/ viernes 9 de febrero de 2024

Casos y cosas de la experiencia | Alegría de vivir

“Las almas que se encuentran y se reconocen, nunca se sueltan; ni con la distancia, ni con el silencio, ni con las vueltas que da la vida”: Mario Benedetti

Si le tienes miedo al abandono, ¿qué haces para escapar de él? Sin lugar a duda has ensayado diversas formas de sortearlo, y finalmente sucumbes a su presión. Existen necesidades básicas que apremian gratificación, para sentirnos plenos y seguros.

Podemos identificar, vía nuestras experiencias, lo que hacemos regularmente para cubrir ciertas necesidades básicas como la atención, aprobación-reconocimiento y el afecto. Para hacerlo, nos exponemos a sufrir múltiples “fracasos”, y así lacerar nuestra autoestima. O bien descubrimos lo que hay que hacer y en quien convertirnos, para obtener la satisfacción. El detalle es que, en ocasiones, hacemos cosas que nos provocan más daño y no podemos salir de ese bucle.

Creemos que tenemos que hacer tal o cual cosa para que nos atiendan, aprueben o amen. Cuidado, cuando “toda nuestra vida” está en manos de otros, pues ellos demandan que cumplamos sus expectativas. Recuerda, tú estarás contigo toda tu vida, las demás relaciones que tengas algún día concluirán. Muchas veces nos colocamos una etiqueta como resultado de las expectativas de otros y, por tanto, debemos desempeñar ciertos roles para obtener esa gratificación y lo que tanto anhelamos: atención, aprobación y afecto.

Por consiguiente, ¿cómo puedes cuidarte cariñosamente, de forma incondicional y sincera? Indaga en tu infancia y reconoce los mensajes que instalaron en ti, por ejemplo: el momento en que acabó tu infancia; cuando empezó la tarea de cuidar o proteger a alguien. Pregúntate si te olvidaste de ti o jugaste varios roles. Si olvidaste la alegría de vivir y amar por cumplir expectativas de otros. También ¿qué necesitas y qué puedes hacer por ti?

No pasa nada por ser egoísta, es decir, por amarte y cuidar de ti. En múltiples ocasiones rebosamos de generosidad para los demás y nos olvidamos de nosotros mismos. A la postre, eso nos generará resentimiento e insatisfacción. Por tanto, hay que amarnos, ser generosos y compasivos con los otros, pero también con nosotros.

Esto nos conduce a solicitar acompañamiento y apoyo, es decir, pedir ayuda. Eso implica cuidarnos en todo momento, para servir plenamente a los demás. Es clave ser generoso y compasivo, sin embargo, no podremos ayudar a nadie si hay desinterés por nosotros. La alegría de vivir y amar es un derecho universal; es una oportunidad de ser libre asumiendo la responsabilidad de ser quien soy.

No canjees tu esencia por migajas de atención, aprobación y afecto. Aprovecha tu autoconocimiento, y date tiempo para sentir y disfrutar la alegría de vivir. Por ejemplo, goza del agua que corre por tu cuerpo al bañarte; saborea ese café matutino; el beso y abrazo de tu ser querido; la sonrisa de cualquier persona que circule a tu alrededor; goza la risa de los pequeños o de un chiste que te hayan contado; deléitate con el perfume de las personas que caminan a tu lado, entre otras cosas.

Trabaja en lo que te apasiona, explora los juegos que te nutren —lotería, cartas, ajedrez, dominó—, cuida tus plantas, canta y baila tus canciones preferidas y no olvides darte amor y cuidado. Busca las oportunidades de conexión y contacto con las personas que nutren tu vida. Invierte en tu cuenta bancaria emocional, para que cada día disfrutes la alegría de vivir y amar.

Es mucho lo que podemos hacer por nosotros. Cada día tenemos la oportunidad de ser lo que queremos ser, y agradecer las múltiples experiencias vividas en compañía de otras personas. Como dice Benedetti: “Las almas que se encuentran y se reconocen, nunca se sueltan; ni con la distancia, ni con el silencio, ni con las vueltas que da la vida”.

Por un mundo de esperanza y paz. Buen fin de semana. Año 2024

“Las almas que se encuentran y se reconocen, nunca se sueltan; ni con la distancia, ni con el silencio, ni con las vueltas que da la vida”: Mario Benedetti

Si le tienes miedo al abandono, ¿qué haces para escapar de él? Sin lugar a duda has ensayado diversas formas de sortearlo, y finalmente sucumbes a su presión. Existen necesidades básicas que apremian gratificación, para sentirnos plenos y seguros.

Podemos identificar, vía nuestras experiencias, lo que hacemos regularmente para cubrir ciertas necesidades básicas como la atención, aprobación-reconocimiento y el afecto. Para hacerlo, nos exponemos a sufrir múltiples “fracasos”, y así lacerar nuestra autoestima. O bien descubrimos lo que hay que hacer y en quien convertirnos, para obtener la satisfacción. El detalle es que, en ocasiones, hacemos cosas que nos provocan más daño y no podemos salir de ese bucle.

Creemos que tenemos que hacer tal o cual cosa para que nos atiendan, aprueben o amen. Cuidado, cuando “toda nuestra vida” está en manos de otros, pues ellos demandan que cumplamos sus expectativas. Recuerda, tú estarás contigo toda tu vida, las demás relaciones que tengas algún día concluirán. Muchas veces nos colocamos una etiqueta como resultado de las expectativas de otros y, por tanto, debemos desempeñar ciertos roles para obtener esa gratificación y lo que tanto anhelamos: atención, aprobación y afecto.

Por consiguiente, ¿cómo puedes cuidarte cariñosamente, de forma incondicional y sincera? Indaga en tu infancia y reconoce los mensajes que instalaron en ti, por ejemplo: el momento en que acabó tu infancia; cuando empezó la tarea de cuidar o proteger a alguien. Pregúntate si te olvidaste de ti o jugaste varios roles. Si olvidaste la alegría de vivir y amar por cumplir expectativas de otros. También ¿qué necesitas y qué puedes hacer por ti?

No pasa nada por ser egoísta, es decir, por amarte y cuidar de ti. En múltiples ocasiones rebosamos de generosidad para los demás y nos olvidamos de nosotros mismos. A la postre, eso nos generará resentimiento e insatisfacción. Por tanto, hay que amarnos, ser generosos y compasivos con los otros, pero también con nosotros.

Esto nos conduce a solicitar acompañamiento y apoyo, es decir, pedir ayuda. Eso implica cuidarnos en todo momento, para servir plenamente a los demás. Es clave ser generoso y compasivo, sin embargo, no podremos ayudar a nadie si hay desinterés por nosotros. La alegría de vivir y amar es un derecho universal; es una oportunidad de ser libre asumiendo la responsabilidad de ser quien soy.

No canjees tu esencia por migajas de atención, aprobación y afecto. Aprovecha tu autoconocimiento, y date tiempo para sentir y disfrutar la alegría de vivir. Por ejemplo, goza del agua que corre por tu cuerpo al bañarte; saborea ese café matutino; el beso y abrazo de tu ser querido; la sonrisa de cualquier persona que circule a tu alrededor; goza la risa de los pequeños o de un chiste que te hayan contado; deléitate con el perfume de las personas que caminan a tu lado, entre otras cosas.

Trabaja en lo que te apasiona, explora los juegos que te nutren —lotería, cartas, ajedrez, dominó—, cuida tus plantas, canta y baila tus canciones preferidas y no olvides darte amor y cuidado. Busca las oportunidades de conexión y contacto con las personas que nutren tu vida. Invierte en tu cuenta bancaria emocional, para que cada día disfrutes la alegría de vivir y amar.

Es mucho lo que podemos hacer por nosotros. Cada día tenemos la oportunidad de ser lo que queremos ser, y agradecer las múltiples experiencias vividas en compañía de otras personas. Como dice Benedetti: “Las almas que se encuentran y se reconocen, nunca se sueltan; ni con la distancia, ni con el silencio, ni con las vueltas que da la vida”.

Por un mundo de esperanza y paz. Buen fin de semana. Año 2024