/ viernes 13 de enero de 2023

Cóncavo y diverso | El dinero no es la vida, pero cómo calma los nervios: María Félix

Mucha razón tenía la diva del cine nacional en su época de oro, ella defendía que si bien la libertad financiera no era la felicidad, se le parecía mucho, o como dice un dicho francés, no es lo mismo llorar frente a una taza de café, que frente a una copa de champagne.

Lo que se trata de expresar con estas frases famosas es que la economía individual sí es muy relevante en la vida de cada persona, en especial en los tiempos que corren, donde todas las necesidades básicas se cubren con el necesario dinero, al que debemos ver como un aliado y más que eso, como una herramienta para vivir una vida mejor.

Al dinero también se le ha demonizado como el causante de muchos o de todos los males del mundo, más personas de la que creemos opinan que el dinero echa a perder a la gente, eso no es verdad, lo que sucede es que el dinero, de acuerdo a como lo usamos, se convierte en algo muy benéfico o en algo definitivamente maléfico, y no es el dinero en sí, es como lo percibimos y en quién y cómo nos transformamos a través de su uso.

Veamos diferentes enfoques. Repito, el dinero es solo una herramienta para adquirir bienes y servicios necesarios para vivir el día a día; cómo hacemos uso de este instrumento de valor es lo que hace la diferencia en nuestra vida.

Existen aquellas personas cuyo único objetivo es obtenerlo, de cualquier forma y contra viento y marea, bajo esta condición el sujeto no es el dueño del dinero, sino al contrario, el dinero se ha apropiado de él. En algunas circunstancias lo atesora sin disfrutar los privilegios que otorga, son aquellos seres a los que definimos como avaros; en otros casos los dueños del valioso metal los despilfarran comprando sin ton ni son aquellas cosas que en última instancia no necesitan, lo que los lleva en muchas ocasiones al empobrecimiento.

Estos son dos extremos de una misma línea de acción que se basa en nuestra relación con el capital del que disponemos, pero por fortuna existen en medio de esta línea de gestión muchos niveles y grados, en estos intermedios es donde nos encontramos la mayoría de las personas, desarrollando diferentes actividades para obtenerlo y decidir sobre él.

El problema en nuestro país es que esa mayoría, las más de las veces, desconoce cómo manejarlo para su beneficio directo, es decir, no sabemos operar el dinero a nuestro alcance ni para obtenerlo ni tampoco para gastarlo.

Existe un alto grado de desconocimiento de todo lo que podemos hacer con el patrimonio personal y familiar, nos falta a los mexicanos una gran cantidad de cultura financiera que nos permita que el capital trabaje para nosotros en vez de que nosotros trabajemos para conseguirlo.

Es imperativo que desde la escuela primaria les den a niñas y niños, las bases económicas para aprender a obtener y usar el dinero de una manera inteligente y serena, hablarles de su importancia, pero sobre todo habilitarlos para hacerlo crecer de la mejor manera posible, sin endiosar al instrumento y tampoco satanizarlo.

Si desde jóvenes se aprende sobre las mil maneras de invertir para obtener mejores rendimientos, desde el conocimiento del valor de los bienes raíces, hasta el manejo de las diferentes bolsas de valores en distintos países del orbe, pasando por la tecnología digital que ahora ofrece plataformas que asesoran en materia financiera para expandir los capitales; lo que obtendremos será una comunidad fuerte económicamente que no temerá a su futuro, ni esperara con los dedos cruzados la posibilidad de pensionarse o jubilarse institucionalmente, porque lo habrán hecho por ellos mismos.

La salud económica de un país se debe basar en la salud financiera de su ciudadanía, donde mujeres y hombres desarrollemos todo nuestro potencial, todas nuestras capacidades, y por ello obtener la mayor retribución posible por lo valioso que ofrecemos a la sociedad y que esa capitalización nos permita por medio del uso de los instrumentos financieros adecuados multiplicar nuestros ingresos, y vivir así una vida plena, sin la espada de Damocles en la cabeza que nos genera la incertidumbre económica personal.

Mucha razón tenía la diva del cine nacional en su época de oro, ella defendía que si bien la libertad financiera no era la felicidad, se le parecía mucho, o como dice un dicho francés, no es lo mismo llorar frente a una taza de café, que frente a una copa de champagne.

Lo que se trata de expresar con estas frases famosas es que la economía individual sí es muy relevante en la vida de cada persona, en especial en los tiempos que corren, donde todas las necesidades básicas se cubren con el necesario dinero, al que debemos ver como un aliado y más que eso, como una herramienta para vivir una vida mejor.

Al dinero también se le ha demonizado como el causante de muchos o de todos los males del mundo, más personas de la que creemos opinan que el dinero echa a perder a la gente, eso no es verdad, lo que sucede es que el dinero, de acuerdo a como lo usamos, se convierte en algo muy benéfico o en algo definitivamente maléfico, y no es el dinero en sí, es como lo percibimos y en quién y cómo nos transformamos a través de su uso.

Veamos diferentes enfoques. Repito, el dinero es solo una herramienta para adquirir bienes y servicios necesarios para vivir el día a día; cómo hacemos uso de este instrumento de valor es lo que hace la diferencia en nuestra vida.

Existen aquellas personas cuyo único objetivo es obtenerlo, de cualquier forma y contra viento y marea, bajo esta condición el sujeto no es el dueño del dinero, sino al contrario, el dinero se ha apropiado de él. En algunas circunstancias lo atesora sin disfrutar los privilegios que otorga, son aquellos seres a los que definimos como avaros; en otros casos los dueños del valioso metal los despilfarran comprando sin ton ni son aquellas cosas que en última instancia no necesitan, lo que los lleva en muchas ocasiones al empobrecimiento.

Estos son dos extremos de una misma línea de acción que se basa en nuestra relación con el capital del que disponemos, pero por fortuna existen en medio de esta línea de gestión muchos niveles y grados, en estos intermedios es donde nos encontramos la mayoría de las personas, desarrollando diferentes actividades para obtenerlo y decidir sobre él.

El problema en nuestro país es que esa mayoría, las más de las veces, desconoce cómo manejarlo para su beneficio directo, es decir, no sabemos operar el dinero a nuestro alcance ni para obtenerlo ni tampoco para gastarlo.

Existe un alto grado de desconocimiento de todo lo que podemos hacer con el patrimonio personal y familiar, nos falta a los mexicanos una gran cantidad de cultura financiera que nos permita que el capital trabaje para nosotros en vez de que nosotros trabajemos para conseguirlo.

Es imperativo que desde la escuela primaria les den a niñas y niños, las bases económicas para aprender a obtener y usar el dinero de una manera inteligente y serena, hablarles de su importancia, pero sobre todo habilitarlos para hacerlo crecer de la mejor manera posible, sin endiosar al instrumento y tampoco satanizarlo.

Si desde jóvenes se aprende sobre las mil maneras de invertir para obtener mejores rendimientos, desde el conocimiento del valor de los bienes raíces, hasta el manejo de las diferentes bolsas de valores en distintos países del orbe, pasando por la tecnología digital que ahora ofrece plataformas que asesoran en materia financiera para expandir los capitales; lo que obtendremos será una comunidad fuerte económicamente que no temerá a su futuro, ni esperara con los dedos cruzados la posibilidad de pensionarse o jubilarse institucionalmente, porque lo habrán hecho por ellos mismos.

La salud económica de un país se debe basar en la salud financiera de su ciudadanía, donde mujeres y hombres desarrollemos todo nuestro potencial, todas nuestras capacidades, y por ello obtener la mayor retribución posible por lo valioso que ofrecemos a la sociedad y que esa capitalización nos permita por medio del uso de los instrumentos financieros adecuados multiplicar nuestros ingresos, y vivir así una vida plena, sin la espada de Damocles en la cabeza que nos genera la incertidumbre económica personal.