/ viernes 15 de noviembre de 2019

Casos y cosas de la experiencia | La sexualidad en la pareja

“Cada vez miramos menos al otro”.

Actualmente escuchamos charlas, comunicados o frases que hablan del final del amor romántico. Hemos olvidado la relevancia del contacto con el otro en lo relativo a la sexualidad, y con ello también una parte de la convivencia en pareja.

Abordar la sexualidad implica considerar los mitos y tabúes en torno al tema. Cabe preguntarse si la pareja charla abiertamente sobre su sexualidad, si se desnuda ante él (ella) y le comparte sus creencias y necesidades al respecto, y si le expone con claridad su deseo y fantasías.

De seguro te preguntarás qué es normal o patológico en la práctica de tu sexualidad individual y de pareja. Por lo general ésta se asocia exclusivamente con el coito y la reproducción, cuando tenemos un terreno amplio para disfrutarla en pareja.

En la consulta escucho situaciones como estas:

— Me siento sin ganas, cansada, hastiada de mi vida sexual con esta pareja.

— Siempre es lo mismo… darle cumplimiento como pareja. Nunca se pregunta si estoy satisfecha(o).

— Quiere que hagamos el amor todo el tiempo. ¿Por qué no piensa en otra cosa?

— Tengo que ir a otro lugar a satisfacer mi deseo con esta intensidad que lo vivo, porque mi pareja se niega a estar conmigo.

Cabe destacar que en la experiencia de la sexualidad existen dos elementos clave: la intensidad, que no es para siempre, sino que va ajustándose con el tiempo y la edad de las personas; y la oportunidad, que invita a la pareja a la autoexploración, a que identifique espacios nuevos para crear una vida sexual plena.

Hoy la pareja no invierte tiempo para reconocer sus necesidades, deseos y fantasías en torno a la sexualidad. ¿Qué vamos a hacer para disfrutarla? ¿Cómo le haremos para gozarla a plenitud? Esto implica que los miembros de la pareja dialoguen sobre su deseo e intensidad en su vida sexual.

¿Acaso tenemos la confianza y certeza de mostrarnos al otro cómo somos? ¿Le expresamos con libertad lo que necesitamos? ¿Le solicitamos que nos acompañe en la autoexploración y viceversa, para enriquecer nuestra vida sexual?

La sociedad actual es más permisiva, pero no encuentra ese tiempo, espacio o lugar para disfrutar a plenitud de la sexualidad en pareja. Ahora tenemos la oportunidad y buscamos la intensidad, pero dejamos de lado la calidad del encuentro entre dos personas: “Cada vez miramos menos al otro”.

Confío en que podamos abordar un poco más este tema tan basto y rico en el plano individual y de pareja. Recuerdo este trozo del bello poema Agua sexual, de Pablo Neruda:

“… Veo los sueños sigilosos, /
admito los postreros días, /
y también los orígenes, y también los recuerdos,
como un párpado atrozmente levantado a la fuerza /
estoy mirando. /
Y entonces hay este sonido: /
un ruido rojo de huesos, /
un pegarse de carne, /
y piernas amarillas como espigas juntándose. /
Yo escucho entre el disparo de los besos, /
escucho, sacudido entre respiraciones y sollozos. /
Estoy mirando, oyendo, /
con la mitad del alma en el mar y la mitad del alma /
en la tierra, /
y con las dos mitades del alma miro al mundo…

Buen fin de semana.

José Ignacio Lovio Arvizu. Psicólogo y psicoterapeuta.

ignacio.lovio@gmail.com

“Cada vez miramos menos al otro”.

Actualmente escuchamos charlas, comunicados o frases que hablan del final del amor romántico. Hemos olvidado la relevancia del contacto con el otro en lo relativo a la sexualidad, y con ello también una parte de la convivencia en pareja.

Abordar la sexualidad implica considerar los mitos y tabúes en torno al tema. Cabe preguntarse si la pareja charla abiertamente sobre su sexualidad, si se desnuda ante él (ella) y le comparte sus creencias y necesidades al respecto, y si le expone con claridad su deseo y fantasías.

De seguro te preguntarás qué es normal o patológico en la práctica de tu sexualidad individual y de pareja. Por lo general ésta se asocia exclusivamente con el coito y la reproducción, cuando tenemos un terreno amplio para disfrutarla en pareja.

En la consulta escucho situaciones como estas:

— Me siento sin ganas, cansada, hastiada de mi vida sexual con esta pareja.

— Siempre es lo mismo… darle cumplimiento como pareja. Nunca se pregunta si estoy satisfecha(o).

— Quiere que hagamos el amor todo el tiempo. ¿Por qué no piensa en otra cosa?

— Tengo que ir a otro lugar a satisfacer mi deseo con esta intensidad que lo vivo, porque mi pareja se niega a estar conmigo.

Cabe destacar que en la experiencia de la sexualidad existen dos elementos clave: la intensidad, que no es para siempre, sino que va ajustándose con el tiempo y la edad de las personas; y la oportunidad, que invita a la pareja a la autoexploración, a que identifique espacios nuevos para crear una vida sexual plena.

Hoy la pareja no invierte tiempo para reconocer sus necesidades, deseos y fantasías en torno a la sexualidad. ¿Qué vamos a hacer para disfrutarla? ¿Cómo le haremos para gozarla a plenitud? Esto implica que los miembros de la pareja dialoguen sobre su deseo e intensidad en su vida sexual.

¿Acaso tenemos la confianza y certeza de mostrarnos al otro cómo somos? ¿Le expresamos con libertad lo que necesitamos? ¿Le solicitamos que nos acompañe en la autoexploración y viceversa, para enriquecer nuestra vida sexual?

La sociedad actual es más permisiva, pero no encuentra ese tiempo, espacio o lugar para disfrutar a plenitud de la sexualidad en pareja. Ahora tenemos la oportunidad y buscamos la intensidad, pero dejamos de lado la calidad del encuentro entre dos personas: “Cada vez miramos menos al otro”.

Confío en que podamos abordar un poco más este tema tan basto y rico en el plano individual y de pareja. Recuerdo este trozo del bello poema Agua sexual, de Pablo Neruda:

“… Veo los sueños sigilosos, /
admito los postreros días, /
y también los orígenes, y también los recuerdos,
como un párpado atrozmente levantado a la fuerza /
estoy mirando. /
Y entonces hay este sonido: /
un ruido rojo de huesos, /
un pegarse de carne, /
y piernas amarillas como espigas juntándose. /
Yo escucho entre el disparo de los besos, /
escucho, sacudido entre respiraciones y sollozos. /
Estoy mirando, oyendo, /
con la mitad del alma en el mar y la mitad del alma /
en la tierra, /
y con las dos mitades del alma miro al mundo…

Buen fin de semana.

José Ignacio Lovio Arvizu. Psicólogo y psicoterapeuta.

ignacio.lovio@gmail.com