/ viernes 21 de agosto de 2020

Casos y cosas de la experiencia | El reto actual: hacer contacto con el estudiante

“Un encuentro verdadero, que
fomente una relación desde un
encuentro mutuo, en el cual, el único
propósito sea co-crear aprendizaje”
(JILA, 2020).

Ahora que estoy en contacto con los estudiantes universitarios, he revelado parte de mi privacidad, pues abrí la ventana de mi hogar, para compartir espacios íntimos, tiempo y reflexiones; a su vez, ellos también exponen su espacio y lugar, convertido ahora en aula virtual, en cada encuentro y sesión de clase.

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En un par de semanas hemos superado algunas vicisitudes tecnológicas y logrado hazañas para mantener el contacto de la clase. Soy testigo de su ansiedad, estrés y preocupación por resolver sus dudas e inquietudes sobre los temas que compartimos.

Después de algunas sesiones, he reflexionado sobre la educación a distancia, la presencial y la virtual. Es indudable que esta última es un desafío enorme, pues requiere de habilidades finas para atraer, desarrollar y retener al estudiante en el proceso de enseñanza-aprendizaje.

Necesitamos planear las sesiones de acuerdo con la nueva tecnología y los contenidos que dictan las demandas del entorno. Ante esto, confieso que me atrae más ver a Clodomira, mi planta que acompaña mis días y momentos de meditación y relajación.

Esta pandemia nos ha vuelto vulnerables en muchos ámbitos; la educación de las nuevas generaciones de mexicanos no es la excepción. Requerimos velocidad de respuesta, que debe ser concreta y puntual, para asegurar el aprendizaje en los estudiantes y docentes y, como parte de estos últimos, he tenido que romper mis esquemas, arriesgarme a incorporar tecnologías que no conocía y dedicar tiempo y esfuerzo para adquirir los conocimientos, habilidades y destrezas que demanda el proceso de enseñanza-aprendizaje, según la nueva modalidad.

Es urgente atender las necesidades de la población en este sector, pues he vivido de cerca con los estudiantes sus dificultades para la conexión, los gastos adicionales que implica el servicio de telefonía para seguir la clase. Algunos viven en lugares remotos, donde la señal no es favorable, y otros carecen del equipo suficiente para estar presentes en clase, pues lo comparten con la familia.

La pandemia ha puesto al descubierto muchos aspectos de nuestra educación nacional. Nos ha atrapado y hemos reaccionado de una forma tal que pretendemos resolver el problema con las mismas herramientas. ¿Acaso todas las familias tienen computadoras o tabletas suficientes para cumplir con nuestra formación educativa?

Cierto es que la labor del docente es clave para el proceso de enseñanza-aprendizaje. La otra parte crucial es el involucramiento y compromiso del estudiante, por ello es vital que haya contacto entre ellos, para favorecer un clima de participación activa donde reine la iniciativa, creatividad y pasión por aprender.

Resulta esperanzador ver el compromiso docente-estudiante para sortear los obstáculos, porque ahora no tenemos aulas físicas y bibliotecas, tampoco la tecnología requerida ni la preparación adecuada de docentes y estudiantes en el manejo de tecnología nueva para la educación, el proceso de comunicación-diálogo y la generación de estrategias para el trabajo colaborativo y las formas nuevas para evaluar el aprendizaje.

Me pregunto si los docentes serán requeridos en un futuro cercano. Si la respuesta es afirmativa, y así lo creo, tendrán que cubrir un perfil diferente, lo que modifica el rol que han tenido hasta ahora. Esto me recuerda la lectura de Sálvese quien pueda, de Andrés Openheimer (2018), quien señala: “Los docentes dejarán de enseñar de forma tradicional y se convertirán en motivadores, consejeros y terapeutas personales que ayudan a encontrar la pasión, fomentar la curiosidad, inculcar la perseverancia, la ética, la empatía y el trabajo en equipo. A través de la realidad virtual se revolucionará la enseñanza enfocada hacia el aprendizaje y las universidades serán un 50% presencial y 50% en línea, en un aprendizaje continuo, para toda la vida”.

Por consiguiente, nuestra labor será primordial y para ello es preciso aprender a hacer contacto con el estudiante. Eso implicará desarrollar nuestra inteligencia emocional, porque seguro que contamos con conocimientos y experiencias, sólo que demandará flexibilidad, creatividad y pasión por enseñar, para acompañar a los estudiantes.

Aún me revolotean en la mente varias ideas sobre el tema en cuestión, que procesaré para compartirlas contigo. Es preciso que nos interesemos en aportar ideas para adaptarnos al nuevo modelo educativo que requiere México. No podemos improvisar, necesitamos encontrar el camino y los medios para ser un país altamente calificado y con una mentalidad nueva.

Buen fin de semana… Quédate en casa y hablemos de Convida-20.

“Un encuentro verdadero, que
fomente una relación desde un
encuentro mutuo, en el cual, el único
propósito sea co-crear aprendizaje”
(JILA, 2020).

Ahora que estoy en contacto con los estudiantes universitarios, he revelado parte de mi privacidad, pues abrí la ventana de mi hogar, para compartir espacios íntimos, tiempo y reflexiones; a su vez, ellos también exponen su espacio y lugar, convertido ahora en aula virtual, en cada encuentro y sesión de clase.

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En un par de semanas hemos superado algunas vicisitudes tecnológicas y logrado hazañas para mantener el contacto de la clase. Soy testigo de su ansiedad, estrés y preocupación por resolver sus dudas e inquietudes sobre los temas que compartimos.

Después de algunas sesiones, he reflexionado sobre la educación a distancia, la presencial y la virtual. Es indudable que esta última es un desafío enorme, pues requiere de habilidades finas para atraer, desarrollar y retener al estudiante en el proceso de enseñanza-aprendizaje.

Necesitamos planear las sesiones de acuerdo con la nueva tecnología y los contenidos que dictan las demandas del entorno. Ante esto, confieso que me atrae más ver a Clodomira, mi planta que acompaña mis días y momentos de meditación y relajación.

Esta pandemia nos ha vuelto vulnerables en muchos ámbitos; la educación de las nuevas generaciones de mexicanos no es la excepción. Requerimos velocidad de respuesta, que debe ser concreta y puntual, para asegurar el aprendizaje en los estudiantes y docentes y, como parte de estos últimos, he tenido que romper mis esquemas, arriesgarme a incorporar tecnologías que no conocía y dedicar tiempo y esfuerzo para adquirir los conocimientos, habilidades y destrezas que demanda el proceso de enseñanza-aprendizaje, según la nueva modalidad.

Es urgente atender las necesidades de la población en este sector, pues he vivido de cerca con los estudiantes sus dificultades para la conexión, los gastos adicionales que implica el servicio de telefonía para seguir la clase. Algunos viven en lugares remotos, donde la señal no es favorable, y otros carecen del equipo suficiente para estar presentes en clase, pues lo comparten con la familia.

La pandemia ha puesto al descubierto muchos aspectos de nuestra educación nacional. Nos ha atrapado y hemos reaccionado de una forma tal que pretendemos resolver el problema con las mismas herramientas. ¿Acaso todas las familias tienen computadoras o tabletas suficientes para cumplir con nuestra formación educativa?

Cierto es que la labor del docente es clave para el proceso de enseñanza-aprendizaje. La otra parte crucial es el involucramiento y compromiso del estudiante, por ello es vital que haya contacto entre ellos, para favorecer un clima de participación activa donde reine la iniciativa, creatividad y pasión por aprender.

Resulta esperanzador ver el compromiso docente-estudiante para sortear los obstáculos, porque ahora no tenemos aulas físicas y bibliotecas, tampoco la tecnología requerida ni la preparación adecuada de docentes y estudiantes en el manejo de tecnología nueva para la educación, el proceso de comunicación-diálogo y la generación de estrategias para el trabajo colaborativo y las formas nuevas para evaluar el aprendizaje.

Me pregunto si los docentes serán requeridos en un futuro cercano. Si la respuesta es afirmativa, y así lo creo, tendrán que cubrir un perfil diferente, lo que modifica el rol que han tenido hasta ahora. Esto me recuerda la lectura de Sálvese quien pueda, de Andrés Openheimer (2018), quien señala: “Los docentes dejarán de enseñar de forma tradicional y se convertirán en motivadores, consejeros y terapeutas personales que ayudan a encontrar la pasión, fomentar la curiosidad, inculcar la perseverancia, la ética, la empatía y el trabajo en equipo. A través de la realidad virtual se revolucionará la enseñanza enfocada hacia el aprendizaje y las universidades serán un 50% presencial y 50% en línea, en un aprendizaje continuo, para toda la vida”.

Por consiguiente, nuestra labor será primordial y para ello es preciso aprender a hacer contacto con el estudiante. Eso implicará desarrollar nuestra inteligencia emocional, porque seguro que contamos con conocimientos y experiencias, sólo que demandará flexibilidad, creatividad y pasión por enseñar, para acompañar a los estudiantes.

Aún me revolotean en la mente varias ideas sobre el tema en cuestión, que procesaré para compartirlas contigo. Es preciso que nos interesemos en aportar ideas para adaptarnos al nuevo modelo educativo que requiere México. No podemos improvisar, necesitamos encontrar el camino y los medios para ser un país altamente calificado y con una mentalidad nueva.

Buen fin de semana… Quédate en casa y hablemos de Convida-20.