/ viernes 8 de julio de 2022

Casos y cosas de la experiencia | Desde la experiencia VII

He visto horizontes nuevos, amplios y espaciosos. Es un privilegio gozar de la libertad y sus encantos, de las sensaciones y emociones que envuelven mi ser. Es hermoso encontrar almas que viajan cerca de ti, en ese velero llamado libertad, y que están dispuestas a auxiliar a otras, con un servicio impecable y amoroso.

Sentado en la mesa de un café, puedo percatarme de los sonidos del silencio, escucho las palabras de personas que tengo cerca; cada una tiene un propósito para encontrarse en ese instante. Probablemente algunas deseen estar solas y trabajar; otras quizá quieran charlar sobre negocios y habrá quienes anhelen conversar sobre su amor. Cuántas emociones y sentimientos están en juego en esas relaciones interpersonales.

Estoy observando y disfrutando este momento de libertad. El recuerdo de un par de amigos, que nutren mi existencia, trae a mi memoria esta frase de Anais Nin: “Cada amigo representa un mundo en nosotros, un mundo que no nace hasta que llega, y es sólo por esta reunión que nace un mundo nuevo”. De pronto, mi atención viajó hacia una mujer y su perfume, que evocó recuerdos maravillosos. Despierto el mundo de memorias, sensaciones, emociones y sentimientos. Estoy consciente de que existen más estímulos, interesantes y atractivos, que reclaman mi conciencia.

Decidí abrazar el vaso de café, disfrutar su sabor y tomar la pluma para volver a la lectura que tengo frente a mí. Libertad, libertad, libertad. Hay muchas cosas que podría compartir, por ahora sólo agradezco la posibilidad de contemplación y de agradecer este momento, aquí y ahora.

Ahora que leo, con atención y concentración Contacto íntimo, libro de Virginia Satir, recuerdo los viajes a diversos lugares para tener un encuentro conmigo. En cada uno aprendí algo sobre mí, acerca de las relaciones interpersonales que tengo, de esos espacios que recorrí y aprecié: cafeterías, restaurantes, plazas, tiendas, puestos de piedras y librerías, entre otros. Cada viaje, un nuevo reto, un desafío, un encuentro conmigo.

Advierto que las palabras abren posibilidades, los ojos registran emociones y sentimientos, las comidas son una galería de sabores y que las sonrisas refrescan el alma. Mis viajes le han añadido fuerza y energía a mi existencia, a través de encuentros maravillosos con personas tan diversas como un bolero, la señora que ofrece aguas frescas, el joven de un puesto de revistas, un taxista, el conductor del camión de pasajeros, un hombre que canta y habla solo y mujeres cuya forma de hablar es cantarina y se distinguen por el colorido de sus vestidos.

Por ello elijo ser un alma al servicio de otras almas. Servir de forma impecable y amorosa para impulsar a otros hacia su crecimiento integral. El oficio de vivir, crecer, servir y amar.

Por un mundo de confianza y esperanza.


He visto horizontes nuevos, amplios y espaciosos. Es un privilegio gozar de la libertad y sus encantos, de las sensaciones y emociones que envuelven mi ser. Es hermoso encontrar almas que viajan cerca de ti, en ese velero llamado libertad, y que están dispuestas a auxiliar a otras, con un servicio impecable y amoroso.

Sentado en la mesa de un café, puedo percatarme de los sonidos del silencio, escucho las palabras de personas que tengo cerca; cada una tiene un propósito para encontrarse en ese instante. Probablemente algunas deseen estar solas y trabajar; otras quizá quieran charlar sobre negocios y habrá quienes anhelen conversar sobre su amor. Cuántas emociones y sentimientos están en juego en esas relaciones interpersonales.

Estoy observando y disfrutando este momento de libertad. El recuerdo de un par de amigos, que nutren mi existencia, trae a mi memoria esta frase de Anais Nin: “Cada amigo representa un mundo en nosotros, un mundo que no nace hasta que llega, y es sólo por esta reunión que nace un mundo nuevo”. De pronto, mi atención viajó hacia una mujer y su perfume, que evocó recuerdos maravillosos. Despierto el mundo de memorias, sensaciones, emociones y sentimientos. Estoy consciente de que existen más estímulos, interesantes y atractivos, que reclaman mi conciencia.

Decidí abrazar el vaso de café, disfrutar su sabor y tomar la pluma para volver a la lectura que tengo frente a mí. Libertad, libertad, libertad. Hay muchas cosas que podría compartir, por ahora sólo agradezco la posibilidad de contemplación y de agradecer este momento, aquí y ahora.

Ahora que leo, con atención y concentración Contacto íntimo, libro de Virginia Satir, recuerdo los viajes a diversos lugares para tener un encuentro conmigo. En cada uno aprendí algo sobre mí, acerca de las relaciones interpersonales que tengo, de esos espacios que recorrí y aprecié: cafeterías, restaurantes, plazas, tiendas, puestos de piedras y librerías, entre otros. Cada viaje, un nuevo reto, un desafío, un encuentro conmigo.

Advierto que las palabras abren posibilidades, los ojos registran emociones y sentimientos, las comidas son una galería de sabores y que las sonrisas refrescan el alma. Mis viajes le han añadido fuerza y energía a mi existencia, a través de encuentros maravillosos con personas tan diversas como un bolero, la señora que ofrece aguas frescas, el joven de un puesto de revistas, un taxista, el conductor del camión de pasajeros, un hombre que canta y habla solo y mujeres cuya forma de hablar es cantarina y se distinguen por el colorido de sus vestidos.

Por ello elijo ser un alma al servicio de otras almas. Servir de forma impecable y amorosa para impulsar a otros hacia su crecimiento integral. El oficio de vivir, crecer, servir y amar.

Por un mundo de confianza y esperanza.