/ viernes 12 de junio de 2020

Casos y cosas de la experiencia | Día D (resiliencia y creatividad)

“Siempre puedo ir y venir y ver qué pasa. Siempre ocurre algo”:

B. Stevens.

José Ignacio Lovio Arvizu

La noche fue un suspiro, el sueño un remanso de paz. Al despertar agradecí que soy capaz de reconocer mi existencia, y tener los sentidos alerta para apreciar lo que el campo ofrece, aquí y ahora, y responder a una experiencia más.

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Comienzo el día con un agradecimiento matutino, sigue una meditación, el baño de sol y ejercicio. Hago una pausa para el desayuno, dedico horas a la lectura y al trabajo, luego descanso; después de la comida hago un receso para relajarme, escuchar música, disfrutar que la tarde cae en su sueño, realizar actividades de aseo, y también tengo tiempo para deambular por la casa y evocar recuerdos, emociones y sentimientos.

Me levanto con el pensamiento de que este día será un nuevo poema, una frase, un canto o lo que sea posible crear. Abrazo y agradezco mi existencia, disfruto ese toque suave que evoca recuerdos maravillosos del contacto con otros seres. Lo pequeño es hermoso; disfruto la belleza de la planta que se abre paso en su quehacer, su silencio me invita a entregarle un poco de agua y palabras amorosas que estimulen su crecimiento.

También escucho el murmullo suave de la cafetera al preparar un delicioso café, que mi olfato sigue vigilante para estrechar una taza que contiene este elixir y gozar intensamente de su fragancia.

En esos momentos recuerdo tantos encuentros acompañados por una buena charla y el café. Me siento en el piso, hago contacto con lo que siento y pienso, y dejo fluir la experiencia.

Pasan los minutos y, con el dulce acompañamiento del canto de dos seres que son parte de mi existencia, logro establecer un momento de paz interior que me fortalece y estimula durante el día.

Es posible que los eventos que ocurren en mi entorno perturben esa paz, que intentan aprisionar y presionar al ponerme en contacto con la realidad exterior, mediante noticias o mensajes.

No vivo en una burbuja, sólo llevo una dieta informativa que favorece mi salud emocional y mental. En esos momentos invoco mis puntos de apoyo, y entro en contacto con mi respiración, para darle la bienvenida a lo que siento y pienso, y así fluir.

Promuevo momentos gratos, por ejemplo, enviar mensajes, hacer una llamada, conectarme en videollamadas, escuchar música que me invite a bailar o elegir una lectura que estimule mi imaginación y creatividad, pues son el nutrimento que necesito para continuar mis actividades.

He disfrutado cada espacio de la casa, colocando en él recuerdos gratos, y así pinto en mi mente imágenes que deseo plasmar para que este lugar sea nutricio para mí y las personas que vuelvan a visitarme algún día.

Así transcurre el día, y disfruto el sentido de mi vida que reside en convertirme en un impulsor y acompañante de las personas con las cuales convivo, y que éstas se entreguen a su libertad y autonomía en su quehacer personal y profesional.

Es un camino retador, inhóspito, desafiante, desgastante y, por supuesto, estimulante, amoroso y gratificante. Soy un privilegiado de ser acompañante del descubrimiento de los recursos propios de cada persona para enfrentar sus desafíos. Cierto que vivo con amor e intensidad los momentos dolorosos que han gravitado en su ser o que enfrentan aquí y ahora.

El silencio aparece y ahora es preciso acompañarme, a través de los recursos propios, para integrar lo vivido en la jornada. Cada día celebro lo que este mundo tiene de bueno; recuerdo la sonrisa de alguna persona, el mensaje, la llamada para acompañarme, la música que elijo y sobre todo el agradecimiento por la oportunidad de vivir, aquí y ahora, este día.

Hay dos conceptos clave que han revelado el potencial del ser humano, la resiliencia y creatividad.

El primero refiere que “las personas resilientes se caracterizan por tener: confianza en uno mismo, capacidad de planificación de la actuación, capacidad de autocontrol y persistencia en el compromiso.

Estas características se traducen en la práctica en la creencia de que la actuación de uno puede modificar la situación en que se encuentra, que el esfuerzo persistente tendrá su recompensa y que las situaciones difíciles y los fracasos son inevitables y superables, sin que les cause un nivel de ansiedad excesivo ni un deseo de rendirse” (Csikszentmihalyi, 1990). Y la creatividad como herramienta para identificar mis recursos y ponerlos al servicio de la solución de problemas.

Los más creativos serán quienes puedan dar con una forma novedosa de resolución de un problema, o una representación innovadora del mismo. Podemos aprovechar el confinamiento y los recursos personales, familiares y grupales para salir adelante y enfrentar la “nueva realidad”.

Buen fin de semana… Quédate en casa y hablemos de Convida-20.

José Ignacio Lovio Arvizu. Psicólogo y psicoterapeuta. ignacio.lovio@gmail.com

“Siempre puedo ir y venir y ver qué pasa. Siempre ocurre algo”:

B. Stevens.

José Ignacio Lovio Arvizu

La noche fue un suspiro, el sueño un remanso de paz. Al despertar agradecí que soy capaz de reconocer mi existencia, y tener los sentidos alerta para apreciar lo que el campo ofrece, aquí y ahora, y responder a una experiencia más.

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Comienzo el día con un agradecimiento matutino, sigue una meditación, el baño de sol y ejercicio. Hago una pausa para el desayuno, dedico horas a la lectura y al trabajo, luego descanso; después de la comida hago un receso para relajarme, escuchar música, disfrutar que la tarde cae en su sueño, realizar actividades de aseo, y también tengo tiempo para deambular por la casa y evocar recuerdos, emociones y sentimientos.

Me levanto con el pensamiento de que este día será un nuevo poema, una frase, un canto o lo que sea posible crear. Abrazo y agradezco mi existencia, disfruto ese toque suave que evoca recuerdos maravillosos del contacto con otros seres. Lo pequeño es hermoso; disfruto la belleza de la planta que se abre paso en su quehacer, su silencio me invita a entregarle un poco de agua y palabras amorosas que estimulen su crecimiento.

También escucho el murmullo suave de la cafetera al preparar un delicioso café, que mi olfato sigue vigilante para estrechar una taza que contiene este elixir y gozar intensamente de su fragancia.

En esos momentos recuerdo tantos encuentros acompañados por una buena charla y el café. Me siento en el piso, hago contacto con lo que siento y pienso, y dejo fluir la experiencia.

Pasan los minutos y, con el dulce acompañamiento del canto de dos seres que son parte de mi existencia, logro establecer un momento de paz interior que me fortalece y estimula durante el día.

Es posible que los eventos que ocurren en mi entorno perturben esa paz, que intentan aprisionar y presionar al ponerme en contacto con la realidad exterior, mediante noticias o mensajes.

No vivo en una burbuja, sólo llevo una dieta informativa que favorece mi salud emocional y mental. En esos momentos invoco mis puntos de apoyo, y entro en contacto con mi respiración, para darle la bienvenida a lo que siento y pienso, y así fluir.

Promuevo momentos gratos, por ejemplo, enviar mensajes, hacer una llamada, conectarme en videollamadas, escuchar música que me invite a bailar o elegir una lectura que estimule mi imaginación y creatividad, pues son el nutrimento que necesito para continuar mis actividades.

He disfrutado cada espacio de la casa, colocando en él recuerdos gratos, y así pinto en mi mente imágenes que deseo plasmar para que este lugar sea nutricio para mí y las personas que vuelvan a visitarme algún día.

Así transcurre el día, y disfruto el sentido de mi vida que reside en convertirme en un impulsor y acompañante de las personas con las cuales convivo, y que éstas se entreguen a su libertad y autonomía en su quehacer personal y profesional.

Es un camino retador, inhóspito, desafiante, desgastante y, por supuesto, estimulante, amoroso y gratificante. Soy un privilegiado de ser acompañante del descubrimiento de los recursos propios de cada persona para enfrentar sus desafíos. Cierto que vivo con amor e intensidad los momentos dolorosos que han gravitado en su ser o que enfrentan aquí y ahora.

El silencio aparece y ahora es preciso acompañarme, a través de los recursos propios, para integrar lo vivido en la jornada. Cada día celebro lo que este mundo tiene de bueno; recuerdo la sonrisa de alguna persona, el mensaje, la llamada para acompañarme, la música que elijo y sobre todo el agradecimiento por la oportunidad de vivir, aquí y ahora, este día.

Hay dos conceptos clave que han revelado el potencial del ser humano, la resiliencia y creatividad.

El primero refiere que “las personas resilientes se caracterizan por tener: confianza en uno mismo, capacidad de planificación de la actuación, capacidad de autocontrol y persistencia en el compromiso.

Estas características se traducen en la práctica en la creencia de que la actuación de uno puede modificar la situación en que se encuentra, que el esfuerzo persistente tendrá su recompensa y que las situaciones difíciles y los fracasos son inevitables y superables, sin que les cause un nivel de ansiedad excesivo ni un deseo de rendirse” (Csikszentmihalyi, 1990). Y la creatividad como herramienta para identificar mis recursos y ponerlos al servicio de la solución de problemas.

Los más creativos serán quienes puedan dar con una forma novedosa de resolución de un problema, o una representación innovadora del mismo. Podemos aprovechar el confinamiento y los recursos personales, familiares y grupales para salir adelante y enfrentar la “nueva realidad”.

Buen fin de semana… Quédate en casa y hablemos de Convida-20.

José Ignacio Lovio Arvizu. Psicólogo y psicoterapeuta. ignacio.lovio@gmail.com