/ viernes 22 de noviembre de 2019

Casos y cosas de la experiencia | Amor y sexualidad en la pareja

“Cada pareja establece un acuerdo o contrato, una forma de vincularse y comprometerse”.

La tarde estaba nublada y fresca, invitaba a la reflexión y, para continuar con lo abordado en mi entrega anterior, me concentré en el tema de la sexualidad en la pareja. Esto me condujo a revisar algunas lecturas y apoyarme también en la experiencia psicoterapéutica.

— Hemos llegado al punto en que tenemos una buena relación, compartimos algunas ideas y valores, existe una conexión espiritual adecuada, sin embargo no hay atracción sexual, ni deseo. Es decir, somos buenos amigos, pero es imposible ser amantes pues no hay química.

Esta relación es contraria a aquélla donde existe atracción erótica, pero no hay puntos en común, y la comunicación deja mucho qué desear; se trata de buenos amantes, pero carentes de amistad. La situación me evoca las ideas expresadas por R. Sternberg, Fina Sanz y Jorge Bucay, entre otros expertos, que hablan de la pareja y sus vicisitudes.

Ciertamente existe la pareja con atracción sexual, buena comunicación y disposición para compartir temas comunes. Entonces, establece una relación de amantes y amigos, que se fortalece. La profundidad de un vínculo así —de amistad y amor— conduce a la pareja a compartir un sentimiento amoroso. Además, existe aquélla en la que los integrantes no son amigos y tampoco amantes, sino que más bien se caracteriza por compartir otros intereses, como lugares, aficiones, etcétera.

En verdad es “difícil” vivir en una relación, porque nos lleva a considerar dos aspectos: la falta de amor a sí mismo, que entraña un aprendizaje vital —no podemos dar lo que no tenemos, ni enseñar lo que desconocemos—, y el no saber cómo dar y recibir amor.

¿Qué nos ayuda a amar y respetar a los demás? El amor y respeto a nosotros mismos. En la consulta he escuchado revelaciones como las siguientes:

—“Estoy desesperado(a), ya no siento amor por él/ella. Creo que necesito expresar esto con toda la claridad que implica, solo que tengo miedo”.

—“Vivimos como compañeros de cuarto, no me toca ni lo toco. Parece que el amor se fue hace mucho tiempo. Me resulta difícil vivir así. A veces me pregunto si alguna vez me amó o lo amé”.

La persona que no se ama podría tener dificultades para aceptar que puede ser amada de forma libre y gratuita. Podría creer que no se lo merece y esto afectaría sus relaciones interpersonales. En cambio, el sentimiento de amor a sí misma le ayuda a su crecimiento personal y así se manifiesta digna de ese amor compartido.

Por ello cada pareja establece un acuerdo o contrato, una forma de vincularse y comprometerse. Y, ¿qué sucede en una relación de amor sin sexo?

En la próxima entrega reflexionaré sobre este aspecto.

Buen fin de semana.

José Ignacio Lovio Arvizu. Psicólogo y psicoterapeuta.

ignacio.lovio@gmail.com

“Cada pareja establece un acuerdo o contrato, una forma de vincularse y comprometerse”.

La tarde estaba nublada y fresca, invitaba a la reflexión y, para continuar con lo abordado en mi entrega anterior, me concentré en el tema de la sexualidad en la pareja. Esto me condujo a revisar algunas lecturas y apoyarme también en la experiencia psicoterapéutica.

— Hemos llegado al punto en que tenemos una buena relación, compartimos algunas ideas y valores, existe una conexión espiritual adecuada, sin embargo no hay atracción sexual, ni deseo. Es decir, somos buenos amigos, pero es imposible ser amantes pues no hay química.

Esta relación es contraria a aquélla donde existe atracción erótica, pero no hay puntos en común, y la comunicación deja mucho qué desear; se trata de buenos amantes, pero carentes de amistad. La situación me evoca las ideas expresadas por R. Sternberg, Fina Sanz y Jorge Bucay, entre otros expertos, que hablan de la pareja y sus vicisitudes.

Ciertamente existe la pareja con atracción sexual, buena comunicación y disposición para compartir temas comunes. Entonces, establece una relación de amantes y amigos, que se fortalece. La profundidad de un vínculo así —de amistad y amor— conduce a la pareja a compartir un sentimiento amoroso. Además, existe aquélla en la que los integrantes no son amigos y tampoco amantes, sino que más bien se caracteriza por compartir otros intereses, como lugares, aficiones, etcétera.

En verdad es “difícil” vivir en una relación, porque nos lleva a considerar dos aspectos: la falta de amor a sí mismo, que entraña un aprendizaje vital —no podemos dar lo que no tenemos, ni enseñar lo que desconocemos—, y el no saber cómo dar y recibir amor.

¿Qué nos ayuda a amar y respetar a los demás? El amor y respeto a nosotros mismos. En la consulta he escuchado revelaciones como las siguientes:

—“Estoy desesperado(a), ya no siento amor por él/ella. Creo que necesito expresar esto con toda la claridad que implica, solo que tengo miedo”.

—“Vivimos como compañeros de cuarto, no me toca ni lo toco. Parece que el amor se fue hace mucho tiempo. Me resulta difícil vivir así. A veces me pregunto si alguna vez me amó o lo amé”.

La persona que no se ama podría tener dificultades para aceptar que puede ser amada de forma libre y gratuita. Podría creer que no se lo merece y esto afectaría sus relaciones interpersonales. En cambio, el sentimiento de amor a sí misma le ayuda a su crecimiento personal y así se manifiesta digna de ese amor compartido.

Por ello cada pareja establece un acuerdo o contrato, una forma de vincularse y comprometerse. Y, ¿qué sucede en una relación de amor sin sexo?

En la próxima entrega reflexionaré sobre este aspecto.

Buen fin de semana.

José Ignacio Lovio Arvizu. Psicólogo y psicoterapeuta.

ignacio.lovio@gmail.com