Todos fuimos novatos alguna vez, ya sea en la escuela, en alguna actividad deportiva o en el aspecto laboral; la ilusión de iniciar en un oficio, sobre todo si este nos apasiona como es el caso de muchos de nosotros, nos da un blindaje de romanticismo ante una realidad que es amenazante, cruda y realista.
Comencé literalmente siendo un colaborador en una televisora local, a mediados de 1991, llegué con la ilusión de aprender a ser camarógrafo, pero el destino me llevó a formarme como productor y realizador de televisión. De golpe comenzó el ascenso, con cientos de horas sin comer, sin dormir, caminando a medianoche desde el canal hasta mi casa, con cero pesos en la bolsa y con el orgullo de haber grabado algún material que miles de personas estarían viendo en su televisor. Francamente, el ego y las ganas de aprender, era lo que me movía y fue lo que trazó el camino por este oficio que adopté, con sus altas y bajas y con innumerables decepciones que rebasaban por mucho la cantidad de satisfacciones.
Me ha tocado ver de todo; y de cada experiencia, sea buena o mala, he sumado un aprendizaje que ha formado mi carácter duro, cuestionante, pero al mismo tiempo, tutelar en muchos sentidos y con decenas de personas que compartieron conmigo algún proyecto en la pantalla chica.
¿Errores? Todos los que usted logre imaginar, decenas por día; errores que me han costado el trabajo, que me han estigmatizado y que se siempre se hacen presente en mis reflexiones. No puedo repartir culpas, en mi casa siempre me enseñaron que uno debe ser el único responsable de sus propios actos, aunque duela aceptarlo.
Decía el productor de televisión Federico Wilkins en una entrevista en 1999, que la frustración era el alimento diario de quien produce televisión…y vaya que tenía razón.
Por delante, siempre iba la incomprensión hacia lo que uno hace, conoce y domina, siempre ejercida, no en pocas ocasiones, por superiores que no tenían la menor idea de lo que es un productor.
Al enfrentarme a muchas situaciones, siempre pensaba en las palabras de Wilkins, y vaya que no estaba equivocado al definir de esa manera, el sentimiento de impotencia y al mismo tiempo, de desafío ante las circunstancias y sacar inmediatamente, otro proyecto para ofrecerlo a los ejecutivos del canal o a quien tenía la última palabra.
Han pasado 33 años desde aquel inicio en la Televisión, y en retrospectiva, creo que logré mucho más de lo que pensaba; siendo rebelde, contestatario, inconforme, incisivo, comprensivo, ambicioso; pero también, solidario, leal con las causas que me representaban y siempre deseoso de compartir en conocimiento y extender el legado de lo que es un productor. Fui testigo de muchas transiciones, principalmente las tecnológicas y desde luego, vi surgir buenos proyectos y caer otros tantos.
Hasta el sol se hace viejo. Debo ir preparado para el cierre de esta larga temporada, en la que mi creatividad, fue el principal motor para sortear problemas y seguir avanzando. Seguiré creando pero en otras trincheras, en otros ambientes e incluso, lejos de donde vivo actualmente y me he dado a la tarea de comenzar la preproducción del último capítulo de una etapa profesional en la que, desde los 17 hasta los 50 años de edad, no me detuvo ni la pandemia y mucho menos una enfermedad grave que me casi me lleva a hace 5 años.
Hay que hacer nuevas cosas, vivir de otra manera lo que nos reste de vida, no hay nada escrito y esta aventura que no está lejana, ya comienza a asomar en el horizonte. Definitivamente estamos en otro mundo, muy distinto a aquel lejano 1991, venga lo que venga, estoy seguro que me hará tan feliz, como lo que actualmente hago, pero con otro tipo de presiones, con nuevos personajes, con la prioridad de estar cerca de mis padres que ya son adultos mayores y vivir lo que reste de la vigencia que tengo marcada en este plano.
Lo que sí, es que cuando llegue el momento, no dejaré de ser productor; porque ya es algo genético en mí, implícito en mi personalidad y carácter. Estoy seguro que los nuevos aires, me darán la oportunidad de pensar más en mí. Así que, por ahí andaremos.