/ viernes 25 de septiembre de 2020

Casa de las ideas | Un completo desmadre

¡Santo Dios, qué tremenda situación de enredo y desbarajuste está viviendo nuestro país en estos momentos!

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Hace algunas semanas, desde que arrancó este atípico mes de septiembre, y de cara a los momentos que se avecinaban (por poner sólo dos ejemplos representativos, los diferentes eventos correspondientes a las fiestas patrias, y la ridícula rifa del avión presidencial que, tal como todas las personas medianamente inteligentes lo pronosticaban, fue un completo fracaso desde cualquier punto de vista) yo hubiera dicho que la situación política y social difícilmente podría ponerse peor en el país, derivada de la forma como han venido actuando los principales personajes que se mueven en las altas esferas de la política nacional, empezando por el espiripitifláutico number one que vive de gorra y muy choronamente en el nido que se mandó construir en Palacio Nacional; esa criatura de indescriptibles características que se ha dedicado a destruir sistemáticamente al país y sus instituciones, llevándonos de corbata a nosotros, hayamos o no votado por él.

Pero no… ¡Qué va! Los hechos, que no perdonan ni tienen compasión, han demostrado que su humilde servidor y desubicado amigo Chapo Romo estaba, como es su costumbre, rotunda y lastimosamente equivocado.

Dicho en términos coloquiales, para no variar estaba orinando fuera de la bacinica. López, y junto con él los demás barbajanes que lo acompañan y secundan en la conducción del carromato de la 4T, se encargaron de taparme la boca con varios puñados de sandeces y estupideces, que han roto todos los records de estulticia habidos y por haber.

Ante la mirada azorada de los millones de mexicanos que tenemos un poco de entendimiento, y una capacidad siquiera mínima para observar y analizar, la situación en el país ha terminado por salirse completamente de madre, y amenaza con acelerar su marcha fatal hacia el abismo que la gran mayoría de los mexicanos vemos aproximarse a gran velocidad.

Los acontecimientos han sido tan diversos, y se han sucedido con tan gran rapidez, que realmente es complicado evaluarlos con la debida serenidad y ecuanimidad, para no caer en la injusticia de los juicios apresurados, que nacen de la aversión y el repudio a un gobierno enloquecido y errático, que no ha tenido rumbo, ni pies ni cabeza, desde mucho antes de tomar el poder.

La pertinaz llovizna de tonterías, dislates y equivocaciones presidenciales se ha ido convirtiendo paulatinamente en una lluvia torrencial, y en estos momentos es ya un verdadero diluvio que ahoga al país, y a los ciudadanos que no alcanzamos cupo en la milagrosa arca salvadora. En ella sólo tuvieron cabida los lacayos, los sumisos y los que son incondicionales del Tlatoani tabasqueño. No hay día en que no recibamos una nueva ración de majaderías, de parte del tipo al que hace buen rato se me ocurrió denominar “El Atila de Macuspana”, en alusión a la increíble capacidad destructiva que ha mostrado a lo largo de sus casi dos años de lamentable gestión.

Las últimas dos semanas han sido ricas en demostraciones de la incurable demencia que padece López Obrador. Difiero radicalmente de quienes piensan que detrás de las abundantes e incesantes muestras de locura y de barbarie que ofrece el Presidente a los mexicanos, subyace una inteligencia diabólica, y que forma de un plan previamente diseñado para acaparar la atención de los medios impresos y electrónicos, de una estrategia para controlar la agenda noticiosa nacional.

“No hay loco que coma lumbre” reza un viejo y sabio refrán, y de acuerdo con él, me parece imposible creer que López —un loco que en sus giras por las ciudades y pueblos ha dado pruebas abundantes de su capacidad para ingerir de todo, incluso sapos y culebras— sea lo suficientemente goloso como para devorar también lumbre, o brasas ardiendo, que es lo que ha venido haciendo cada vez con más frecuencia y en mayor volumen.

La actuación de las Fuerzas Armadas del país, de las corporaciones policiacas y de la Guardia Nacional en las recientes confrontaciones con los diferentes grupos de ciudadanos inconformes, demuestran con absoluta claridad la capacidad represiva de un hombre que a lo largo de toda su vida política ha utilizado el activismo y la violencia, sea verbal o física, para conseguir sus propósitos.

Primero fue en Chihuahua, ante los agricultores que se manifestaron en contra de la entrega a EEUU del agua de la presa “La Boquilla”, y posteriormente en la Ciudad de México, ante los contingentes de la agrupación “Frena”, que aun no siendo santo de la devoción de muchos, tienen sin embargo legítimo derecho a manifestarse, como hemos visto que lo hicieron, en forma pacífica, en completo orden, sin actos vandálicos y sin violar ninguna disposición legal.

La errática, insensata y demencial manera de actuar del presidente López obligó recientemente a los líderes de Morena, el PT, el PES y el Verde Ecologista, a convocar a un cierre de filas en defensa de López y su maltrecha 4T, que se ha convertido no en sinónimo de la transformación prometida, sino de una destrucción que no tiene paralelo en la historia del México moderno.

Mientras el ambiente político y social se revuelve y enturbia cada día más y más en diferentes partes de este convulsionado país, las huestes morenistas han retomado el proceso de elección de su dirigencia, suspendido hace tiempo ante los actos de violencia que se habían dado en diferentes lugares del país entre los grupos de militantes belicosos e irreconciliables, incapaces de ponerse de acuerdo. Sólo que ahora parecen haberlo hecho bajo reglas diferentes, con las riendas bien jaladas y los bozales totalmente ajustados, de manera que nadie se salga del huacal.

Ante la cercanía de las elecciones de 2021, para López, el líder supremo y dueño absoluto del Movimiento (que no partido) de Regeneración Nacional, es de vida o muerte que se pacifiquen y se pongan de acuerdo, hasta donde sea posible, las hordas de militantes rijosos e incontrolables que no dejan de buscar que corra la sangre, sin importar que sea de los propios correligionarios.

La confusión que priva en el país en estos momentos, es como para dar miedo. Como dije en un principio, esto es un completo desmadre, valga la expresión.

Imaginen ustedes nada más que durante dos o tres días fue imposible saber con certeza si los contingentes de “Frena” que pretendían ocupar el Zócalo, lo habían logrado o se lo habían impedido las “heroicas” fuerzas del orden público enviadas por López, la Sheinbaum y Durazo para contenerlos.

Igual resultó imposible saber si las carpas que se instalaron en la Avenida Juárez estaban ocupadas o estaban vacías. Los medios impresos y electrónicos, controlados y domesticados casi en su totalidad por el gobierno federal, deliberadamente ocultaron la información, o la enredaron de tal forma que resultó imposible conocer la realidad, en tiempo real.

Sólo a través de las redes sociales, que ya dejaron de ser benditas para López y sus secuaces, para convertirse en herramientas malditas e inaceptables, pudimos tener atisbos de lo que estaba ocurriendo, allá en la Ciudad de México.

Y un país que carece de medios de comunicación libres y confiables, es presa fácil del autoritarismo y de la represión oficial. Un país sin libertad de expresión es un país irremediablemente mudo, ciego y sordo, sin capacidad alguna para responder y reaccionar, ante las agresiones y la evidente pérdida de los más elementales derechos humanos y las garantías individuales, sin las cuales los ciudadanos nos convertimos en seres débiles e indefensos ante los desplantes autoritarios de los tiranos que tienen los pies de barro, y el corazón de chacal.

¡Santo Dios, qué tremenda situación de enredo y desbarajuste está viviendo nuestro país en estos momentos!

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Hace algunas semanas, desde que arrancó este atípico mes de septiembre, y de cara a los momentos que se avecinaban (por poner sólo dos ejemplos representativos, los diferentes eventos correspondientes a las fiestas patrias, y la ridícula rifa del avión presidencial que, tal como todas las personas medianamente inteligentes lo pronosticaban, fue un completo fracaso desde cualquier punto de vista) yo hubiera dicho que la situación política y social difícilmente podría ponerse peor en el país, derivada de la forma como han venido actuando los principales personajes que se mueven en las altas esferas de la política nacional, empezando por el espiripitifláutico number one que vive de gorra y muy choronamente en el nido que se mandó construir en Palacio Nacional; esa criatura de indescriptibles características que se ha dedicado a destruir sistemáticamente al país y sus instituciones, llevándonos de corbata a nosotros, hayamos o no votado por él.

Pero no… ¡Qué va! Los hechos, que no perdonan ni tienen compasión, han demostrado que su humilde servidor y desubicado amigo Chapo Romo estaba, como es su costumbre, rotunda y lastimosamente equivocado.

Dicho en términos coloquiales, para no variar estaba orinando fuera de la bacinica. López, y junto con él los demás barbajanes que lo acompañan y secundan en la conducción del carromato de la 4T, se encargaron de taparme la boca con varios puñados de sandeces y estupideces, que han roto todos los records de estulticia habidos y por haber.

Ante la mirada azorada de los millones de mexicanos que tenemos un poco de entendimiento, y una capacidad siquiera mínima para observar y analizar, la situación en el país ha terminado por salirse completamente de madre, y amenaza con acelerar su marcha fatal hacia el abismo que la gran mayoría de los mexicanos vemos aproximarse a gran velocidad.

Los acontecimientos han sido tan diversos, y se han sucedido con tan gran rapidez, que realmente es complicado evaluarlos con la debida serenidad y ecuanimidad, para no caer en la injusticia de los juicios apresurados, que nacen de la aversión y el repudio a un gobierno enloquecido y errático, que no ha tenido rumbo, ni pies ni cabeza, desde mucho antes de tomar el poder.

La pertinaz llovizna de tonterías, dislates y equivocaciones presidenciales se ha ido convirtiendo paulatinamente en una lluvia torrencial, y en estos momentos es ya un verdadero diluvio que ahoga al país, y a los ciudadanos que no alcanzamos cupo en la milagrosa arca salvadora. En ella sólo tuvieron cabida los lacayos, los sumisos y los que son incondicionales del Tlatoani tabasqueño. No hay día en que no recibamos una nueva ración de majaderías, de parte del tipo al que hace buen rato se me ocurrió denominar “El Atila de Macuspana”, en alusión a la increíble capacidad destructiva que ha mostrado a lo largo de sus casi dos años de lamentable gestión.

Las últimas dos semanas han sido ricas en demostraciones de la incurable demencia que padece López Obrador. Difiero radicalmente de quienes piensan que detrás de las abundantes e incesantes muestras de locura y de barbarie que ofrece el Presidente a los mexicanos, subyace una inteligencia diabólica, y que forma de un plan previamente diseñado para acaparar la atención de los medios impresos y electrónicos, de una estrategia para controlar la agenda noticiosa nacional.

“No hay loco que coma lumbre” reza un viejo y sabio refrán, y de acuerdo con él, me parece imposible creer que López —un loco que en sus giras por las ciudades y pueblos ha dado pruebas abundantes de su capacidad para ingerir de todo, incluso sapos y culebras— sea lo suficientemente goloso como para devorar también lumbre, o brasas ardiendo, que es lo que ha venido haciendo cada vez con más frecuencia y en mayor volumen.

La actuación de las Fuerzas Armadas del país, de las corporaciones policiacas y de la Guardia Nacional en las recientes confrontaciones con los diferentes grupos de ciudadanos inconformes, demuestran con absoluta claridad la capacidad represiva de un hombre que a lo largo de toda su vida política ha utilizado el activismo y la violencia, sea verbal o física, para conseguir sus propósitos.

Primero fue en Chihuahua, ante los agricultores que se manifestaron en contra de la entrega a EEUU del agua de la presa “La Boquilla”, y posteriormente en la Ciudad de México, ante los contingentes de la agrupación “Frena”, que aun no siendo santo de la devoción de muchos, tienen sin embargo legítimo derecho a manifestarse, como hemos visto que lo hicieron, en forma pacífica, en completo orden, sin actos vandálicos y sin violar ninguna disposición legal.

La errática, insensata y demencial manera de actuar del presidente López obligó recientemente a los líderes de Morena, el PT, el PES y el Verde Ecologista, a convocar a un cierre de filas en defensa de López y su maltrecha 4T, que se ha convertido no en sinónimo de la transformación prometida, sino de una destrucción que no tiene paralelo en la historia del México moderno.

Mientras el ambiente político y social se revuelve y enturbia cada día más y más en diferentes partes de este convulsionado país, las huestes morenistas han retomado el proceso de elección de su dirigencia, suspendido hace tiempo ante los actos de violencia que se habían dado en diferentes lugares del país entre los grupos de militantes belicosos e irreconciliables, incapaces de ponerse de acuerdo. Sólo que ahora parecen haberlo hecho bajo reglas diferentes, con las riendas bien jaladas y los bozales totalmente ajustados, de manera que nadie se salga del huacal.

Ante la cercanía de las elecciones de 2021, para López, el líder supremo y dueño absoluto del Movimiento (que no partido) de Regeneración Nacional, es de vida o muerte que se pacifiquen y se pongan de acuerdo, hasta donde sea posible, las hordas de militantes rijosos e incontrolables que no dejan de buscar que corra la sangre, sin importar que sea de los propios correligionarios.

La confusión que priva en el país en estos momentos, es como para dar miedo. Como dije en un principio, esto es un completo desmadre, valga la expresión.

Imaginen ustedes nada más que durante dos o tres días fue imposible saber con certeza si los contingentes de “Frena” que pretendían ocupar el Zócalo, lo habían logrado o se lo habían impedido las “heroicas” fuerzas del orden público enviadas por López, la Sheinbaum y Durazo para contenerlos.

Igual resultó imposible saber si las carpas que se instalaron en la Avenida Juárez estaban ocupadas o estaban vacías. Los medios impresos y electrónicos, controlados y domesticados casi en su totalidad por el gobierno federal, deliberadamente ocultaron la información, o la enredaron de tal forma que resultó imposible conocer la realidad, en tiempo real.

Sólo a través de las redes sociales, que ya dejaron de ser benditas para López y sus secuaces, para convertirse en herramientas malditas e inaceptables, pudimos tener atisbos de lo que estaba ocurriendo, allá en la Ciudad de México.

Y un país que carece de medios de comunicación libres y confiables, es presa fácil del autoritarismo y de la represión oficial. Un país sin libertad de expresión es un país irremediablemente mudo, ciego y sordo, sin capacidad alguna para responder y reaccionar, ante las agresiones y la evidente pérdida de los más elementales derechos humanos y las garantías individuales, sin las cuales los ciudadanos nos convertimos en seres débiles e indefensos ante los desplantes autoritarios de los tiranos que tienen los pies de barro, y el corazón de chacal.