/ sábado 23 de marzo de 2019

Casos y cosas de la experiencia | El conflicto…

“La mayoría de la gente huye del conflicto cuando, para mí, muchas cosas buenas surgen del conflicto”.

Anónimo


En innumerables ocasiones, durante sesiones de capacitación, adiestramiento o formación, he advertido desmotivación, apatía, molestia y fastidio entre los participantes, porque fueron obligados a asistir. Una de las muchas razones de su actitud es que no están involucrados en la planeación de dichos eventos.

En fecha reciente volví a experimentar esta situación, y decidí dedicarle tiempo a esas personas que exponen abiertamente su molestia argumentando que tienen muchas cosas por hacer, o “sienten” que su desempeño no es bueno, y por ello los envían al curso, taller o diplomado.

Sin duda, existe un aspecto realmente importante que se debe atender para fomentar la disposición a asistir a los eventos de capacitación, porque contribuye a su beneficio personal y profesional, y no por obligación. Esto es algo que requiere atención de los gerentes y administrativos de la organización, para asegurar el retorno de la inversión y sobre todo un personal altamente capacitado.

Este tipo de situaciones albergan múltiples conflictos, pues los trabajadores lo viven como castigo, vacaciones o tiempo perdido. El responsable del área de recursos humanos y las gerencias están obligados a formar a su personal para mejorar su desempeño, y con ello contribuir al logro de productividad, calidad y competitividad, que son los objetivos organizacionales.

Por consiguiente, se vive un conflicto entre los participantes, la empresa y el facilitador. Esto genera incompatibilidad entre las conductas esperadas y lo experimentado in situ. Es decir, se vive un conflicto debido a las percepciones, objetivos y metas de los involucrados.

El conflicto es parte de nuestra convivencia social, surge desde que nacemos, por lo que necesitamos aprender a vivir y a usar muchas herramientas para asegurar nuestra sobrevivencia. Así, la vida familiar nos enseña a negociar con las demandas contradictorias u opuestas de nuestros padres y el medio ambiente. En el camino de crecer, desarrollarse y diferenciarse de los demás, y al tratar de alcanzar metas propias, las personas siempre estarán determinadas por las limitaciones de un universo, con recursos insuficientes y demandas crecientes.

En la sesión, cuando abordamos el tema y lo enfocamos en las necesidades de los participantes, aquello da un giro importante porque lo ubican en su quehacer cotidiano, y no solo en el beneficio de la empresa u organización.

El encuentro con los participantes fue maravilloso, su disposición cambió y se mostraron interesados en el tema que se revisaría. Claro, algunos fueron críticos acuciosos sobre lo expuesto, hubo otros escépticos y también los retadores.

— “Lic., dijo Charlie, la forma en que lo expone se ve fácil, pero en nuestro trabajo contamos con poco o nada de tiempo para realizarlo. Están encima de nosotros con los medibles…”

— María de Lourdes, afirmó: “Es que resulta muy atinado lo que dice, pero en mi trabajo no aplica”.

— Giuseppe, señaló: “Creo que depende de la disposición de nosotros para aplicarlo de acuerdo a nuestras necesidades”.

En la actualidad hay una exigencia puntual de preparar al personal de forma integral, ya que los retos del entorno exigen estar al día para enfrentar la competencia feroz de los demás negocios. Ante el paradigma volatilidad, incertidumbre, complejidad y ambigüedad (VICA), estamos obligados a la preparación continua del personal en todos los campos de la empresa.

Es pertinente contar con la matriz de habilidades del personal para trazar la ruta crítica que permitirá estar al día en su preparación, y así enfrentar los nuevos desafíos. No obstante, la prioridad es la formación técnica y administrativa, y se olvida el desarrollo de la inteligencia emocional, para contar con mejores personas y relaciones interpersonales.

La inteligencia emocional implica trabajar en el autoconocimiento, el autocontrol de las emociones, la automotivación, empatía y habilidades sociales. Así enfrentaremos y resolveremos el analfabetismo emocional imperante en las organizaciones, con lo que se pierde la fuerza que otorga el buen manejo de las emociones y sentimientos.

Daniel Goleman señala que las habilidades emocionales no sólo nos hacen más humanos, sino que en muchas ocasiones constituyen una condición básica para el despliegue de otras habilidades que suelen asociarse con el intelecto, como la toma de decisiones racionales.

Según H. Gardner, en la vida cotidiana no existe nada más importante que la inteligencia intrapersonal, ya que a falta de ella, no acertaremos en la elección de la pareja para contraer matrimonio, en la elección del puesto de trabajo, etcétera. Dicha inteligencia es justo lo que se necesita en la interacción entre los gerentes, supervisores y personal en general, para desarrollar habilidades sociales y así favorecer el logro de los objetivos personales y organizacionales.

Necesitamos estar conscientes de la importancia de la capacitación, el adiestramiento y la formación del personal, no solo como obligación laboral sino como la vía regia para contar con una plantilla altamente calificada. Confío en que cada vez tendremos más apoyo de todos los involucrados en el desarrollo de mejores personas, trabajadores y empleados.


Los participantes concluyeron:

— El contenido del evento estuvo apegado a la vida real, con ejemplos aplicables a lo personal y profesional.

— Las herramientas empleadas fueron clave para mi trabajo.

— Permitió tomar conciencia de mis fortalezas y de los retos por delante.

— Estuvo bien organizado, práctico y activo.

El conflicto inicial se dirimió y pudimos enfocar la energía en aplicar las herramientas para aprender a manejar los conflictos personales, interpersonales, intergrupales y organizacionales. La práctica oportuna del conocimiento y las habilidades permiten avanzar a un nuevo conocimiento.


Buen fin de semana.

José Ignacio Lovio Arvizu. Psicoterapeuta.

Correo: ignacio.lovio@gmail.com

“La mayoría de la gente huye del conflicto cuando, para mí, muchas cosas buenas surgen del conflicto”.

Anónimo


En innumerables ocasiones, durante sesiones de capacitación, adiestramiento o formación, he advertido desmotivación, apatía, molestia y fastidio entre los participantes, porque fueron obligados a asistir. Una de las muchas razones de su actitud es que no están involucrados en la planeación de dichos eventos.

En fecha reciente volví a experimentar esta situación, y decidí dedicarle tiempo a esas personas que exponen abiertamente su molestia argumentando que tienen muchas cosas por hacer, o “sienten” que su desempeño no es bueno, y por ello los envían al curso, taller o diplomado.

Sin duda, existe un aspecto realmente importante que se debe atender para fomentar la disposición a asistir a los eventos de capacitación, porque contribuye a su beneficio personal y profesional, y no por obligación. Esto es algo que requiere atención de los gerentes y administrativos de la organización, para asegurar el retorno de la inversión y sobre todo un personal altamente capacitado.

Este tipo de situaciones albergan múltiples conflictos, pues los trabajadores lo viven como castigo, vacaciones o tiempo perdido. El responsable del área de recursos humanos y las gerencias están obligados a formar a su personal para mejorar su desempeño, y con ello contribuir al logro de productividad, calidad y competitividad, que son los objetivos organizacionales.

Por consiguiente, se vive un conflicto entre los participantes, la empresa y el facilitador. Esto genera incompatibilidad entre las conductas esperadas y lo experimentado in situ. Es decir, se vive un conflicto debido a las percepciones, objetivos y metas de los involucrados.

El conflicto es parte de nuestra convivencia social, surge desde que nacemos, por lo que necesitamos aprender a vivir y a usar muchas herramientas para asegurar nuestra sobrevivencia. Así, la vida familiar nos enseña a negociar con las demandas contradictorias u opuestas de nuestros padres y el medio ambiente. En el camino de crecer, desarrollarse y diferenciarse de los demás, y al tratar de alcanzar metas propias, las personas siempre estarán determinadas por las limitaciones de un universo, con recursos insuficientes y demandas crecientes.

En la sesión, cuando abordamos el tema y lo enfocamos en las necesidades de los participantes, aquello da un giro importante porque lo ubican en su quehacer cotidiano, y no solo en el beneficio de la empresa u organización.

El encuentro con los participantes fue maravilloso, su disposición cambió y se mostraron interesados en el tema que se revisaría. Claro, algunos fueron críticos acuciosos sobre lo expuesto, hubo otros escépticos y también los retadores.

— “Lic., dijo Charlie, la forma en que lo expone se ve fácil, pero en nuestro trabajo contamos con poco o nada de tiempo para realizarlo. Están encima de nosotros con los medibles…”

— María de Lourdes, afirmó: “Es que resulta muy atinado lo que dice, pero en mi trabajo no aplica”.

— Giuseppe, señaló: “Creo que depende de la disposición de nosotros para aplicarlo de acuerdo a nuestras necesidades”.

En la actualidad hay una exigencia puntual de preparar al personal de forma integral, ya que los retos del entorno exigen estar al día para enfrentar la competencia feroz de los demás negocios. Ante el paradigma volatilidad, incertidumbre, complejidad y ambigüedad (VICA), estamos obligados a la preparación continua del personal en todos los campos de la empresa.

Es pertinente contar con la matriz de habilidades del personal para trazar la ruta crítica que permitirá estar al día en su preparación, y así enfrentar los nuevos desafíos. No obstante, la prioridad es la formación técnica y administrativa, y se olvida el desarrollo de la inteligencia emocional, para contar con mejores personas y relaciones interpersonales.

La inteligencia emocional implica trabajar en el autoconocimiento, el autocontrol de las emociones, la automotivación, empatía y habilidades sociales. Así enfrentaremos y resolveremos el analfabetismo emocional imperante en las organizaciones, con lo que se pierde la fuerza que otorga el buen manejo de las emociones y sentimientos.

Daniel Goleman señala que las habilidades emocionales no sólo nos hacen más humanos, sino que en muchas ocasiones constituyen una condición básica para el despliegue de otras habilidades que suelen asociarse con el intelecto, como la toma de decisiones racionales.

Según H. Gardner, en la vida cotidiana no existe nada más importante que la inteligencia intrapersonal, ya que a falta de ella, no acertaremos en la elección de la pareja para contraer matrimonio, en la elección del puesto de trabajo, etcétera. Dicha inteligencia es justo lo que se necesita en la interacción entre los gerentes, supervisores y personal en general, para desarrollar habilidades sociales y así favorecer el logro de los objetivos personales y organizacionales.

Necesitamos estar conscientes de la importancia de la capacitación, el adiestramiento y la formación del personal, no solo como obligación laboral sino como la vía regia para contar con una plantilla altamente calificada. Confío en que cada vez tendremos más apoyo de todos los involucrados en el desarrollo de mejores personas, trabajadores y empleados.


Los participantes concluyeron:

— El contenido del evento estuvo apegado a la vida real, con ejemplos aplicables a lo personal y profesional.

— Las herramientas empleadas fueron clave para mi trabajo.

— Permitió tomar conciencia de mis fortalezas y de los retos por delante.

— Estuvo bien organizado, práctico y activo.

El conflicto inicial se dirimió y pudimos enfocar la energía en aplicar las herramientas para aprender a manejar los conflictos personales, interpersonales, intergrupales y organizacionales. La práctica oportuna del conocimiento y las habilidades permiten avanzar a un nuevo conocimiento.


Buen fin de semana.

José Ignacio Lovio Arvizu. Psicoterapeuta.

Correo: ignacio.lovio@gmail.com