos que demandaron la transmisión de la misma, siempre han dicho que ese programa es un recurso inútil de tiempo, que nadie lo escucha y que lo mejor es que no existiese. En pocas palabras, salieron “del clóset” de la audiencia, porque los números o mediciones de audiencia, pueden arrojar un nivel de aceptación, que aunque modesto, fue suficiente para crear polémica.

El domingo 24 de marzo, y a petición de la Cámara de la Industria de la Radio y la Televisión CIRT, se dio la indicación de no transmitir la emisión de La Hora Nacional, siendo únicamente las estaciones del sistema Radiópolis, las que acataron la orden del comunicado. Nuevamente, ganó la mayoría.

Lo anterior, nos deja varios mensajes importantes en torno al tema de La Hora Nacional, el primero es que los medios no ya no están sujetos al control dictatorial como en los pasados gobiernos federales, donde la frase “una palabra más, un sexenio menos”, era el pan de cada día para los comunicadores, que veían amenazada su permanencia en las cámaras o micrófonos, ante cualquier iniciativa de libertad de expresión.

Por otro lado, también es importante que, gracias a la denuncia de tinte político, La Hora Nacional puso en evidencia a quienes forman parte de su audiencia “de closet”; pero también, quienes producen o dirigen ese espacio, se sepan observados, con toda razón y con la ley a su favor, para que no aprovechen las coyunturas en pro de favoritismos políticos.

Para terminar, sabemos que habrá muchas emisiones más de La Hora Nacional, a final de cuenta, es un recurso de la comunicación pública de todos nosotros..