/ viernes 6 de diciembre de 2019

Casos y cosas de la experiencia | Sexo sin amor

“El amor no encuentra su sentido en el ansia de cosas ya hechas, completas y terminadas, sino en el impulso a participar en la construcción de esas cosas” (Amor líquido, Zigmunt Bauman).

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El sexo sin amor fue el tema discutido durante una mesa redonda, que se extendió por horas, ya que es algo que se vive con más frecuencia en la sociedad actual. Algunos de los participantes agregaron comentarios a favor de la apertura y evolución sobre dichas prácticas y, por supuesto, otros tuvieron sus reservas.

— Christian abrió el debate diciendo que necesitamos dialogar sobre los cambios que vivimos en este mundo globalizado y las repercusiones que tienen en las relaciones interpersonales. Y, como pueden darse cuenta, el amor también sufrió los embates de estos cambios.

— Estoy de acuerdo dijo J.R.: Hoy puedo percatarme del miedo que provoca establecer relaciones duraderas, y más allá de las conexiones superfluas. Creo que hoy más que nunca la fragilidad para establecer vínculos amorosos es contundente.

Pasaban las horas, la jarra de café se agotaba y la voz de los participantes subía de tono, aumentaba el apasionamiento y las referencias de los autores que se citaban, para sostener cada punto de vista o la simple pregunta sobre el tema que dejaba atónitos a todos.

— Después de lo expresado, creo que es preciso tomar en cuenta a las nuevas generaciones y cuestionarles sobre su comportamiento actual en este rubro, agregó C.P.

Para estar a tono con el tema abordado, ahora hablaremos de las personas que se relacionan entre sí, y cuyo contrato no es sustentado por el amor, más bien lo apoya formalmente el deseo sexual.

La atracción y el deseo entre las personas sostiene tal fuerza y sintonía sexual, que los conduce a unirse físicamente en un momento determinado sin importar si se comparten afinidades, ideología o valores sociales, entre otras cosas. Cabe destacar que este tipo de relaciones son eventuales, surgen en una situación determinada y sin mayor trascendencia que el encuentro.

Los chicos y chicas de hoy consideran este tipo de experiencia como un ligue, que no representa un vínculo, sólo una oportunidad de disfrutar dicho encuentro sexual. Otra opción reconocida sería una relación de amantes, tal cual la conocemos socialmente, donde se pone de manifiesto el enamoramiento, característica de este tipo de relación. Aparece y surge entonces la pasión sexual, el deseo ferviente de una fusión física, sin que esto los conduzca a sentirse plenamente enamoradas y mucho menos establecer un vínculo aprobado por la sociedad.

Cierto que este tipo de pareja establece un vínculo, aunque sea puramente sexual y, por supuesto, no impide establecer lazos diferentes con otras personas.

La relación que se entabla es una forma de sexualidad, ya que a través de ella se manifiesta la libertad y el placer en cuanto al disfrute del cuerpo propio y del de la otra persona. Además, se transmite respeto, amistad, pasión, ternura y amor.

Por consiguiente, cualquier vínculo sexual puede resultar muy placentero en sí mismo si existe un acuerdo mutuo, que lo permita o acepte. En resumen, gran parte de las relaciones interpersonales sexuales que vivimos a lo largo de nuestra existencia no implicarán un contrato amoroso, tampoco el compromiso de un vínculo para la posteridad.

¿Qué pasa entonces con este tipo de relación?

Cuando la pareja se estructura con base en la atracción/pasión sexual, sin que conlleve una amistad firme, no dura mucho tiempo porque una vez que se termina la efervescencia del deseo y la pasión, poco a poco se agota en sí misma y sólo queda un recuerdo de lo que sucedió.

También puede ocurrir lo contario, si existe una relación amistosa o ésta se desarrolla a partir de encuentros múltiples, y si concluye la relación pasional, podría permanecer en el tiempo.

¿Y el amor pleno y total?

Buen fin de semana.

“El amor no encuentra su sentido en el ansia de cosas ya hechas, completas y terminadas, sino en el impulso a participar en la construcción de esas cosas” (Amor líquido, Zigmunt Bauman).

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El sexo sin amor fue el tema discutido durante una mesa redonda, que se extendió por horas, ya que es algo que se vive con más frecuencia en la sociedad actual. Algunos de los participantes agregaron comentarios a favor de la apertura y evolución sobre dichas prácticas y, por supuesto, otros tuvieron sus reservas.

— Christian abrió el debate diciendo que necesitamos dialogar sobre los cambios que vivimos en este mundo globalizado y las repercusiones que tienen en las relaciones interpersonales. Y, como pueden darse cuenta, el amor también sufrió los embates de estos cambios.

— Estoy de acuerdo dijo J.R.: Hoy puedo percatarme del miedo que provoca establecer relaciones duraderas, y más allá de las conexiones superfluas. Creo que hoy más que nunca la fragilidad para establecer vínculos amorosos es contundente.

Pasaban las horas, la jarra de café se agotaba y la voz de los participantes subía de tono, aumentaba el apasionamiento y las referencias de los autores que se citaban, para sostener cada punto de vista o la simple pregunta sobre el tema que dejaba atónitos a todos.

— Después de lo expresado, creo que es preciso tomar en cuenta a las nuevas generaciones y cuestionarles sobre su comportamiento actual en este rubro, agregó C.P.

Para estar a tono con el tema abordado, ahora hablaremos de las personas que se relacionan entre sí, y cuyo contrato no es sustentado por el amor, más bien lo apoya formalmente el deseo sexual.

La atracción y el deseo entre las personas sostiene tal fuerza y sintonía sexual, que los conduce a unirse físicamente en un momento determinado sin importar si se comparten afinidades, ideología o valores sociales, entre otras cosas. Cabe destacar que este tipo de relaciones son eventuales, surgen en una situación determinada y sin mayor trascendencia que el encuentro.

Los chicos y chicas de hoy consideran este tipo de experiencia como un ligue, que no representa un vínculo, sólo una oportunidad de disfrutar dicho encuentro sexual. Otra opción reconocida sería una relación de amantes, tal cual la conocemos socialmente, donde se pone de manifiesto el enamoramiento, característica de este tipo de relación. Aparece y surge entonces la pasión sexual, el deseo ferviente de una fusión física, sin que esto los conduzca a sentirse plenamente enamoradas y mucho menos establecer un vínculo aprobado por la sociedad.

Cierto que este tipo de pareja establece un vínculo, aunque sea puramente sexual y, por supuesto, no impide establecer lazos diferentes con otras personas.

La relación que se entabla es una forma de sexualidad, ya que a través de ella se manifiesta la libertad y el placer en cuanto al disfrute del cuerpo propio y del de la otra persona. Además, se transmite respeto, amistad, pasión, ternura y amor.

Por consiguiente, cualquier vínculo sexual puede resultar muy placentero en sí mismo si existe un acuerdo mutuo, que lo permita o acepte. En resumen, gran parte de las relaciones interpersonales sexuales que vivimos a lo largo de nuestra existencia no implicarán un contrato amoroso, tampoco el compromiso de un vínculo para la posteridad.

¿Qué pasa entonces con este tipo de relación?

Cuando la pareja se estructura con base en la atracción/pasión sexual, sin que conlleve una amistad firme, no dura mucho tiempo porque una vez que se termina la efervescencia del deseo y la pasión, poco a poco se agota en sí misma y sólo queda un recuerdo de lo que sucedió.

También puede ocurrir lo contario, si existe una relación amistosa o ésta se desarrolla a partir de encuentros múltiples, y si concluye la relación pasional, podría permanecer en el tiempo.

¿Y el amor pleno y total?

Buen fin de semana.